Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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“En San Francisco soy feliz, acá recuperé la alegría y las ganas de jugar al fútbol”

El carhuense Leandro Hekel regresó a la Liga del Sur después de siete años y debutó con el Santo en el Promocional marcándole un hat-trick a Libertad. Una historia con vaivenes emocionales y de constante superación.

Fotos: Tomás Bernabé-La Nueva. y Facebook Leandro Hekel

Instagram: @sergiopeysse

Twitter: @elpeche1973

(Nota ampliada de la edición impresa)

“Quería recuperar las ganas de jugar al fútbol, de sentirme en plenitud otra vez, de disfrutar de todo aquello que rodea a la pelota y que son cuestiones claves para el crecimiento de un plantel, por eso decidí volver a la Liga del Sur después de siete años”.

La introducción de Leandro Hekel refleja la sensatez y la madurez de un futbolista que entiende perfectamente que para progresar es necesario ir superando desafíos a corto y largo plazo.

Después de un 2022 donde pulverizó las redes en la Liga de Tres Lomas y de ser elegido “the best” en el torneo local de Futsal --defendiendo la camiseta de Liniers--, este centrodelantero carhuense de 1,88 y 29 años se incorporó a San Francisco con la firme idea de volver a ser feliz en un club que, desde el vamos, le removió esa pasión de querer entrenar y competir al máximo nivel profesional posible.

El domingo que pasó marcó un hat-trick en el triunfo de su equipo frente a Libertad y fue el jugador destacado de la primera fecha del Promocional, donde el celeste de Villa Italia ya empezó a probarse la “pilcha” de candidato.

“En Unión de Tres Lomas convertí cinco goles en un partido y algún triplete más tengo en El Ceibo y Jorge Newbery, pero es la primera vez que hago los tres de cabeza”, comenzó relatando este 9 de “peso” que arrancó en las infantiles de San Martín y después completó las menores en Racing, los equipos de Carhué que desde hace un tiempo largo participan activamente en la Liga Regional de Coronel Suárez.

“En la zona, juegues donde juegues, podés hacer mil goles en una temporada, pero en la Liga del Sur tiene otro gustito, es como que todo lo que hacés cobra más trascendencia, en los medios, en el ambiente y entre los allegados que de alguna manera se vinculan con el club. El primer partido fue especial, por los goles y la victoria, pero más que nada porque superé el desafío personal que tantas dudas me había generado. Arrancar así fue algo hermoso”, destacó quien en 2012 dejó su pueblo natal para vincularse a Olimpo, donde no pudo firmar su primer contrato profesional y quedó en libertad de acción a mediados de 2014.

“Llevaba mucho tiempo sin jugar en esta Liga y no sabía con que nivel me iba a encontrar, si iba a estar a la altura de las circunstancias o lejos del ritmo que hace diferente a esta competencia, tal vez la más categorizada de la provincia. Para eso debía empezar a entrenar con un grupo, porque si jugás en la Zona practicás solo y la exigencia para mejorar físicamente te la ponés vos, y te puedo asegurar que no es lo mismo”, admitió el “Pelado” del gol.

“Tenía muchísimas ganas de volver a ser el que alguna vez fui, y gracias a Dios arranqué con el pie derecho. Ojalá este sea el mejor año de la vida de San Francisco, porque hay un entusiasmo muy marcado entre su gente y los dirigentes, y eso es bueno para ilusionarse”, contó este 9 voraz que, en la edición 2022, señaló 23 tantos (en 36 cotejos) en Jorge Newbery de Salliqueló y 46 con la del Chivo de Bahía en el Futsal.

“Ojalá pueda seguir en sintonía, aunque no va a ser fácil. No soy un jugador que haga una gambeta, se saque a tres rivales de encima y convierta; al contrario, soy bien de área y si no me llevan la pelota hasta ahí pasó totalmente desapercibido. Algunos me dicen `culón´, por algo será...(risas). No es tan sencillo explicarlo, los 9 tienen ese olfato para el gol que los distingue del resto, aunque es necesario estar en el lugar indicado y en el momento justo para empujar esa pelota que, seguramente, rebotó en algún lado o llegó a vos de carambola”, graficó.

