Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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Desde Chile '62 hasta hoy pegó 8.100 figuritas y ya llenó el de Qatar 2022

“Locura, enfermedad, que lo llamen como quieran, pero es un hobby hermoso”, sostiene Angel Ruiz, el “Pasti”, bahiense, apasionado del fútbol y coleccionista de figuritas desde hace 54 años --tiene 60--. Los álbumes de los últimos 16 Mundiales los tiene completos, en folios y solo los sacó de una cajonera especial para las fotos de la nota.

Fotos: Rodrigo García-La Nueva.

Por Sergio Daniel Peyssé / peche1503@hotmail.com

Instagram: @sergiopeysse

Twitter: @elpeche1973

(Nota ampliada de la edición impresa)

   La ilusión que genera la Selección Argentina camino a Qatar 2022 sigue despertando emociones explosivas entre aquellos que, se quejen o no de la sociedad en la que vivimos, refuerzan día a día su esperanza de ver a la “Scaloneta” levantando la Copa del Mundo como lo hicimos en 1978 y 1986.

   Rezos, promesas, lágrimas, ¿quién no hizo algo por la albiceleste alguna vez? El fútbol nos une y el Mundial nos paraliza, a tal punto que en la cuenta regresiva surgen ocurrencias de todo tipo, en su mayoría disparatadas e íntimamente ligadas al “argentinismo” que nos caracteriza, sobre todo fronteras afuera de nuestro país.

   Una de ellas es la efervescencia que se generó alrededor de las figuritas de la cita ecuménica de Qatar, que se transformó en furor cuando la editorial Panini lanzó al mercado el álbum y el primer tiraje de paquetes, que en horas fueron “devorados” por coleccionistas de todas las edades, entre ellos miles de personas contagiadas por un boom que los que llevan décadas acopiando y pegando “figus” no logran entender ni interpretar.

   La cantidad que salió a la venta se agotó rápidamente, el stock no dio a basto y los kioscos que compraron 10 o mil tuvieron que colgar el cartel “No hay álbumes ni figuritas” ante la insistencia de los más chicos, pero también de mamás, papás, tíos, abuelas y abuelos.

   Y así fue en toda la Argentina. ¿Qué fue lo que realmente pasó?, ¿o qué es lo que está sucediendo?

   “Llevo años en esto y nunca vi algo parecido; es la primera vez que a donde vas te hablan de las figuritas del Mundial. Me llama la atención el entusiasmo de la gente en querer llenar el álbum o en pretender cambiar las repetidas. Es increíble, aunque en esta ocasión, la presencia de la mujer equiparó, y hasta me animaría a decir que en algunos rangos de edades hasta superó lo que siempre fue un hobby de hombres”, sostuvo Angel Alberto Ruiz, un experimentado coleccionista de stickers que vale la pena conocer.

   “Decime `Pasti´, que es como me conocen todos”, fue su segunda petición. La anterior la había hecho minutos antes, cuando propuso que la nota sea en la plazoleta Roberto J. Payró, que es parte del diseño original de la manzana que ocupa el teatro municipal desde 1913.

   En ese lugar, en el año del Mundial, se producen encuentros entre “figusnautas” con el único fin de intercambiar cromos, por lo general en días y horarios establecidos: sábados, domingos y feriados, a partir de las 14 y hasta que “dé”.

   “Te aclaro que en los años donde no hay Mundial, los más perseverantes, los de siempre, lo que amamos esto, nos juntamos todos los sábados para cambiar y canjear las figuritas que son parte del mercado en ese momento”, se apresuró a decir Angel, portero desde hace 20 años del edificio de calle Vicente López 190.

   “Desde este lugar, por videollamadas o audios de WhatsApp cotejamos con un grupo de fanáticos que se reúne en el parque Rivadavia de Caballito, y ahí comienzan las `negociaciones´... (risas). Una vez por mes, Maru, la referente de allá, se comunica con Javier Perruccio, coordinador de acá, para acordar el envió de las figus con las referencias de cada coleccionista, que van y vienen vía terrestre. Cuando recibimos acá, recepcionan allá, todo más que claro”, cuenta este veterano de Guerra de Malvinas que acaba de cumplir 60 “pirulos”.

