Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Cómo la tecnología puede ayudar a la recuperación de la fuente de los ingleses

Luego de los daños sufridos el pasado fin de semana, la tecnología, y disponer de algunos componentes originales a resguardo, puede ser clave en su reconstrucción.

Fotos: Rodrigo García-La Nueva.

Por Mario Minervino / mminervino@lanueva.com

   La última semana distintos sitios de la ciudad fueron afectados por el accionar de los imbéciles que nunca faltan, sin nada interesante que hacer de sus vidas o creyendo que su conducta les genera una mal entendida trascendencia en los medios.

   La palabra que se utiliza para definir esta conducta es la de vandalismo, que se expresa a través de la violencia con una hostilidad injustificada con ataques a monumentos, bancos, paredes.

   Uno de los monumentos dañados fue la denominada fuente de los ingleses, ubicada en la plaza Rivadavia, de frente a la avenida Colón. La obra fue una donación de la colectividad inglesa a la ciudad, en ocasión de celebrar esta su primer siglo fundacional, el 11 de abril de 1928.

   Se trata de una fuente, más una suerte de pirámide –todo el conjunto revestido en mármol de Carrara— y en el medio del estanque de agua un pedestal con la figura de un niño de cuya boca sale agua.

   “Los británicos donamos algo adecuado e imperecedero, un recuerdo de una colectividad extranjera, una obra que simboliza en su sencillez artística, la inalterable amistad entre nuestros dos grandes países”, señaló ese día la máxima autoridad del Ferrocarril del Sud, Arturo Coleman.

   Más allá de esta referencia histórica, lo cierto es que el pasado domingo, en pleno centro de la ciudad, se han encargado de destruir el niño que se erigía en el centro de la fuente. Lo molieron a golpes. Quedó tirado, fragmentado, a un costado del monumento.

   Hacerlo resultó simple dado que la fuente hace años que no tiene agua. Así que fue cuestión de acercarse y golpearlo con algún elemento contundente. Hubo un antecedente similar a mediados de los 90, cuando se dañó la cara del niño, y otro en 2008 cuando se quisieron robar la estatua pero no pudieron arrancarla.

   Lo interesante de la situación, más allá del daño sufrido por la obra, es que luego de aquella primera agresión, la municipalidad decidió retirar el niño original y reemplazarlo por una copia realizada en resina poliéster y fibra de vidrio. Es decir que la figura destruida es una copia.

Un niño en un patio

   Cuando se retiró aquella obra original se la exhibió unos días en el salón blanco del municipio, y luego fue trasladada al Museo de Arte Contemporáneo de Sarmiento al 450.

   La cuestión era verificar si todavía estaba en ese sitio. Los cambios de autoridades, las readecuaciones de los museos y una repetida falta de control han derivado en la pérdida de muchas obras de arte del patrimonio comunal. No fue este el caso.

   Consultado Christian Díaz --Director General de Museos de la ciudad – su respuesta fue inmediata: “Está en el patio del Museo”. Efectivamente, en un rincón, solitario y quieto, se encuentra el niño original.

   Quien lo muestra al fotógrafo de este diario es Aiesa Carrano, secretaria del museo, quien señala que fue su padre, el ingeniero Roberto Carrano, que ocupaba un cargo en el área de Proyectos y  Obras del municipio, quien decidió retirar la obra para preservarla de ataques indebidos.

   Para entonces la estatua ya había perdido parte de su brazo y la ostra que se ubicaba sobre la cara, desde la cual salía el chorro de agua. Hay un daño que primero debería repararse a partir de varias fotos que existen del niño sin daños.

   Lo interesante del caso es que si bien se puede volver a copiar la figura de manera manual, como se hizo en 2000, existe hoy una tecnología que además de permitir duplicarla con exactitud milimétrica, genera la chance de generar una copia digital para poder replicarla cuantas veces sea necesaria. La herramienta es la tecnología 3D, de escaneo, digitalización e impresión.

   El proceso comienza con una fotogrametría, una técnica que permite obtener modelos tridimensionales a través de la fotografía aérea. Ese trabajo se traslada luego a la computadora, donde se realiza su digitalización y corrige hasta tener el modelo adecuado para su impresión. En nuestra ciudad ya existen impresoras 3D, mayormente diseñadas para imprimir en plástico.

   Una vez realizada la impresión, un artista puede trabajar sobre la misma en caso de querer revestirla de otro material o darle una determinada terminación.

   Si bien la operación de la impresora es sencilla, el trabajo más delicado es el de digitalizar la figura y trabajarla hasta llegar al producto final que se imprime.

   Una aplicación de este sistema se llevó a cabo con la puesta en valor de la sala Payró del teatro Municipal. En la misma había varios capiteles rotos o faltantes, por lo cual se procedió a digitalizar los existentes en buen estado e imprimirlos para colocarlos en los sitios faltantes.

Un ejemplo

   Aprovechando los modelos en 3D, Stratasys y Google Arts and Culture están recreando objetos y monumentos históricos del mundo. Respaldados por la funcionalidad de color y multi-material de las impresoras 3D, historiadores recrean estos elementos digital y físicamente.

   Así, muchas obras se pueden preservar y compartir con archivos disponibles para descargar. El resultado es una comprensión y una apreciación enriquecida de culturas centenarias. Las piezas están disponibles en artsandculture.google.com/project/cyark.