--Un Martín Palermo en su máxima expresión.

--Salvando las distancias, te puedo decir que si. Martín era un 9 duro, de movimientos poco ortodoxos, tal vez no tan fino o vistoso, pero era un asesino serial a metros del arco. Un poco, poquito, me parezco, técnicamante no soy tan visible y cuando me queda ahí trato de empujarla. No me pidan otra cosa, esa es mi función, siempre pensé así y ya es tarde para cambiar lo que, hoy más que nunca, creo que está bien.

--¿Con qué objetivo o idea te reinsertaste en el fútbol liguista?

--En 2021, estando en Newbery, entrené unos meses en San Francisco, y me gustó mucho la forma de trabajo y la conducción de Martín (Carrillo, el actual DT del Santo). En esos días me picó el bichito y apareció de golpe el deseo que, hasta ese momento, tenía archivado en mi memoria: “regresar a la Liga del Sur para saber a que nivel estoy”. Estaba cansado de viajar, aunque por distintos horarios laborales y de pase entre clubes, en 2022 no se dio.

“Este año volví a insistir, me acomodé con los repartos (trabaja para una empresa que elabora y distribuye productos lácteos), no me pusieron trabas con el pase (llega a préstamo desde Racing de Carhué) y ser lo que tanto quería se hizo realidad. Había hablado mucho con Martín y todos me comentaban lo bien que marchaba la institución, por eso hoy te puedo asegurar que estoy súper contento con la decisión que tomé”.

--En San Francisco, ¿a qué nivel se trabaja futbolísticamente hablando: más cerca del tópico profesional o continúa con ciertas reglas y costumbres del amateurismo?

--Estuve en las menores de Olimpo, en AFA, donde se exigía al jugador para que se adapte a la máxima competencia, pero el sistema y los modos de entrenamientos no eran como los que descubrí en San Francisco, que trabaja a un nivel superlativo en todos los aspectos: físico, deportivo y mental. Acá cuidan mucho al jugador y el orientador (Martín Carrillo) saca lo mejor de vos haciéndote entrenar al cien por ciento.

“A los 29 años creía que no tenía nada más para aprender, pero con Martín descubrí que ciertos aspectos básicos del juego ni siquiera los conocía; nunca me los habían explicado, ni en la cancha ni en un pizarrón. Esa es otra de las cuestiones que me motivan a seguir creciendo y mejorando”.

 

Un golpe al corazón

“Olimpo me dejó libre cuando, a los 21 años, estaba listo para firmar mi primer vínculo con la entidad. En 2013 se hablaba de la posibilidad de que tres o cuatro juveniles estaban con chances de convertirse en profesionales, aunque arrancó el 2014, hubo un cambio de coordinador (Ariel Paolorossi reemplazó a Sergio Hernández) y escuché el tan temido `te tenés que ir´, algo que nunca imaginé que podía llegar”, indicó Lea, más serio y sin tantas ganas de “revolver” un pasado tormentoso.

“Paolorossi trajo jugadores de él y nosotros, los del club que supuestamente estábamos apuntados para el salto de categoría, nos tuvimos que ir de un día para el otro. No me encontraba preparado para semejante golpe, sobre todo porque ahí mismo me habían ilusionado con el `vas a llegar, tenés condiciones, quedate tranquilo´. Siento que me fui de Olimpo sin haber dejado nada”.

--El aurinegro está cumpliendo su cuarta temporada en el Federal A, ¿vos crees que hoy podrías jugar en esa divisional?

--No lo sé, aunque siempre digo que si un equipo juega para el 9, a este se le hace más fácil adaptarse al nivel y a la exigencia de una determinada categoría. Mientras metas la pelota en el arco y puedas ganar, a pocos le importa el juego colectivo o las razones que te llevaron a la victoria. Si el centrodelantero hace goles, lo valoran más que al equipo. El domingo toqué cuatro pelotos pero hice tres goles, y se habló más de eso que del esforzado 3-2 del Sanfra sobre Libertad. Los goles enamoran, hipnotizan, por eso todos piden que el 9 tenga como función específica, y prácticamente obligatoria, la de ser goleador.

