Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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¿Qué es el hambre oculto, el enigma (solucionable) que afecta a 2.000 millones de personas?

La ecuación se vincula a la nutrición de los cultivos. Si bien la mejora ha sido ostensible en las últimas campañas, no siempre es consecuente respecto de la calidad de los granos. Las claves del encuentro de Fertilizar AC.

Guillermo D. Rueda / grueda@lanueva.com

   “La falta de alimentos no es una situación crónica, sino que está vinculada a la baja calidad de los alimentos por falta de nutrientes esenciales en su composición. Es un fenómeno que se conoce como el hambre oculto y afecta a 2.000 millones de personas”.

   Lo dijo el Dr. Ismail Cakmak, de la Universidad de Estambul, en una jornada de Fertilizar Asociación Civil, donde se planteó que el desafío actual para la agricultura es manejar la nutrición de los cultivos dentro de un escenario de deficiencia en los suelos y, así, mejorar la calidad de la producción.

   Cakmak describió específicamente la deficiencia en los micronutrientes zinc (Zn) y selenio (Se), entre otros, que actúan en el sistema inmune de las personas.

   “Esto puede ser sustituido por la industria de los alimentos con biofortificadores pero es necesario que, tanto el Gobierno como los productores, aborden una nueva forma de pensar para colaborar a combatir el hambre oculto”, añadió.

Dr. Ismail Cakmak, profesor de la Universidad de Sabanci-Estambul de Turquía.

   “Además de ser un problema de salud, también tiene un impacto económico con una implicancia, en promedio, del 5 % del PBI mundial”, explicó.

   Cakmak enumeró que, por tres razones, hay bajo contenido en micronutrientes en los alimentos:

   —Los suelos tienen bajo nivel de micronutrientes disponibles.

   —El agotamiento de los micronutrientes por la agricultura. Citó que, en el caso del maíz, se extraen del suelo unos 500 gramos de Zn cada año.

   —Los sistemas de producción están enfocados en el rendimiento, sin prestar atención al valor nutricional de lo que se produce.

   El experto de Estambul dijo que aumentar el rinde disminuye el contenido de proteína y resaltó que la falta de éxito para reducir el hambre oculto fue porque no se incluyeron soluciones basadas en la fertilización, aun cuando en el mundo se registra un incremento en la aplicación de nutrientes.

“Lo que sucede es que se pone la atención en lograr un mayor rinde del cultivo y producir mayor cantidad de alimento, pero se olvida la importancia de la calidad”, sostuvo.

   Cakmak, quien es profesor de la Universidad de Sabanci-Estambul de Turquía, miembro de La Academia de Ciencias de dicho país y de La Academia de Europa, compartió tres casos —a nivel mundial— de políticas públicas en las cuales se dispuso con éxito aumentar el contenido de micronutrientes en los alimentos para sortear problemas de salud pública.

   “La Argentina puede jugar un rol importante en la reducción de la deficiencia de zinc en la población si mejora el manejo nutricional del trigo, ya que estamos hablando de uno de los principales productores y exportadores del cereal a nivel mundial”, comentó.

   “Si se biofortifica a través de planes de fertilización, se puede lograr un producto distinguido y, además, ser pionero en el mundo”, amplió.

   En la jornada, Fertilizar mostró la relación entre la nutrición de los cultivos con la calidad de los alimentos que consumimos.

   Del mismo modo, se planteó que la mejora que hubo en los últimos años en los rendimientos de los principales cultivos locales no siempre fue acompañada —en la misma proporción— con mejoras en la calidad de los granos. Por ejemplo, en algunas campañas no se logró el nivel de proteínas requerido para la producción de alimentos.

   La apertura del encuentro estuvo a cargo de la gerenta ejecutiva de Fertilizar AC, Ing. Agr. María Fernanda González Sanjuan, y contó, además, con la disertación del Dr. Martín Díaz-Zorita, profesor de la Universidad Nacional de La Pampa y coordinador del Comité Técnico de la entidad.

   El Dr. Cakmak planteó algunas conclusiones sobre el tema:

—Los sistemas actuales de manejo y producción de cultivos no son capaces de proporcionar suficientes micronutrientes para una nutrición humana óptima.

—Los nutrientes vegetales ofrecen soluciones altamente efectivas para combatir el problema del hambre oculto y deben ser considerados por los responsables políticos y la industria de los fertilizantes.

—Es el momento de incluir a los fertilizantes en los programas y políticas de nutrición humana regionales y nacionales para abordar los problemas del hambre oculto.

—Teniendo en cuenta los enormes impactos económicos del hambre oculto en el PIB, se deben implementar soluciones basadas en incentivos para alentar a los productores a adoptar la biofortificación agronómica, por ejemplo, fomentando la adopción y el uso de fertilizantes especiales, o dando incentivos por la calidad adicional (contenido de micronutrientes) en los granos.

   La síntesis de la exposición puede resumirse en una frase suya: “Foco en mejor comida, no sólo en más comida”.