   Ni media vuelta de tuerca necesitó para volver al tema central de la nota, porque de alguna manera u otra, él, más que nadie, tenía que encontrarle sentido a esta “locura” que generó que más de uno elija comprar un paquete de figuritas antes que cualquier alimento de la canasta básica y de primera necesidad.

   “Yo creo que esta furia inusitada se da por tres cuestiones: la gente necesitaba encontrar un motivo para expresarse, para salir de la casa y ser libre eligiendo una actividad tan noble como esta después de una pandemia durísima para toda la humanidad; el segundo punto tiene que ver con que puede ser el último Mundial de Messi y el tercero porque contamos con muchas chances de ser campeones; no te olvides que festejamos en la Copa América y el Seleccionado lleva una racha invicta de 33 partidos que ya es histórica”, apuntaló “Pasti” mientras del sobrecito que abría emergía la imagen del arquero albiceleste “Dibu” Martínez.

   “Hay una expectativa inusitada con respecto a todo lo que rodea a la Selección, y las figuritas no son la excepción. Y acá estamos, juntando, preguntando y asesorando a los más jóvenes sobre este apasionante arte, como le suelo denominar”, afirmó mientras sujetaba, con una banda elástica, el toco de “repetidas” --unas 200-- que estaba dispuesto a mostrar.

   --Te escuché decir que era como una “enfermedad” rara y sin diagnóstico, que te saca tiempo pero que no afecta a la salud. ¿Me lo podrías explicar?

   --Es una enfermedad linda, es como sumergirte en un mundo mágico donde el placer máximo es tener en tu poder todas las figuritas y un álbum completo. Esta pasión me surgió hace más de 30 años, cuando estaba en segundo grado de la Escuela Nº 29 (Domingo Faustino Sarmiento) del barrio La Falda, donde me críe y crecí.

   “En ese momento, a la salida del Colegio, llegaban representantes de la marca o de la empresa que patrocinaban las figuritas, que hoy no recuerdo el nombre, y regalaban dos paquetitos por alumno. ¿Qué hacía yo? Daba la vuelta, saltaba el paredón, volvía a pasar y me iba a mi casa con ocho o 10 sobres que tenía que abrir sí o sí antes de tomar la merienda”, rememoró el entrevistado.

   --¿Te acordás de qué eran esas figuritas?

   --Uhhh... Las primeras que empecé a juntar eran las redondas de chapa con la cara y el nombre de un jugador de algún equipo de AFA de Primera división. También estaban las de Tarzán, esas eran hermosas, con mucho brillo. Al mismo tiempo, para las mujeres, salieron las de Cenicienta y Caperucita, y en esa también me prendía. Hacía la fila para que me entreguen y mis compañeros me decían de todo, pero yo coleccionaba todo lo que había.

   “Pasti” asegura que, desde el Mundial de Chile en adelante, tiene todos los álbumes completos.

   --Perdón, si no saqué mal la cuenta, naciste en 1962, el mismo año que se jugó la Copa en tierras trasandinas, ¿ese álbum, lo heredaste?

   --Lo conseguí 20 años después, lo pude canjear con un chileno, que me pidió el del Mundial '90, y como yo tenía dos, llegamos a un acuerdo para intercambiar. El de Chile es en blanco y negro, con fotos gruesas que se pegaban con engrudo o plasticola. Un tesoro divino.

   --Y más atrás en el tiempo, ¿existían las figuritas?

--Por lo que pude investigar, las figuritas nacieron con el primer Mundial, el de 1930 en Uruguay, aunque cobraron popularidad en la década del `40. Por un álbum de esas épocas piden cifras desorbitantes, escandalosas, y no estoy dispuesto a vender mi casa para poder empezar a negociar... (risas). Eso sí, hay que ver en que estado están, pero creo que se paga lo que realmente vale.

