Bahía Blanca | Domingo, 10 de agosto

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​​​​​​​​​​​​​​​​Cinco años sin Fernando Báez Sosa: un crimen que marcó a la sociedad argentina

Su muerte puso en el centro del debate la violencia grupal, la discriminación y la necesidad de medidas más firmes para prevenir hechos similares.

Fernando Báez Sosa tenía 18 años

El caso de Fernando Báez Sosa, ocurrido el 18 de enero de 2020 en Villa Gesell, marcó un episodio de violencia que conmocionó al país. Esa noche, en la discoteca Le Brique, el joven de 18 años fue atacado por un grupo de rugbiers provenientes de la ciudad de Zárate.

El incidente comenzó tras una discusión dentro del local bailable, que resultó en la expulsión de Fernando y otros jóvenes del lugar. Posteriormente, el grupo de agresores lo emboscó en la vía pública.​

Según las cámaras de seguridad y los testimonios recabados, el ataque se llevó a cabo con golpes contundentes que le provocaron múltiples traumatismos de cráneo, un paro cardíaco traumático y, finalmente, la muerte.​​​​​​​

El audio enviado por uno de los involucrados, Lucas Pertossi, a las 4:55 de esa madrugada confirmaba el desenlace: "Caducó" .​​​​​​​

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Minutos después, los agresores fueron registrados en un local de comidas rápidas, evidenciando una aparente indiferencia ante lo ocurrido.

La investigación identificó a ocho jóvenes como responsables del ataque, quienes fueron detenidos en una casa alquilada en Villa Gesell. Entre las evidencias recolectadas, se encontraron prendas con manchas de sangre. Dos de los imputados fueron liberados posteriormente por falta de mérito.

El caso generó una fuerte repercusión social. Marchas y manifestaciones bajo el lema "Justicia por Fernando" se realizaron en distintas ciudades del país, mientras los padres de la víctima, Graciela Sosa y Silvino Báez, se convirtieron en figuras representativas de la lucha contra la violencia y la discriminación.

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El juicio por el asesinato comenzó años después, destacando las contradicciones en los testimonios de los acusados ​​y la evidencia presentada. Además, se reveló que uno de los principales agresores intentó culpar a un joven ajeno al hecho, quien finalmente fue desvinculado gracias a pruebas que confirmaron su ausencia en el lugar del crimen.

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Fernando era un estudiante de Derecho que soñaba con graduarse y construir un futuro basado en el esfuerzo y los valores inculcados por su familia.

Su muerte puso en el centro del debate público temas como la violencia grupal, la discriminación y la necesidad de medidas más firmes para prevenir hechos similares.

El caso sigue siendo un recordatorio del impacto de la violencia en la sociedad y de la importancia de buscar justicia en memoria de las víctimas.