Bahía Blanca | Miércoles, 17 de abril

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¿Cuánto podía comprar un trabajador bahiense con su sueldo mínimo allá por 2015?

El ejercicio permite ver la enorme pérdida de poder de compra originada por la casi incontrolable inflación. 

Francisco Rinaldi

frinaldi@lanueva.com

Unos 339 litros de leche y 138 kilos de pan. 74 docenas de huevos, la totalidad del alquiler de una casa, 400 dólares (a precio oficial) y 216 (a precio informal). Todo eso podía adquirir, de más, el salario mínimo en la Bahía Blanca de septiembre de 2015 con relación a lo que compra, actualizado a junio de 2020, el mismo haber. 
El ejercicio, elaborado con información de archivo de este diario, tomando informes del Centro Regional de Estudios Económicos de Bahía Blanca-Argentina (CREEBBA) como referencia, es otra medida del abrupto deterioro del poder de compra de los salarios locales a lo largo del   tiempo. 
Así, con los 5.588 pesos de Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVM) que un trabajador bahiense obtenía en el “lejano” septiembre de 2015, podía cubrir la totalidad del alquiler de una vivienda, que se rentaba a 5.225 pesos mensuales en nuestra ciudad. 
Su SMVM en dólares oficiales era de 593,20 dólares. Pero, cepo mediante (existía desde noviembre de 2011), caía a U$S 349,46.
En tanto, una completísima canasta de 20 alimentos básicos (incluye 1 kilo de carne, 1 de pollo, harina, tomates, manzanas, azúcar, etcétera) se conseguía en ese año por $ 484,90, de manera que debía destinar menos del 10% de su SMVM para poder comprarla. 
Además, tomando alimentos puntuales, compraba, con su sueldo mínimo, 639 litros de leche, 279 kilos de pan y 186 docenas de huevos. 
Pero todo eso es tiempo pasado. Y como reza el refranero popular, fue mejor. O al menos es cierto en términos de posibilidades de consumo: el actual SMVM, cifrado en $ 16.875 conforme a la Resolución Número 6 de septiembre de 2019 (aún vigente), alcanza para 301 litros de leche (339 menos que en 2015), 141 kilos de pan (138 menos que en 2015) y 113 docenas de huevos (888 huevos menos con relación a casi cinco años atrás). 
Tiene que destinar, además, $ 2.345 para hacerse de la misma canasta de 20 bienes alimentarios, lo que equivale a gastar casi el 14% de su SMVM en el sexto mes de este año. 
Medido en dólares -también formal e informal- el piso salarial es de U$S 175,41 (un 70% menor con relación a 2015) y U$S 132,87 respectivamente (casi un 62% menos que hace menos de cinco años).  
Vale aclarar que el SMVM es establecido por el Consejo Nacional del Empleo, la Productividad y el Salario Mínimo, Vital y Móvil, y comprende a todos los trabajadores comprendidos en el Régimen de Contrato de Trabajo aprobado por la Ley N° 20.744.
La inflación, imparable
En el período analizado (septiembre de 2015 a junio del corriente), la inflación acumulada en la ciudad, de acuerdo con el CREEBBA, fue del 355%. 
Los años 2018 y 2019 fueron los subperíodos con mayor aceleración inflacionaria: 45,1 y 55,7% respectivamente. 
Lo llamativo del caso es que ninguno de los dos gobiernos que se sucedieron en el poder entre 2015 y 2019, aún con orientaciones y políticas económicas muy diferentes, lograron domar al león de la inflación, uno de los más grandes escollos que sufre nuestro país desde mediados de los 50 a la fecha, pasando por episodios traumáticos, como las hiper de finales de los 80, por citar apenas un caso. 
Así, del ala más ortodoxa de la profesión económica, advierten que la emisión de pesos por encima de las necesidades del público y las empresas es la única responsable de este flagelo.
Esgrimen que la base monetaria (la cantidad de dinero bajo control total del BCRA) se incrementó, precisamente, más de un 300% entre septiembre de 2015 y junio, cifra casi idéntica a la inflación acumulada a lo largo del período analizado. 
Pero pese a ello, entre 2018 y hasta mediados de 2019, la contracción monetaria ensayada por la conducción del BCRA (la base monetaria creció apenas un 30% entre el último día hábil de 2018 y 2019) se rebeló inefectiva para controlar una inflación récord en la ciudad: con un 55,7%, Bahía Blanca ostentaba la mayor aceleración de su Índice de Precios Minoristas (IPC) más alta desde 2010. 
Del lado más heterodoxo, la recurrente imposición de acuerdos de precios a lo largo de las diferentes administraciones,  decisión para nada nueva a lo largo de nuestra historia económica, tampoco fue suficiente para resolver este problema, a estas alturas, una auténtica enfermedad para el país.
¿Y lo que viene? 
En tiempos de pandemia y hogares en cuarentena, a lo que se agrega el impasse, decidido por el Gobierno nacional, en el aumento tarifario, la inflación minorista se mantiene encorsetada, de forma que se descuenta que, una vez entre nosotros la nueva "normalidad", la aceleración de precios no demorará en llegar. 
Y con ella, una mayor retracción en el poder de compra de los salarios de los trabajadores. 
Es que difícilmente los fuertes niveles de emisión de pesos para asistir a familias y empresas en este duro momento no repercutan en los índices inflacionarios a futuro, con lo cual, se descuentan nuevas malas noticias para los trabajadores, más allá de lo que puedan recuperar los sindicatos. 
La mayor preocupación vendrá por el lado de los alimentos, que en parte, también están bajo el corset de los precios máximos. 
Pero hablar en estos términos implicaría hacer pronósticos, algo muy difícil, sobretodo, tratándose del futuro, como dijo (presuntamente) el físico Niels Bohr. Y eso que nació en Dinamarca.