Logística, la cuenta pendiente para seguir creciendo
El estado de las rutas y las vías dejan mucho que desear. Es necesario una proyección a largo plazo.
Bahía Blanca, con su puerto y el polo industrial están en un momento especial de la historia, en el cual el mundo plantea desafíos y escenarios que nuestro país podría responder.
El nodo Bahía Blanca es central en ese futuro.
Bahía cuenta con masa crítica en recursos humanos, en poder industrial y en instituciones que permanentemente se están alineando para lograr que los proyectos dejen de ser tales y se conviertan en realidades.
Lamentablemente en el país hay mucho por ordenar y por gestionar y este proceso se nota lento y sin norte claro por la politización de que son objeto las medidas propuestas.
Volver a decir que en un país con futuro exportador la logística es el punto más flojo, es redundante, pero inevitablemente debemos volver a hablar del tema. Especialmente en el que nos toca de cerca, el nodo Bahía Blanca. Nodo brillante en energía, convencional, renovable, el polo industrial con enorme capacidad de dar valor agregado a lo que es hoy, sin lugar a dudas, la estrella del futuro exportador: Vaca Muerta. El Puerto que permite la llegada y salida de todo lo que se necesite importar y lo que sale para generar divisas.
Pero la logística que rodea a este puerto es la muralla que desalienta todo intento de avance.
Recorrer las rutas que convergen en el nodo Bahía Blanca, nos da una idea de lo calamitoso que es esta infraestructura. No hay proyectos ambiciosos de obras. Las obras que en su momento se iniciaron están paralizadas, y han logrado empeorar lo que antes existía.
Tenemos una red ferroviaria que conecta el nodo energético de la Patagonia con el Nodo local y el resto del país. Si bien se han hecho algunas inversiones en material rodante y acopio, el estado de las vías es paupérrimo, provocando que las formaciones de carga triplican el tiempo en más de sus recorridos comparados con los que tendrían con vías en estado razonable, y no hablamos de trenes de alta velocidad.
Se sabe que son inversiones costosas, pero lo que esa mejora puede aportar sin duda alguna ayudará a que lleguen las divisas que financien esa obra y otras que el país necesita.
Argentina es un país subgestionado. En todas las partes de la cadena de valor de la agroindustria, la capacidad ociosa es muy alta. 80% en la producción de biodiesel. Y, quizá la más activa, el etanol, tiene una capacidad ociosa del 20%. La industria aceitera supera en estos momentos el 50% de ociosidad.
Una comparación, odiosa por la situación, Ucrania produce el doble de aceite de girasol que Argentina, Con superficies cultivables similares.
Y este es un aspecto de la cadena. Pero es evidente que la subgestión, en cuanto a políticas de aumento de exportaciones, de proyectos y programas de mejoras logísticas, de diversificación de productos exportables es una de las principales razones de nuestro atraso económico.
Argentina tiene el recurso suelo, altísima tecnología de producción de granos o la producción en auge de energía, que están subutilizados por las trabas de todo tipo que desalientan las inversiones y el trabajo. La provisión de energía aparece como uno de los principales motores de la economía mundial de la mano de la creciente demanda de las nuevas tecnologías como la Inteligencia Artificial.
La Argentina tiene, aunque no se quiera ver, un pasaje para subirse al tren, sobre todo en el capítulo de las renovables.
El mundo globalizado seguirá creciendo en demanda de alimentos y energía, sin diferencias ideológicas. Aquí, atrasando 70 años, seguimos priorizando las diferencias ideológicas por encima de los intereses de los ciudadanos.
La logística, evidentemente no es una prioridad.