Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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El Fondo de Garantías de Anses, otro ejemplo de borrar después de escribir

El uso de los activos del instrumento no se condice con los fines para los que fue creado.

Eje de la polémica esta semana por la idea del Gobierno de vender los bonos en dólares que son parte de sus recursos, el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la Anses es otra solitaria estrella dentro de la enorme galaxia de instrumentos que jamás cumplen con el objetivo para el que fueron creados y que justifica su existencia.

Y en esto hay una clara continuidad entre quienes nos gobiernan que no sabe de grietas ni de colores políticos.

Es que haciendo un poco de historia, el DNU de 2007 que dio vida al FGS enumeraba entre sus objetivos el de “atenuar el impacto financiero que sobre el régimen previsional público pudiera ejercer la evolución negativa de variables económicas y sociales” y servir como “fondo de reserva” ante “eventuales insuficiencias en el financiamiento del régimen previsional público” para pagar las jubilaciones.

La ley 27.574 impulsada por el oficialismo y bautizada con el pomposo nombre de Defensa de los Activos del FGS exigía “priorizar aquellas inversiones que tengan impacto en la economía real”, ya que se esperaba que los proyectos productivos financiados a través del mismo permitiesen la generación de un círculo virtuoso de más inversión, empleo formal y recaudación fiscal para alimentar el pago de las jubilaciones.

La norma legal fue impulsada por el oficialismo en 2020 para, precisamente, frenar otro uso indebido de los recursos del FGS, como la era la Reparación Histórica de Mauricio Macri.

Como siempre ocurre, la decisión del gobierno anterior se amparaba en que se reduciría la elevada litigiosidad del sistema producto de los reclamos judiciales de los pasivos por reajustes de haberes. Así, a cambio de renunciar a esta reivindicación, se prometía a los jubilados una cifra de dinero de manera inmediata, para lo cual, hubo que liquidar activos del FGS por el equivalente a medio punto del PBI.

Pero esto no sirvió de mucho: como una especie de efecto boomeran, la litigiosidad, lejos de bajar, subió.

“Como por la propia Reparación agilizó el proceso judicial para lograr sentencias favorables por reajuste de haberes, los jubilados más recientes optaron por continuar con el juicio, ya que sabían que se les iba a reconocer el ajuste”, explicó un reconocido previsionalista de nuestra ciudad.

¿En qué se invierte?

Las propias estadísticas públicas de septiembre de 2022 (las últimas disponibles en línea) admiten que las inversiones en la economía real que exigía la ley de Defensa de Activos del FGS tienen una bajísima participación en su cartera de inversiones, ya que representan apenas el 4% del total de su activo.

Por el contrario, los títulos públicos del Tesoro Nacional explican el 73% del activo total, cifra en constante aumento desde diciembre de 2017, cuando representaron el 57,3%. En esa misma fecha, los proyectos productivos explicaban casi el 8% del activo, exactamente el doble en comparación a lo que pasa en la actualidad.

Con relación a la moneda de emisión de los bonos del sector público, en diciembre de 2012, más del 45% de los títulos estaba nominado en dólares, porcentaje que en la actualidad es del 20% y puede pasar a ser 0% si se decide continuar con la idea de venderlos.

“Entre 2009 y 2015 los bonos en dólares pasaron de representar el 10,3% a casi el 45% de la cartera del FGS. Con esta decisión, en cambio, fuerzan a que el patrimonio de los futuros jubilados apueste al peso en un contexto grave de pérdida de valor de la moneda”, se quejó a través de su cuenta de twitter el economista y ex titular de la Anses Diego Bossio.

Y he ahí otra violación a los objetivos iniciales: si el FGS tiene que servir de resguardo, pesificarlo no es lo más adecuado en un país donde la inflación promedio de 2010 a la fecha nunca fue menor a los dos dígitos y fue superándose casi sin interrupciones año tras año.

Tanto, como las veces que quienes nos gobiernan borran con el codo lo mismo que escriben con la mano.