 

La doble 0 fue la última

   “El jueves terminé de completar el álbum de Qatar, me faltaba la 00, que es el logo de Panini, la más brillante de todas y con un jugador haciendo una media chilena. Se la cambié a un colega bahiense por tres escudos de Selecciones. Ahora me voy a abocar a ayudar a mis sobrinos y a amigos que están en la recta final del llenado”, dijo este hincha y socio de Olimpo, más aliviado después de haber pegado la adhesiva 640.

   “Si no hubiese habido escasez y tanto furor, lo completaba mucho antes. Esta vez tardé demasiado, más de lo que había calculado si estaba todo normal y en condiciones”, acotó.

   --Apelo a tu sinceridad, “la difícil”, ¿mito o realidad?

   --Mirá, muchas veces la fabrica elige hacer menos cantidad de un determinado jugador por negocio, para que haya más demanda y un mayor consumo. Y les sirve el hecho de que esa figurita que no se consigue esté en boca de todos, que se sepa que nadie la tiene y que no la podés cambiar por ningún lado, porque de esa manera logran que la ansiedad y la desesperación te hagan ir por más paquetes, y así comprar, comprar y comprar...

   “Que yo recuerde, solo en el Mundial de Alemania `74 existió `la´ difícil. En realidad eran dos: Mukombo (Nwanza, defensor), de la Selección de Zaire (única Copa del mundo en la que participó), y Sepp Maier (Josef Dieter Maier), arquero de Alemania Federal, que es la que más me costó conseguir. En ese tiempo no había celulares ni redes sociales, el intercambio era por correo, y corté clavo como 15 días hasta que me llegó”.

   --¿A quién se la cambiaste?

   --A un muchacho de Rosario que me exigió 30 que yo tenía repetidas. Le dije que sí con gusto, no la podía conseguir por ninguna parte; fue un golazo que este chico haya contestado a un aviso clasificado que yo había publicado en La Nueva Provincia.

   “Más acá en el tiempo, en el de Francia `98, pasó algo insólito: al continente sudamericano no llegaron las imágenes de tres jugadores ingleses y tampoco el equipo de Irán. No me preguntés como los conseguí, en esta la memoria me falla, pero creo que fue un intercambio con un italiano que ya había completado su álbum y se puso en campaña para mandarme lo que a mi me faltaba, sobre todos la de los iraníes, que no se conocían ni en `figurita´, ja,ja,ja”.

   Tenía algo más que aportar: “Hoy en día está al servicio `álbum lleno´, es decir que le podés pedir a Panini las figuritas que te faltan para completar el tuyo, sin repetir números en cada encargue que realizás. También podés solicitar, a otro precio, los álbumes llenos de cualquiera de las ediciones que ellos lanzaron; en este caso las figuritas vienen impresas y no pegadas”, sostuvo quien, hasta el momento, en 16 álbumes distintos pegó 8.100 figuritas.

   Ahhh, ¿no me cree? El detalle: Chile '62 (150 unidades), Inglaterra '66 (250), México '70 (350), Alemania '74 (420), Argentina '78 (460), España '82 (500), México '86 (550), Italia '90 (550), Estados Unidos '94 (550), Francia '98 (600), Corea-Japón '02 (600), Alemania '06 (620), Sudáfrica '10 (620), Brasil '14 (620), Rusia '18 (620) y Qatar '22 (640).

   --Messi va a disputar su quinto Mundial, aunque nunca fue figurita difícil, ¿por qué?

   --Mirá, la difícil la creamos en nuestra propia mente. Muchos, al abrir un paquete, se encuentran con Messi, Cristiano Ronaldo o Neymar, y ya imaginan que de esas van a haber pocas. Entonces se la guardan, se convencen de que es la más difícil y te la quieren cambiar por 100, 200 o 300. No lo crean, en mentira, siempre la más difícil va a ser la de un ignoto, como un coreano, un africano o un portugués de esos que no dicen nada. Eso lo define la editorial, no un coleccionista. No hay figuritas difíciles, aunque es verdad que a veces largan menos cantidad de un determinado jugador. Pero salen, puedo dar fe de eso”.

