Bahía Blanca | Domingo, 28 de abril

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Cuidado con los inútiles

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En un año complejo, en el que los ánimos ya están alterados y cada vez es más evidente  la dificultad para evitar estallidos emocionales, solemos terminar dudando de nuestras propias capacidades. Las fortalezas entran en una especie de pulseada con nuestras debilidades y el temor a ser descartado se convierte en un fantasma que acecha.

Pareciera que ser útil, productivo y eficaz es el imperativo de cara a los tiempos que se avecinan. ¿Hay una necesidad exagerada por mostrar y demostrar la propia valía? ¿Dónde está el límite que evita caer en las garras de aquellos que utilizan y descartan al otro?

Plena vigencia tiene la vara que mide entre útiles e inútiles, entre los que sirven y los que no, entre los aptos y los ineptos. Según el diccionario útil significa “que trae o produce provecho, servicio o beneficio”. Seguramente vienen a la mente aquellas personas que han sido y son útiles para la sociedad y también aquellos que solo son útiles para sí mismos aumentando sus arcas y egos, pues los beneficios siempre son propios y todo gira en torno al propio ombligo. También vienen a la mente esos ineptos comúnmente llamados “máquinas de impedir”.

Viktor Frankl vivió en carne propia los horrores del Holocausto, fue prisionero en Auschwitz y Dachau; terrible experiencia que atravesó y superó de forma paciente y que sentó las bases para una forma de terapia conocida hoy como Logoterapia.

Este existencialista, que sobrevivió el espanto y la pérdida de toda su familia, siempre tuvo en claro que su objetivo personal no era otro que el de ayudar a los otros a que encuentren el sentido de la vida; el resultado se traduce en una obra traducida en varios idiomas y que continúa inspirando a millones de personas: “El hombre en busca de sentido”.

A veces dudamos de nuestra capacidad, de poder contribuir a un proyecto y hasta nos perturba la idea de cuánto valemos y de cuánto podemos aportar; sensaciones propias de tiempos signados por la falta de empatía y el exacerbado egoísmo.

Aportar algo al mundo, convertirlo en un espacio “más amigable” no necesariamente implica un descubrimiento digno de Premio Nobel, alcanza con ser y sentirse partícipe de un pequeñísimo cambio a través de la profesión que desempeñamos, de nuestras habilidades o hasta de un hobby. 

¡Qué no te usen, tampoco inutilicen!

Se supone que dar y recibir sienta las bases para que una relación no sea disfuncional; la reciprocidad traducida en “hoy por ti mañana por mí” es lo que alimenta y sostiene los vínculos.  La ausencia de una correspondencia equilibrada genera sentimientos de tristeza, dolor, enojo, ira; aumenta la desconfianza y nos sentimos defraudados. 

Ser y sentirse útil conecta con un estado de bienestar y plenitud, pero la línea entre el “uso y el abuso” a veces es muy delgada, pues seres dispuestos a dar, son proclives a ceder ante necesidades ajenas desmesuradas. Será cuestión de no caer en la condescendencia de forma tal que terminen drenando nuestras energías y emociones; y antes de dudar de tu valía asegúrate de no estar rodeado de inútiles.