Bahía Blanca | Jueves, 26 de junio

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Alejandro Delhom: "En Bordenave me pagaron con vaquillonas, soy el mejor pago de la historia"

Juega en Kilómetro Cinco, pero tiene un amplio recorrido en las bochas y se codeó con los más grandes. "Coseché muchos amigos y soy un agradecido de todo lo vivido", dijo el nacido en Coronel Pringles.

Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva.

 

Viene de familia bochófila y tiene muchos títulos bajo el lomo. Su padre (Juan Carlos), que era jefe de estación en Bordenave y manejaba la cantina del club El Ceibo, le inculcó los valores y el amor por este deporte.

“Tenía 10 años cuando entré a la cancha a arrimar algunas bochas, pero no de manera oficial. A los 23 llegué a Bahía porque estaba sin trabajo y empecé a frecuentar el club Libertad”, dijo Delhom.

“Todas las tardecitas me arrimaba a practicar con mi viejo; llevábamos las alpargatas. Un día me vio jugar 'Lucho' Navarrete y me pagó la inscripción. Ganamos de punta a punta un torneo que organizó el club Sixto Laspiur en parejas. Fue en 1992, donde los éxitos se repitieron varias veces”, apuntó.

Su buen arrime despertó interés, a tal punto que Santiago Grill y Alfredo Musumesi lo invitaron a jugar en Quilmes.

“Era codearse con los grandes. Salvamos la categoría. Al año siguiente se sumó Florindo Stacco y ‘Pancho’ Commegna e hicimos un campeonato extraordinario. Llegamos en desventaja deportiva en los playoffs de tercetos con General Cerri (Visani-Cecchini y Urra) y le ganamos en la definición de visitante 18 a 17. Ese año (1994), junto con Stacco, ganamos el de parejas contra Jorge Alonso y Luis Luque (Alem), la pareja sensación”, dijo.

Luego ganó un torneo Mixto, en La Armonía, junto a Viviana Stacco venciendo a Soraya Sepúlveda y Oscar Fidalgo. 

“A Quilmes se sumaron César Colantonio, Julio Martínez y Cristian Zapata (foto). Se armó un equipo terrible que ganó todo. También nos fue bien en los zonales y en los abiertos”.

 

-¿Qué recordás de César Colantonio?

-Conocerlo fue una bendición. Un día se acercó en un campeonato donde llegué a la final, en Villa Mitre, y me dijo: “Ale, quiero que vengas a jugar conmigo”. De ahí empezó un camino de andanzas y triunfos.

“Tenía templanza, era muy exacto en el bochazo. Recuerdo un partido en un Zonal de Parejas en el club Pelotas. También estaba Omar Scalerandi. Hizo algo imposible: dejó tres chantas secas seguidas en el pozo. La gente enloqueció”, contó.

-Los viajes, seguro, eran memorables.

-A un partido en Garnica fuimos con el Gringo y Zapata. Fui en avión por razones laborales el sábado a la mañana. Había 97 tercetos anotados, con todos los nenes de esa época: Orona, Lazarte, Pacheco... Llegamos a la semifinal un domingo a las 2 de la mañana y enfrentábamos a Ceres. Perdíamos 13 a 10, le queda chanta cinco al Gringo, pero había una bocha de ellos que estaba pegada a la nuestra. Me mira fijo, apunta, rasca el piso y la deja seca en el pozo. Ganó el partido con ese bochazo, se me puso la piel de gallina. Después perdimos la final contra Garnica (Basualdo, Mendizabal y el “Soldadito".

"Otra: en Fernández Oro ganamos con César y Zapata, cobramos y como el partido terminó temprano el Gringo, que estaba apurado, nos invitó al Casino. Ni habíamos cenado. Perdimos todo, nos secó (risas).

Luego, también en Quilmes, se dio el lujo de jugar junto a Luciano Bardelli, que recién llegaba de Tres Arroyos, y “Chicharra” Luis Luque. Llegamos invictos entre los cuatro mejores, pero el campeón fue Kilómetro Cinco (Julio Martínez, Rubén Trellini, Néstor Arce y Omar Scalerandi).

 

"Mi madre es Estela Maris y mi hermana Karina, pero también tengo un heramano fallecido con el que jugué a las bochas (foto). Tengo tres hijas: Melisa, Agustina y Fiorella. Y soy abuelo reciente de Fermín", contó Delhom.