“Tal vez podría estar en una categoría superior, que se yo, pero hoy, siendo más grande y viendo la realidad desde otra perspectiva, me arrepiento de no haber hecho lo que tuve ganas de hacer, o de no haber tenido a alguien a mi lado que me aconseje y me abra los ojos en determinadas cuestiones y situaciones”.

--¿Un representante, a eso te referís?

--Ehhh... No, a un padrino futbolístico. Los representantes te suelen llenar la cabeza, las quieren todas para ellos, yo quería a mi lado a alguien que haya tenido recorrido en el fútbol, que entienda al jugador en lo personal y en lo anímico. Que te diga, `acá no, allá si' o `esto si, aquello no´. A los 19 o 20 años muchos futbolistas se creen que se van a llevar el mundo por delante y se terminan chocando una pared. A veces ese impacto deja secuelas, algunas graves y otras que te van a remorder la conciencia toda la vida.

--¿Es tu caso?

--Me hubiese encantado tener un consejero que me abra la mente y me lleve por el camino correcto. Es un aspecto esencial en la formación, en el trabajo con juveniles. A veces veo chicos de 18 años a punto de debutar en Primera que están en otra, y me dan ganas de decirles “reacciona nene”. A veces hay tiempo para corregir y en otras ocasiones ya es demasiado tarde.

“En 2014, cuando Olimpo me dejó libre, quedé mentalmente destruido, no quería saber más nada con el fútbol y me encerré en mi casa para que nadie me pregunte que era lo que había sucedido. Veía los botines en el placard y me daba vergüenza volverlos a agarrar. Estaba en la lona, aunque una vez más fue mi familia (Elsa y Jorge son sus padres y Constanza su única hermana) la que me sacó adelante.

--Independiente de Río Colorado apareció en el horizonte.

--Sí, una pésima decisión. Si bien Olimpo no era lo profesional que podía llegar a ser, era la elite en cuanto a la preparación del jugador para la alta competencia, en todo lo que tenía que ver con sistemas y modos de entrenamientos. Había descubierto un mundo nuevo, pero de golpe y porrazo ese universo se derrumbó. En el segundo semestre de ese fatídico 2014 me incorporé al Rojo de Río Colorado para disputar el Federal B. Fue como volver a mi pueblo, experimenté una desaceleración en mi carrera, un regreso al nivel amateur.

“Algunos jugadores entrenaban de día, otros de noche; se hacía lo que se podía. Los viernes salíamos al boliche, que era de uno de los futbolistas mayores del club, y no llevaba una vida ni parecida a un profesional. No me alimentaba bien y tenía la cabeza explotada. De eso me arrepiento, pero no deja de ser un pecado de juventud parecido al de tantos otros jóvenes que, por no haber tenido dedicación y constancia, desaprovecharon su talento a temprana edad. Fueron cinco meses donde no la pasé bien”.

--De ahí a Racing, a tu pueblo otra vez, ¿por qué?

--Necesitaba contención, volver a sentirme importante. El de 2015 fue un ciclo exitoso en Racing, y fue por eso que me llamó Gustavo Echaniz para que me sume a Huracán, a ser parte del plantel que se preparaba para el Federal C 2016. En ese momento volví a creer en mi mismo, como que me di otra oportunidad.

--Igual no fue fructífero el paso por el Globito del bulevar

--Es cierto, jugaba arriba con Keko Torrero, un grandísimo jugador, pero con características similares a las mías. Los dos nos movíamos por adentro, pretendíamos lo mismo y no nos dábamos cuenta de que uno opacaba al otro. El de Huracán fue un buen grupo, pero yo nunca pude lograr el rendimiento esperado para colmar las expectativas de los que me habían llevado.