   En tiempos no tan lejanos, cada vez que se completaba un álbum, en una distribuidora de nuestra ciudad te lo canjeaban por una pelota de fútbol o una muñeca. En algunos casos, en los sobres venía un vale por un premio sorpresa.

   “Estás hablando de hace 30 años atrás. Los álbumes tenían un troquel atrás, que era lo que te tenían que cortar para poder darte el premio, pero ¿sabés qué hacían? El troquel te lo cortaban y te daban la pelota o la muñeca, pero ellos se quedaban con tu álbum. Es decir que los hijos, sobrinos y nietos de los que trabajaban en esa distribuidora, en su momento muy famosa pero que hoy ya no existe, tenían los álbumes llenos gracias a vos”, manifestó con rabia el señor “figurita”.

   “Hoy en día no te dan nada por llenar el álbum, pero a mi no me importa, yo prefiero completarlo y tenerlo en mi casa; para mi es como un documento, todos los que tengo los cuido más que a mi DNI”, detalló mientras protegía del viento el cuadernillo cuadrado con figuritas del Zorro que, según manifestó, pertenecen a una reliquia de principios de los `70.

   “¡Mirá, la colección completa de Dragón Ball!”, aclamaba mientras escarbaba en la valija con rueditas repleta de álbumes.

   “Solo traje algunos, tengo muchísimos más, todos en cajas con tapas enumeradas. Tengo las de Pokemón, las de Briagada A, las del Brigada Cola y un álbum de El Chavo y otro del Chapulín Colorado que me hacen volver a la infancia cada vez que decido ojearlos un poco. Esos dos me los trajeron desde Chile, hermosos, y creo que acá en Argentina son inéditos”, esgrimió Angel, casado con Lorena García, tan fanática de este pasatiempo como él.

   “Mi señora colecciona figuritas relacionadas con películas, series de TV, infantiles, tiene de todo, incluso mucha más variedad que yo”, confirmó.

   --Cuando ibas al colegio secundario, ¿no se burlaban de vos porque coleccionabas figuritas?

   --¡Cómo!, me liquidaban, algunos me decían “grandulón, ¿no te da vergúenza?”, pero a mi no me afectaba. Iba al Colegio Nacional, a la noche, pero antes o después de clase encargaba todos los paquetes que podía en el kiosco de Sarmiento y Mitre. A veces tenía la plata justa para un sandwich, pero al hambre lo podía controlar y a la pasión por las figus no, así que imaginate donde gastaba las monedas que traía de casa.

   “Cuando mis compañeros me tomaban para la chacota, les respondía: `es un placer que ustedes no van a sentir nunca´. Yo compartía los recreos con ellos, jugábamos al fútbol juntos, hacía las mismas actividades que el resto, pero coleccionaba figuritas, una afición que, parece, ahora no está tan mal vista como antes”, comentó quien le dedica noches enteras a este “delirio” que, según reconoce, a veces se hace “incontrolable”.

   “Cuando salgo de trabajar, pongo el foco en las figuritas, en dividir las repetidas, a mirar los grupos de Facebook, etc. Soy muy ansioso, y la que me controla es mi señora, doña paciencia”, sonrío.

 

El dolor de tener que recordar

   Mientras “Pasti” hablaba, yo pensaba “tiene que haber coleccionado otros objetos, billetes, estampillas, monedas, bolitas, cospeles, no sé...”

   “Mi otra pasión es recolectar o pedir elementos relacionados con la Armada Argentina, desde insignias hasta gorras, guantes y birretes. Tengo una bandeja, la marmita, la bolsa de viaje, el bolsito azul de gala, el equipo de rancho completo, toallas y toallones, todo original y con el logo de la Armada. También heredé, de grandes amigos, dos sables, uno de un capitán de navío y otro de un suboficial mayor, a los que no nombro porque están fallecidos”.