 

Tras retirarse un tiempo de las bochas apareció la chance de jugar para El Ceibo de Bordenave.

“Es una cancha similar a la de 9 de Julio, metida debajo de la tribuna. Ganamos un campeonato en la Liga del Puan, junto al ‘Correcaminos’ Medina, Lisandro “Luchi” Jarque y Darío Machinena. Al año siguiente se sumó Florindo Stacco”, contó.

-Muchos iban a la zona, porque se pagaba bien.

-¿Sabés como arreglé? Cuatro vaquillonas que, al precio de hoy, seguro que debo ser el jugador más caro de la historia (risas).

-¿Qué hiciste con las vaquillonas?

-Me ayudaron a carnear una fue al freezer. Llegó diciembre y todavía tenía carne, las otras tres se las vendí a un carnicero. Estaban desparramadas en cuatro campos distintos.
En ese momento la carne valía poco, jaja.

-¿La gente iba a la cancha?

-Uff. Un sentimiento bárbaro. Para el pueblo era un acontecimiento, nos recibían con cariño. Nos invitaban a comer asados. Recibíamos chorizos secos o un pedazo de jamón.

-Y te volviste a encontrar con gente de la infancia.

-Sí, con mucha gente amiga. Ahí cursé la escuela primaria y secundaria (Escuela de Educación Media N° 1). Todavía recuerdo a los profesores Alcira Machinena y Horacio López; también a la 'Flaca' Carando, una excelente profesora de Química.

En su retorno a Bahía se suma a Independencia, con Hugo Ercolani y Pablo Spurio y, luego, tras un largo descanso, retoma en Villa Ressia (Carlos Tomaselli y el "Moncho" Dupack) y, más adelante, Kilómetro Cinco, su actual club.

“En 2015 me sumé para colaborar; no quería jugar porque no estaba en competencia. Con el tiempo arranqué en Segunda con Maloni y el 'Poto' Fernández. Ganamos el campeonato y al año siguiente me pidieron que volviera a Primera”, dijo.

“Tras zafar en la final por el descenso ante Olimpa, en 2017 se armó un equipo con el 'Gordo' Tello y Maloni. Luego se sumó Jony Nardi y Dante Núñez, y después de la pendemia, llegó Miguel Suárez”, resaltó.

 

-¿Cómo vivís este presente con Kevin Albornoz?

-Estoy en un club bárbaro. Integro la comisión directiva, hay buena gente. Ahora vamos a jugar el cuadrangular final de parejas, tenemos plena confianza porque hicimos una fase regular muy buena.

-¿Te quedó algo por contar?

-Sí. Cuando empecé a jugar, en Segunda, me pude dar el gusto de formar dupla con mi papá. Fue en un torneo de Villa Delfina; la zona se jugó en cancha de La Esperanza y mi viejo estaba nervioso. Le hablaba: “Cacho tranquilo, tranquilo que vamos bien…”. En el torneo había 35 parejas comptiendo, era tremendo. Paso a paso llegamos a la final y le ganamos Messet y Concetti. Nos abrazamos y nos largamos a llorar”, remarcó.

 

-¿Cómo te llevás con la moto y los repartos?

-Me costó adaptarme a la calle, no es fácil. Trabajé muchos años como diseñador gráfico en la agencia Volpe, pero a los 53 años se terminó el laburo y tuve que arrancar de cero. Tenía una moto y la puse a laburar como cadete. Hago gestiones bancarias y me da una mano la Distribuidora Matías. En realidad subsisto, ando ajustado.

"En la agencia trabajé junto a Rubén Bustillo, el artista plástico que era un genio. Un día me hizo una caricatura y me la regaló. Era una gran persona y muy admirado por sus obras. Pintaba cuadros de caballos, los árabes lo contrataron para ir a su país a pintar cuadros de caballos. Un genio", subrayó.

 

-¿Qué te dejaron los más de 30 años que llevás en las bochas?

-Un montón de amigos, momentos felices y recuerdos imborrables. Conocí gran parte de este país viajando con los mejores bochófilos y atesoro muchas anécdotas de gente de bien, porque de eso se nutre este juego al que tanto quiero.