“De ahí me fui a la Liga de Tres Lomas (Unión primero y El Ceibo y Jorge Newbery después), donde me fue bien y me valoraban por lo que aportaba, goles y presencia en el área. Pese a estar a gusto, sentía que jugar al fútbol era una obligación, que lo hacía como un trabajo y que no disfrutaba de las distintas bondades que te puede dar esta profesión. Viajaba mucho y me cansaba bastante, no entrenaba como lo tenía que hacer y consideraba que a la vida como futbolista que estaba llevando le faltaban atractivos que me hagan sentir pleno”.

--Sí, entiendo.

--Llegó un momento que decidí parar, porque amo al fútbol, pero lo que estaba haciendo no era lo que quería. Extrañaba ir media hora antes al entrenamiento, tomar mate en la utilería, la joda del vestuario, quedarte una hora después charlando y conociendo a tu compañero... Todo eso lo recupere ahora en San Francisco, donde soy feliz, porque acá recuperé la alegría y las ganas de jugar al fútbol. Y lo estoy disfrutando al máximo. Creo que este bienestar me llega en una etapa justa de mi vida.

--¿Físicamente como estás?

--Ahora bien. Cuando llegué me sentía pesado, y fue lo primero que hablé con Martín. En el club trabajan tres nutricionistas, las que me ayudaron a modificar mis hábitos en relación a las comidas diarias y a los tiempos de descanso. Se le da mucha bolilla a la balanza, pero se valora más la vida que cada jugador lleva, paralela al fútbol, en la búsqueda de la plenitud en cuerpo y alma.

“Todavía no estoy en mi peso ideal, arranqué con 95 y hoy bajé a 92 kilos, aunque me siento bárbaro de la cabeza. Si entrenás a conciencia, descansas adecuadamente y te cuidás, mejorás en todos los aspectos”.

“Estoy feliz, y el otro día se lo decía a Matías Moya, un fana de Sanfra que me hizo el contacto para que sume al equipo de Primera. Siento que estoy en el lugar que siempre quise estar, haciendo lo que amo con gente y colaboradores que me ayudan a progresar, que no son egoístas y que quieren lo mejor para mi”, se sinceró el 9 que a los 16 años debutó en la mayor de la Academia carhuense.

 

Entre el cielo y la tierra

Hekel arribó a Olimpo en 2012 y después de estar seis meses en las formativas locales, pasó a las Menores de AFA. Ese mismo año, estando en cuarta división, debutó en la Primera de la Liga del Sur (20 presencias y 2 goles) de la mano de César Soutullo. También pasó por la Reserva afista (8 cotejos y 2 conquistas).

Después vinieron: Independiente de Río Colorado (Argentino B 2014), Racing de Carhué (2015), Huracán (Argentino C 2016), Unión de Tres Lomas (2016, 11 tantos en 14 partidos), El Ceibo de Casbas (2017-20) y Jorge Newbery de Salliqueló (2021-2022).

“El año pasado salimos campeones del Clausura y la liguilla”, recordó.

--En 2018 sufriste una lesión que te hizo pensar qué hacer, si seguir o dejar. ¿Qué sucedió?

--Sufrí una molesta osteocondritis y parecía que mi carrera llegaba a su fin. No podía seguir, entonces me puse a hacer el curso de técnico, ya pensando en estar del otro lado de la línea de cal. Seguí, aunque me fui achanchando. Lentamente empecé a perder las ganas de seguir viajando para jugar un partido, es como que ya no le encontraba sentido a perder un domingo entero fuera de mi casa.

“Si a la zona vas como refuerzo y no rendís, ya empieza el conventillo: `este se está llevando la plata y no juega a nada´. Nunca llegué a que hablen así de mi, siempre cumplí, con goles o dejando todo por la camiseta que defendí, pero en un momento me habían empezado a mirar distinto y ya no me gustaba nada. Gracias a Dios el año pasado me tocó andar bien, hice goles en las finales y tenía todo a disposición para que vaya y juegue. Pero me daba cuenta que no estaba enfocado al cien por ciento y decidí cambiar de aire. Creo que no me equivoqué”.

Leandro se levanta a las 4, ingresa a trabajar a las 5, se sube al camión y sale a repartir hasta las 14.