   --¿Fuiste parte de la Armada?

   --Fui soldado conscripto entre 1981 y 1982, cuando hice el SMO (Servicio Militar Obligatorio). Soy veterano de guerra de Malvinas continental, es decir que fui parte del conflicto bélico pero no me tocó ir a las Islas. El 1 de junio de 1981 ingresé a Campo Sarmiento, hice la instrucción, juré la bandera y mi destino fue el hospital Naval de la base Puerto Belgrano, de donde me fui de baja el 6 de agosto de 1982, poco tiempo después de una guerra triste y dolorosa.

   Tragó saliva y siguió: “mi función era colaborar con el traslado de heridos que llegaban a Espora desde Malvinas, una especie de cadete de enfermería. Los íbamos a buscar para trasladarlos al Hospital Naval, aunque muchos morían al subirlos a las ambulancias o en el camino. Hubo días que hicimos como diez viajes, siempre eran de noche o de madrugada, y a escondidas, para que la gente no pueda ver las bajas que íbamos teniendo o que sospeche de que estábamos perdiendo la guerra”.

   “Me tocó ir a buscar a Giachino (Pedro Edgardo), el primer argentino muerto en combate. Lo tuve que cargar en mis brazos... (pausa) Fue terrible, traumático; es algo que no le deseo a nadie”.

   De repente, los ojos se les llenaron de lágrimas: “fue desgarrador ver cuando llegaron los sobrevivientes del Crucero General Belgrano. Había miles de personas, detrás de un alambrado, ansiosas por saber si entre esos tripulantes estaba el familiar que tanto estaban esperando. La APM no dejaba pasar a nadie, y fue durísimo poner la cara, y con planilla en mano, informar si tal o cual combatiente figuraba como arribado, muerto o desaparecido. Sin palabras”.

   Cerró los ojos, permaneció en silencio algunos segundos, y salió con un tema que me dejó boquiabierto, sin respuestas, pensando en que se me podría haber ocurrido para descomprimir semejante tensión.

   “Durante la guerra no podés hacer otra cosa, entonces cuando llegué a mi casa y volví a la vida, me acordé que se me había pasado por alto el Mundial de España de 1982 (aseguró que ni había podido ver los partidos de Argentina). No tenía álbum ni figuritas, pero el dolor por todo lo que había sucedido con la patria y nuestros soldados me había impactado tanto que me desenfoqué por completo durante 1983 y 1984. La cabeza iba a mil por hora y no tenía ganas de nada, ni siquiera de salir a la calle”.

   “Todavía hoy llevó clavado en mi piel el dolor de tener que recordar esa guerra, innecesaria, insufrible, donde murió gente inocente que puso el corazón y la vida para pelear con ingleses preparados tecnológicamente de otra manera”.

   --¿Podés seguir?

   --Sí, ya está. Me preguntabas por el álbum de ese Mundial, lo conseguí cuatro años más tarde, creo que compré las figuritas por un lado y el álbum por otro; no sé a quien, pero recuerdo que las pegué yo.

 

De Maradona a Pezzella

   “El único argentino que tiene todos los álbumes de los Mundiales se llama Roberto y vive en Buenos Aires. No sabemos si hay otro en el mundo, pero él es más fanático que yo; tiene todo y, según me dijeron, vive de esto”, indicó “Pasti”.

   “Esta es una pasión sin límites, incluso que ayuda a la educación de los más chicos. Muchos padres me han comentado que sus hijos aprendieron los números mirando las figuritas. Otros se largaron a escribir con el álbum en la mano, increíble pero real. Además, logran interpretar, leer, grabar y asociar imágenes, y saber, entre 600 figuritas, si la tienen repetida o no”, señaló con cierto orgullo, incluso haciendo mención a un instructivo que él mismo ideó antes del Mundial de Rusia 2018 y que denomino “aprender coleccionando”.

