Pasaron cosas
Temporal, granizo, inundación. Tres hechos devastadores atravesando a todos los bahienses.



Lentamente, como en esos sueños en los cuales se quiere correr y las piernas pesan demasiado o se quiere salir del agua y el esfuerzo es insuficiente, Bahía Blanca, su gente, trata de despertar de una de las mayores tragedias de su historia.
La referencia es a la inundación del 7 de marzo último, cuyas consecuencias materiales y anímicas todavía parecen formar parte de este género teatral centrado en el sufrimiento, la muerte y las peripecias dolorosas de la vida humana, con un final que mueve a la compasión.
“No nos une el amor sino el espanto”, escribió Jorge Luis Borges al tratar de definir su relación sentimental con la ciudad de Buenos Aires.
En 14 meses Bahía Blanca soportó tres sucesos climatológicos que la convirtieron en centro de atención de todos los medios del país e internacionales.
Sin necesidad de efectos especiales generaron una geografía urbana propia de las películas de ciencia ficción centradas en las devastadoras consecuencias del cambio climático.
Si bien los especialistas reniegan de atribuir toda la responsabilidad a ese complejo fenómeno, no tienen dudas en señalar el calentamiento del planeta como uno de los responsables de las inéditas condiciones climáticas dominantes de cada región del planeta.
Lo cierto es que un temporal como nunca antes se vio, seguido por una granizada cuyas piedras alcanzaron el diámetro máximo estimado para ese fenómeno y, finalmente, una lluvia que hizo colapsar todos los sistemas de evacuación, generaron un golpe de KO a todos.
Hoy Bahía Blanca comienza a recomponerse. Poco a poco y sin terminar de salir de su asombro, arrastrando sus habitantes el estrés propio de quien atraviesa estos fenómenos, el efecto postraumático que se manifiesta de diferentes maneras y que en menor ó mayor medida afecta a todos.
Más allá de que en unos meses pueda parecer que “aquí no ha pasado nada”, la realidad es que es clave mantenerse atentos a las consecuencias emocionales del hecho, a cierta tristeza, a cierto temor.
Manejarlo de la mejor manera posible, hacer el indispensable duelo para luego sí, volver al ruedo, a reconstruir lo que se pueda, a hacer mejor lo que no.