Bahía Blanca | Sabado, 04 de mayo

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No apto para distraídos: ya no se puede desconocer qué sucede con el suelo

La biotecnología está instalada, pero el recurso humano no pasa a ser sustituible: sólo el 20 % de los lotes del país se siembra con datos de base. Lo que pasó en Aapresid.

El uso del suelo, cada vez más determinante. / