Bahía Blanca | Martes, 07 de mayo

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Bahía: entre rayos y tormentas eléctricas cada vez más habituales

"La región está más propensa a recibir este tipo de eventos en estos meses de calor, que van de diciembre a marzo”, explicó el licenciado Carlos Zotelo. 

Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva.
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Audionota: Mariano Muñoz (LU2)

No hay dudas que el rayo es uno de los fenómenos naturales más fascinantes y espectaculares de la naturaleza. La potente descarga electrostática que representa ilumina el cielo durante las tormentas eléctricas.

Sin embargo, no hay que olvidar que el rayo impacta sobre la Tierra con gran fuerza, y sin la protección y prevención apropiada puede suponer un importante peligro para las personas, los animales, los edificios y los equipos eléctricos y electrónicos.

Tan fascinante como destructivo, es responsable de hasta 24.000 muertes al año, debido a que descarga electrostática abrupta de millones de voltios y cientos de miles de amperios. 

Su paso deja desde cortes de electricidad e incendios forestales hasta daños en las infraestructuras, tal como sucedió en nuestra ciudad en un par de acontecimientos en lo que va del año.

“Es probable que Bahía tenga cada vez más tormentas eléctricas. La región está más propensa a recibir este tipo de eventos en estos meses de calor, que van de diciembre a marzo”, explicó el licenciado Carlos Zotelo, climatólogo del Centro de Recursos Naturales Renovables de la Zona Semiárida (Cerzos) del Conicet. 

Y añadió: “Comparando, es evidente que se desarrollan más tormentas en esta zona. Por ejemplo, en la década del '70, en enero, se formaban 1,8 tormentas. Y desde el 2015 para acá, estamos en un promedio de 2,3 en el primer mes del año”.

Según Zotelo, éste no es un efecto local, sino regional. 

“Muchas de las tormentas suceden por la formación de núcleos en el sur de Mendoza y sur de La Pampa que se desplazan hacia esta región. Involucra a toda la zona sur de la franja central del país”, amplió.

“No es novedad que viene aumentando la temperatura, ya que el cambio climático se está evidenciando de esa manera. Eso produce que los contrastes térmicos son cada vez más grandes. Hoy es bastante normal en esta región llegar a los 38 ó 40 grados en estos meses de verano”. 

Precisamente, las tormentas eléctricas se forman por el contraste de dos masas de aire. Una de aire muy caliente y otra templada. 

“Cuanto más grande es la diferencia de temperatura entre una y otra, más desarrollo vertical tendrán las nubes que se forman. Si hay mucho desarrollo vertical, al aire caliente que sube, se enfría, se condensa, se transforma en partículas de hielo y esas partículas chocan entre sí, generando las tormentas eléctricas”.

Un rayo es una fuerte descarga natural de electricidad estática producida durante una tormenta eléctrica que genera un pulso electromagnético. 

La descarga eléctrica precipitada del rayo es acompañada por la emisión de luz (conocida como relámpago) causada por el paso de corriente eléctrica, que ioniza las moléculas de aire; y por el sonido del trueno, causado por la onda de choque. 

La electricidad que pasa a través de la atmósfera calienta y expande rápidamente el aire, produce el ruido característico del trueno.

Los rayos pueden provocar diferentes efectos: térmicos, fisiológicos, electrodinámicos o electroquímicos, entre otros. 

Los térmicos y los fisiológicos son los más importantes. Los primeros son debidos a la alta temperatura que alcanza el canal por donde circula la corriente de un rayo, dejando temperaturas de hasta 20.000 grados. Por otro lado, los fisiológicos afectan a los seres vivos y son debidos a las tensiones tras la descarga del rayo en la tierra.

Ante esta situación, los especialistas indican que es crucial que los hogares cuenten con una puesta a tierra, ya que las personas quedan expuestas a sufrir cortocircuitos o incluso a que algunos de los electrodomésticos queden averiados.