“Son 9 horas de bajar, subir, cargar y descargar. Cuando llego a casa, almuerzo y duermo una siesta de 40 minutos antes de ir a entrenar. Estoy a full todo el día, pero lo hago con gusto porque este año encontré una motivación que me hace feliz y que no me permite relajarme”.

--Va ser un año de “buena leche”.

--Ja, ja. Ojalá. Este laburo lo tengo desde octubre del año pasado y, te puedo asegurar, me cambio la vida. Me hace bien tener la cabeza ocupada porque me doy mucha manija con el fútbol. Es como que en lo personal y en lo deportivo me encarrilé hacia un horizonte, siempre ayudado por la compañía de mi novia (Yanina Arrúa).

--Si te levantás a las 4, me imagino que a las 22 ya estás pegado a la almohada.

--Sí. Hay días que llego de entrenar, tomo unos mates y me acuesto a mirar tele, pero paso de largo y suena la alarma a las 4 de la matina. Siempre digo lo mismo: es un cansancio confortable.

--La alimentación, ¿en qué cambió?

--En mucho. El primer día que llegué le pedí a las nutricionistas que me enseñen a comer y que me saquen la ansiedad de abrir la heladera a cada rato para picar algo a cualquier hora del día. Sino fuera por el fútbol, hoy estaría pesando 130 kilos, tirado en un sillón con el control remoto en una mano y un alfajor en la otra. Amo comer, pero sé que soy un desastre.

“Ahora respeto las cuatro comidas diarias, ingiero alimentos equilibrados en nutrientes, calorías y proteínas y no me quedo con hambre. Antes tomaba un café con cuatro medialunas, ahora elijo dos barras de cereal. En la semana cumplo con la dieta al pie de la letra, después del partido hago algún desarreglo, pero respeto lo que me dicen y me aconsejan porque me siento cada vez mejor; lo veo reflejado en los resultados”.

--Nunca jugaste un Promocional, ¿como ves este que acaba de empezar?

--Durísimo. En la fecha que pasó, Libertad, que sufrió muchas bajas y no tiene a Sabatini por lesión, demostró que va a estar en la cartelera de favoritos. Corrió un montón y no se notó que era un equipo en reconstrucción. Ahora nos toca Rosario (mañana a las 17 en Punta Alta), otro que se armó con el ascenso entre ceja y ceja.

--Y San Francisco, ¿es candidato?

--Se armó bien y como institución sigue progresando. En el torneo hay cuatro candidatos de siete, porque Comercial, Rosario y Libertad van a estar en la pelea, por historia, jerarquía y porque saben a lo que juegan. El que menos puntos deje en el camino, esos que no tenés que perder, va a ser el que mejor va a andar. Nosotros tenemos herramientas y confianza, y eso es lo que nos lleva para adelante. Es difícil decir que Sanfra es candidato, va aun fecha, aunque sabemos que debemos corregir un montón de errores que venimos arrastrando desde los amistosos.

--¿Cuál es la falla más llamativa?

--Somos una maravilla para atacar, pero nos cuesta el retroceso, tener que marcar sin la pelota. No somos equilibrados ni usamos los bloques para movernos, y esos dos puntos son parte de la filosofía del DT. Debemos trabajar en equipo, entender que el sacrificio depende de todos y que los primeros defensores son los delanteros.

--Sanfra como club, ¿está en condiciones de dar el salto a la A de la Liga?

--Sí, porque a diferencia de otras entidades, tiene gente con ganas, trabajando y empujando, y eso es reconfortante para el jugador y todos los que día a día están pendientes para que al plantel no le falte nada.

“Se viene haciendo una gran labor desde abajo. Te doy un ejemplo: el otro día fuimos a entrenar al complejo del Hospital Penna, que es del club, y ver todo verde y parejo me causó un impacto conmovedor, porque en 2012, estando en Olimpo, jugué en esa cancha con arena que parecía talco, piedras y vidrios. Además, hay elementos para llevar adelante los ejercicios y el estadio luce flamante. Ojalá pegue el salto, y ojalá sea este año.

 

La compu de "Cocho"