La composición de nutrientes

   Para el Dr. Martín Díaz-Zorita, el punto de partida para abordar esta problemática es reconocer que producir granos es producir alimentos.

   “Es decir, las decisiones de manejo de la agricultura contemplan lograr que todos los alimentos tengan una adecuada composición en nutrientes, proteínas, ácidos grasos y elementos esenciales”, explicó.

   El especialista sostuvo que, con el manejo de los cultivos, ya sea a través de la elección del genotipo, de fechas de siembra, de condiciones en las que se realizan los cultivos, como también con la fertilización, se interviene sobre la composición de los granos.

   “De todos modos, siempre hay que recordar que la disponibilidad de nutrientes limita el potencial productivo, en rendimiento y en calidad”, aclaró.

   El Dr. Díaz-Zorita mostró la situación actual de los suelos argentinos con serias deficiencias de fósforo (P) y de zinc (Zn).

Dr. Martín Díaz-Zorita, profesor de la Universidad Nacional de La Pampa.

   “Casi el 70 % tienen limitaciones de P. En Zn, más de 40 %”, detalló.

   Amplió la consideración cuando señaló que, en las últimas décadas, la búsqueda de una mayor producción de granos no siempre fue acompañada por la calidad de la composición alimenticia de las cosechas, mientras que los suelos tendieron a disminuir la oferta de nutrientes según el manejo.

   “Sumado a esto, en la Argentina solamente el 30 % de los agricultores hace análisis de suelo, lo cual dificulta concretar una estrategia de fertilización adecuada”, aseguró.

   La red de estudios de estrategias —coordinada por Fertilizar AC— con 66 ensayos realizados durante seis años en 10 localidades y con siete cultivos, midió que, frente a los controles sin fertilización, con los manejos frecuentes (entiéndase la aplicación actual de nutrientes) se logra un 22 % más en rendimientos.

   “En contrapartida, si optamos por una estrategia de fertilización balanceada basada en el análisis de suelo y apuntando a un rendimiento superador al medio local, se puede alcanzar otro 14 % más”, indicó.

“En la medida que hubo más nitrógeno en trigo, la concentración de proteína en el grano mejoró”, manifestó Díaz Zorita.

   “Quiere decir que entre un lote testigo sin fertilizar y uno de alto rendimiento, con planteos de fertilización balanceada, se puede alcanzar hasta un 36 % más de producción”, describió Díaz-Zorita, ingeniero agrónomo egresado de la Universidad Nacional de La Pampa (UNLP) y Magister en Ciencias Agrarias por la Universidad Nacional del Sur (UNS), de Bahía Blanca.

   Respecto de la situación por regiones y por cultivos, el especialista apuntó que el trigo ha ganado mucho en producción por cuestiones tecnológicas y de manejo, incluyendo la fertilización con nitrógeno, que permitieron aumentos en los rindes.

   “De todos modos, no fueron acompañados por un aumento en la calidad; por el contrario, con el incremento de los rindes el porcentaje de proteínas tiende a disminuir, lo que conlleva a que los granos tengan más limitaciones para su uso en alimentos”, expresó.

   “Sin embargo, en la medida que hubo más nitrógeno, la concentración de proteína en el grano mejoró”, añadió.
“¿La soja? Es similar al caso del trigo: Cuando aumentó el rinde, disminuyó la calidad. En tanto que, cuando se aplicó fósforo, aumentó la producción de proteínas y se dieron mayores rendimientos sin reducir, o diluir, la concentración de proteínas”, sostuvo el Dr. Díaz Zorita.

   Para el caso del maíz, el aumento en rendimiento que se dio en los últimos años con el mejoramiento en las semillas también estuvo asociado a la aplicación de N.

   “De todos modos, disminuyó la concentración de P en los granos porque no se ajustó en cantidad acorde a los requerimientos del cultivo”, aseveró.

   “Lo que trabajamos, ahora, es en ver cómo mejoramos la eficiencia de la incorporación de P en las plantas, con otros elementos, como el Zn, para hacer más eficiente y que el cultivo pueda disponer de los elementos para mejorar su concentración en los granos”, concluyó.

   El cierre de la jornada lo realizó el presidente de Fertilizar AC, Francisco Llambías, quien ponderó las presentaciones.

   “Fueron muy ilustrativas respecto de la importancia en la nutrición de los cultivos en el contexto por demás desafiante por la coyuntura internacional del mercado de los fertilizantes”, aseguró Llambías.

¿Cuáles deben ser las metas de la producción agrícola?

   De acuerdo con el Dr. Díaz Zorita, la producción agrícola debe tener los siguientes parámetros como objetivos:

—Producir alimentos con composiciones básicas específicas.

—Maximizar la eficiencia de producción de los cultivos y observar la dilución de nutrientes al aumentar los rendimientos.

—Hacer un manejo balanceado y estratégico de la fertilización que contribuya a cuidar la calidad (léase composición base) de los granos.

—No descuidar la incorporación efectiva de nutrientes, a través de la correcta administración de los fertilizantes, en la producción de alimentos.