Un sistema de polo a tierra es un seguro ante cualquier falla o perturbación indeseable, como cortocircuitos, que producen corrientes altas y pueden tener contacto con las personas. 

Consiste en proporcionar un camino de baja resistencia a una corriente eléctrica no deseada. Es decir que en caso de un cortocircuito, la corriente se desviará a un punto que no afecte a los aparatos ni a quienes los manipulan.

Dicho sistema necesita de una varilla de cobre, de un diámetro cercano a 1,5 centímetros y una longitud de 2,4 metros. Denominada jabalina, debe enterrarse totalmente bajo tierra dejando unos 50 centímetros entre esta y la superficie.

El sistema funciona por medio de un tercer cable que se incluye en los enchufes eléctricos. Ese cable es el conductor y es el encargado de proteger contra el choque eléctrico.

Una vivienda normalmente estaría protegida de un rayo si tiene un edificio alto al lado. Eso se conoce como el efecto carpa de circo. 

No obstante, el edificio sí estaría expuesto ante cualquier descarga eléctrica y para protegerlo es necesario un pararrayos. 

¿Quién lo inventó?

Benjamin Franklin inició sus experimentos sobre la electricidad en el año 1749, defendiendo la idea de que las tormentas son fenómenos eléctricos. En 1752 publicó un artículo en el que proponía colocar varillas de acero sobre los tejados para protegerse de la caída de los rayos, lo cual empezó a probarse en Inglaterra y Francia. En 1753 presentó la llamada teoría del fluido único para explicar los dos tipos de electricidad atmosférica: positiva y negativa. A partir de entonces nacieron los pararrayos, que se diseñaron para excitar y atraer la descarga y luego conducirla hacia la tierra, contrariamente a lo que indica su nombre.

En 1753, el ruso Georg Wilhelm Richmann intentó seguir con las investigaciones de Franklin relacionadas con el efecto de protección, pero al poco tiempo murió tras el impacto de un rayo. 

Dos siglos después, en el año 1919, Nikola Tesla definió correctamente el principio de funcionamiento del pararrayos y rebatió las teorías de Benjamín Franklin. Desde entonces, la industria del pararrayos ha evolucionado y ahora se fabrican distintos tipos, aunque todos con el mismo principio físico.

¿Para qué sirven?

Un pararrayos es un terminal aéreo que realiza la protección externa de un edificio o estructura de los posibles impactos directos de los rayos. 

Se debe instalar siempre por encima de la parte más elevada de la estructura a proteger y será encargado de captar y canalizar de forma segura la descarga del rayo.

Disponen de un cuerpo metálico y una punta conectados mediante una red conductora a un sistema de puesta a tierra donde se disipa la descarga del rayo. Una instalación de pararrayos está compuesta de tres elementos: un electrodo captador, que es el pararrayos, una toma de tierra eléctrica y un cable para conducir la corriente producida.

El pararrayos se centra en ionizar el aire a partir de un campo eléctrico natural generado en el suelo por la tormenta para captar los rayos que pudieran caer en la zona que se desea proteger.

En la actualidad existen cuatro sistemas de protección avalados por la normativa: el pararrayos Franklin, la Jaula de Faraday, el pararrayos con dispositivo de cebado y los cables de guarda. El pararrayos con dispositivo de cebado PDC es el más utilizado, ya que proporciona un mayor radio de protección y su instalación es más sencilla y económica. 

¿Se usan en Bahía?

Aunque no se puede determinar la cantidad de edificios que tengan, ya que tampoco está del todo clara la normativa para que en las construcciones se coloquen en la parte más alta, muchos desarrolladores locales utilizan pararrayos.

“Los edificios de cierta altura deben tener una señal luminosa para la seguridad de los aviones o helicópteros. Esa señal, por lo general, se ubica arriba de una torre y esa torre se aconseja que cuente con un pararrayos. Las reglas del buen arte, en lo que respecta a seguridad eléctrica, indica que en un edificio de altura debería contar con uno”, manifestó el ingeniero Daniel Dotti, jefe de Electricidad y Mecánica del Municipio.

