El Museo Histórico exhibe una joya biográfica: "Maudie, el color de la vida"
Cuenta la historia real de cómo la pintora canadiense Maud Lewis, afectada por una grave artritis, conoció a quien sería el amor de su vida, un huraño pescador para quien comenzó a trabajar siendo muy joven. Sus obras llegaron hasta la Casa Blanca.
El ciclo "El mejor cine del mundo" continuará mañana, jueves 31, a las 16, en el Museo y Archivo Histórico de Saavedra 951 donde se proyectará con entrada libre y gratuita "Maudie: el color de la vida" (2016. 115 minutos), con la dirección de Aisling Walsh y las actuaciones de Sally Hawkins, Ethan Hawke, Kari Matchett y Zachary Bennett.
Basada en hechos reales, la película cuenta la historia de la pintora canadiense Maud Lewis, de su relación con el que se convirtió en su inseparable compañero de vida, Everett Lewis, y de cómo sus sencillas pinturas llegaron a ser vistas y reconocidas por todos los rincones del país, convirtiéndola en una de las artistas folk más representativas de Canadá.
Maud Dowley Lewis ( 7 de marzo de 1903 – 30 de julio de 1970) es un ejemplo de superación ya que desde niña padeció una artritis reumatoide juvenil (causada por una fiebre reumática), un trastorno muy doloroso que inflama las articulaciones y acaba provocando graves deformidades. A pesar de ello tuvo una infancia feliz y su madre se preocupó de educarla en las artes y de enseñarla a pintar a la acuarela. A su muerte se fue a vivir primero con su único hermano y luego con una tía suya, con los cuales sufrió diferentes dramas.
La verdadera Maud Lewis en su casa en Marshalltown.
Su vida cambia cuando, a los 34 años, decide presentarse a la solicitud de Everett Lewis, un vendedor de pescado de Marshalltown (Nueva Escocia, Canadá) buscando “una mujer de la limpieza con residencia incluida para un hombre de cuarenta años”. Y es en este momento cuando comienza el relato de la película.
Empezaron como jefe y empleada y acabaron casándose unas semanas más tarde.
Maud y Everett, en el frente de su casa.
La casa real de la pareja, hoy convertida en museo
Al principio pintaba las paredes de la casa y pequeños objetos. Siguió por las ventanas y luego se animó a hacer felicitaciones navideñas que las vendía con con su marido cuando iba a repartir el pescado. Con el tiempo pintó en tablas de pequeño tamaño. Sus temas siempre fueron paisajes, escenas navideñas, pájaros, gatos, leñadores, etc. Nunca cobró más de 10 dólares por sus obras. Hasta el presidente Nixon se interesó por sus cuadros y le compró varios para decorar la Casa Blanca.