   “Hay chicos que te sacan el número de figurita por la cara del jugador, en cambio yo la tengo que seguir dando vuelta para saber donde ir a pegarla”, indicó el administrador del grupo de Facebook “Canje de colecciones de figuritas en Bahía Blanca”.

   “En el último mes ingresaron casi mil personas, ahora somos cerca de 3000. El otro grupo se llama `Cambio, compra y venta de álbumes y figuritas en Bahía Blanca´. En este hay vía libre, en el mío está prohibida la venta de los stickers vigentes en el año calendario, al menos no se puede hacer en la publicación, siempre para respetar a los preventistas y kiosqueros que se dedican a comercializar la colección de ese momento”.

   --Cuando eras chico, ¿ganabas figuritas jugando, por ejemplo, a la “arrimadita”?

   --Si, muchas. Con las de chapa hacía trampa, me iba a un taller mecánico que había en mi barrio y le ponía peso en la parte de atrás; después se prensaba y quedaba más pesada, entonces crecían tus chances de arrimar más cerca de la pared. También jugaba al “chupi, y con trampa...(risas). En ese caso, pegaba una con otra, y al quedar más gruesa mi rival no las podía dar vuelta ni con un ventilador. Cuando llegaba mi turno, cambiaba de figurita y ganaba. Puedo decir que ciertos álbumes están manchados de injusticia...(risas).

   “Ya de grande cambié, je, je. Este hobby te hace conocer gente maravillosa y de las otras, egoístas que no quieren cambiarle una figurita a un nene que está llorando”.

   --¿Calculaste la fortuna que gastaste siguiendo esta pasión?

   --No, ni me quiero poner a sacar cuentas. Trato de no pensarlo, de imaginarme que es un gozo similar a un buen habano caoba o a un whisky Chivas Regal. Lo que gasté está bien gastado, por eso no me arrepiento de nada. Pude haber comprado una casa, un terreno o un auto, pero miro las miles de figuritas que he podido conseguir y el alma me vuelve al cuerpo.

   “No soy de mirar todos los días la colección, pero cuando tengo ganas busco lo que quiero, miro la etiqueta y lo disfruto. Tiene que ser una tarde muy tranquila, esas en las que me puedo enamorar en silencio, como cada vez que abró el álbum de Maradona, una edición especial que salió en 1991. En nuestro país fue al único futbolistas que le dedicaron un álbum de figuritas”.

   --¿Y en otras parte del mundo?

   --En Perú le hicieron a Paolo Guerrero, en Francia a Platini, en España a Hierro y en Alemania a Rummenigge.

   --¿Y Messi?

   --Podría ser, pero más lo merecería Kempes, campeón con Argentina en 1978, otro enorme jugador. Igualmente, en aquel Mundial no existía el furor que se generó ahora, de eso quedate muy tranquilo.

   --¿El mejor futbolista que viste?

   --Maradona, él único capaz de levantar anímicamente a un equipo o de ganar un partido solo.

   --Sacame una duda: nadie consigue figuritas, pero vos ya completaste el álbum, ¿cómo hiciste para no ser víctima del desabastecimiento?

   --Secreto de sumario...(risas). Recurrí a amigos, a kiosqueros y a distribuidores, a los que les compro todo el año. Ellos me dieron la prioridad de poder ser uno de los primeros en tener las figus. Para este de Qatar empecé con tres packs de 25 paquetes cada uno. A eso sumale los que adquiero en los kioscos, a los que nunca dejó de lado porque te suelen salvar en momentos como estos, donde el desabastecimiento es total.

   “Igualmente creo que Panini no hizo un buen estudio de mercado. Priorizó a los preventistas, vendió de antemano y no se dio cuenta que la demanda de la gente era descomunal. No le alcanzó la producción, aunque en Brasil y Chile sucedió lo mismo. Antes del 7 de este mes (miércoles que viene) se va a normalizar, tanto la venta como el reparto”.

   --La última y de curioso: de Argentina, ¿cuál fue el último que pegaste?

   --Lo que es del destino, ¿no? Al bahiense Germán Pezzella, página 24, ubicación 7.