El ingeniero bahiense Horacio Di Prátula, especialista en el tema, señaló que contar con un pararrayos tampoco otorga seguridad plena.

“Desde el punto de vista normativo, no es obligatorio contar con un pararrayos en los edificios. Lo que hace el pararrayos es aumentar la posibilidad de ocurrencia del rayo en ese lugar, pero no asegura que va a caer sí o sí ahí. El rayo es aleatorio en cuanto a su recorrido, porque en realidad puede caer en cualquier lugar”. 

Y añadió: “Lo más probable es que el rayo caiga en el edificio, porque es lo más alto. Si eso ocurre puede romper mampostería, como ya ocurrió hace unos días atrás, electrificar un poco las instalaciones y deteriorar algunos artefactos por la suba de tensión”. 

El ingeniero Ricardo Trobiani Rognoni, que ha hecho gran cantidad de edificios en la ciudad, manifestó que él tiene como costumbre colocar ese sistema aunque no haya normativa al respecto.

“No hay nada escrito al respecto para la ciudad sobre este tema sobre todo porque Bahía no era considerada una ciudad de riesgo con la caída de rayos. Pero evidentemente todo ha cambiado”.

En ese sentido también se refirió el ingeniero Ariel Arias, también uno de los más activos constructores de edificios en la ciudad.

“Aunque la normativa al respecto no es del todo específica, considero que todo lo que sea preventivo, es bienvenido. Y un pararrayos, obviamente, es preventivo. Nosotros los utilizamos. De todos modos, un pararrayos tampoco asegura que los siniestros no ocurran. Pero sí está claro que son muy útiles en caso de tormentas eléctricas”.

Por otra parte, los especialistas hicieron hincapié en la importancia de los pararrayos en buen estado para un correcto funcionamiento.

"Son importantes pero tienen una vida útil, un pararrayos es un cable a tierra de cobre enterrado a dos o tres metros debajo de la tierra, cumple la misma función de disipar la actividad eléctrica de un rayo, en vez de caer sobre un edificio o sobre la superficie en general, la descarga eléctrica es transportada debajo de la tierra".

Por ello, es fundamental que los pararrayos estén en condiciones. 

"Cada vez que un pararrayos recibe un rayo se va quemando, se va degradando el material y va perdiendo su eficiencia, entonces con dos o tres rayos el cable del pararrayos queda totalmente quemado, el cable queda de color negro y sin la eficiencia necesaria".

La reglamentación municipal al respecto es muy escueta. Y sólo indica que la comuna indicará la necesidad de instalar un pararrayos en obras que, por su altura o por sus especiales características, sean susceptibles de ser dañadas por descargas eléctricas atmosféricas. No se menciona en el artículo la palabra “obligatoriedad”.

En otro inciso, señala que la punta de la barra de un pararrayos estará ubicada por lo menos un metro sobre las partes más elevadas de un edificio, torre, tanque, chimenea, antenas y mástiles aislados.

“En las cumbreras de los tejados, parapetos y bordes de techos horizontales o terrazas, las barras de los pararrayos se colocarán a distancias que no excedan los 20 metros entre sí, siempre que la municipalidad no fije otra medida”, manifiesta.

Los récords, en números

Un comité de la OMM, que recaba información sobre fenómenos meteorológicos y climáticos extremos, validó dos récords registrados en América: los rayos de mayor extensión y duración jamás registrados en el planeta.

El rayo de mayor duración fue de algo más de 17 segundos. Se produjo el 18 de junio 2020 en zonas de Argentina y Uruguay.

El de mayor extensión cubrió una distancia horizontal de 768 ± 8 km a través del sur de los Estados Unidos el 29 de abril 2020. Cabe destacar que, en 2019, la mayor duración continuada de un rayo también se registró en Argentina, en el norte del territorio. Ocurrió el 4 de marzo durante 16,73 segundos (un poco más de 16 segundos), lo que resulta 0,37 segundos más breve que el récord actual del 2020.