Bahía Blanca | Domingo, 05 de mayo

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Los 10 años de la UMSur y el saludable ejercicio del contrapoder

Charlamos con el Secretario General de la Unión de Músicos del Sur, un indispensable para los trabajadores de la cultura. Hoy presentan el libro por los 10 años de la organización.

Astor Vitali, Secretario General de UmSur.

Hace más de dos décadas empecé a escuchar tanto en los bares como en lujosos palieres que a los músicos les hacía falta un sindicato para defender sus derechos. Organizarse entre pares. Hacerle frente al poder. Encabezados por Astor Vitali, hace 10 años se creó la Unión de Músicos del Sur.

De entrada comenzaron a trabajar local y regionalmente, pero realmente se hicieron sentir durante la pandemia de Covid-19. Los músicos se apoyaron en la Unión para poder comer. Aunque sea pucherear. Se organizaron presentaciones por streaming y colectas conmovedoras.

En términos políticos, ofrecimos un plan de contingencia al gobierno municipal para trabajar en salud mental, articulando contenidos culturales. El plan fue cajoneado y promovieron el trabajo gratuito".

Podemos nombrar más sucesos, entre ellos la defensa de las ordenanzas culturales locales (modelo en Latinoamérica) en conjunto con actores, bailarines, poetas y más protagonistas de la cultura. No hace mucho hubo popular resistencia en el Concejo Deliberante.

Hay más. Por eso hoy harán un repaso de logros, virtudes y deudas pendientes a lo largo de la última década. Presentarán el libro “Unión de Músicos del Sur, 10 años construyendo derechos laborales y culturales”, escrito por el comunicador Mauro Llaneza.

La cita es a las 18, en el Auditorio del Centro Histórico Cultural de la UNS (Rondeau 29).

“Este libro implica la posibilidad de ponernos a reflexionar colectivamente acerca de qué significan diez años de una organización nueva en la región, qué aportes concretos pudimos sumar a una ciudad que tiene historia en materia cultural y qué nuevas discusiones debemos proponernos en este contexto social, político y cultural en el que parece que los seres humanos no encontramos una salida en común”, aclara Astor Vitali, Secretario General de la UmSur.

Creo que la batalla más tediosa la encontramos en una circunstancia que vuelve cada año y que no tiene visos de mejorar: la mediocridad de los funcionarios públicos y del empresariado en general".

--¿Cuáles son las conquistas que más orgullo le generan?

—La primera es haber concretado una organización democrática, un ámbito común en el que los músicos y las músicas de la región participamos, confiamos porque somos parte y esto da respuesta concreta a la pregunta ideológica de si es posible construir con otros o debemos salvarnos individualmente. Sin duda alguna, como dice en el libro el maestro Alberto D´Alessandro, que exista UMSur significa saber que no estamos solos.

“Luego, haber podido construir la referencia de una tarifa mínima para el trabajo que llevamos adelante las personas que trabajamos en diferentes tareas de la música es verdaderamente significativo porque opera como una certeza allí donde había vacío: antes de UMSur tanto el estado como los privados pagaban (cuando pagaban) lo que querían y claramente abusaban de nuestra realidad de precarización laboral”.

Los derechos culturales están cobijados por nuestra constitución desde la reforma del 94".

“La participación en diferentes multisectoriales e instancias de debate social acerca de cuál es la ciudad en la queremos vivir, sumar una voz colectiva en sentido propositivo es también un logro.

Sin duda, la lucha por la recuperación de instancias verdaderamente significativas para la niñez (tema soslayado ampliamente por casi todas las agendas) como la Orquesta Infanto Juvenil del Barrio Miramar es un ejemplo de cómo es posible no bajar los brazos y trabajar colectivamente por lo que es nuestro por derecho propio como comunidad”.

Sangre, sudor y lágrimas

--¿Cuáles fueron las batallas más largas y tediosas?

—Creo que la batalla más tediosa no la podemos ubicar en un conflicto en particular (aunque podríamos mencionar que la pelea por la OIJBM fue de tres años) sino que la encontramos en una circunstancia que vuelve cada año y que no tiene visos de mejorar: la mediocridad de los funcionarios públicos y del empresariado en general.

"Estos actores que intervienen en la cosa pública –y muchas veces definen más que las mayorías– no sólo no manejan los temas culturales sino que reducen el concepto de cultura al de entretenimiento e industrias culturales, siendo la cultura un lienzo mucho más matizado y colorido que un problema de sumas y restas.

“Cada vez que asume un funcionario, una comisión en el HCD o un actor privado pretende erigirse como productor (sin invertir) significa volver a empezar a hablar de cosas que deberían ser políticas de estado, dado que los derechos culturales están cobijados por nuestra constitución desde la reforma del 94.

La participación como una práctica cotidiana

--¿Cómo lidiaron con la bajada de línea neoliberal del “no te metás en política” o “los sindicatos son todos mafiosos” para construir socialmente?

—Hay una bronca contra algunos sindicalistas que es justificada: si tu dirigente sindical, que debería ser un par, no es un trabajador sino un empresario… bueno, hay algo que está mal. Pero también hay toda una tradición crítica del sindicalismo democrático que mantiene conductas éticas y propuestas políticas que defienden los intereses de los trabajadores y de las trabajadoras.

“La mejor manera de enfrentar esos discursos que tienden a romper el tejido social, a evitar los lugares de encuentro y discusión es, precisamente, llevar adelante una política en la que la participación no sea un elemento de un discurso vacuo sino una práctica cotidiana de la organización, que sea realidad y no tan solo discurso. No hace falta explicar las virtudes de algo cuando se ejerce. Del mismo modo que el poder se ejerce, el contrapoder también (no se declama)”.

Actos destacables dentro de un período olvidable

--Les tocó atravesar una pandemia e hicieron mucho por los colegas. ¿Qué conclusiones les deja ese triste período?

—Hay dos o tres cuestiones que podemos decir sobre este tema. En primer término, hemos sido testigos de cómo la economía capitalista no solo no se “humanizó” frente a ese gran drama que fue la pandemia sino que profundizó sus características más crueles: mientras millones padecían arduo flagelo, los más ricos se enriquecieron más –y por consecuencia- los pobres se empobrecieron más.

"Como contracara de esto, la solidaridad por abajo fue la respuesta de la comunidad y de las organizaciones populares. En términos generales, vimos cómo en los barrios se abrieron comedores populares, sistemas solidarios: el pueblo se organiza.

“En nuestro caso, desarrollamos la Red de Emergencia que pudo otorgar un subsidio mensual de abril a diciembre de 2020, para paliar la situación y tuvo un impacto muy positivo. Hubo solidaridad y organización.

"En términos políticos, ofrecimos un plan de contingencia al gobierno municipal para trabajar en términos de salud mental, articulando contenidos culturales. El plan fue cajoneado y promovieron el trabajo gratuito.

“Podemos decir, como corolario, que logramos tener propuesta política hacia la comunidad y que logramos desarrollar un plan de emergencia que asistió a todo un sector de nuestro gremio que padece altísimos grados de precarización laboral.

"En síntesis, aprendimos que ante situaciones límite, las organizaciones populares sabemos elaborar respuestas colectivas que intenten contener al conjunto de la comunidad. Como contra partida, las políticas gubernamentales conservadores y el sector privado promueve la división y se beneficia del malestar general.

“Algunas de estas experiencias están retratadas en el libro, y lo cuentan sus protagonistas”, concluyó.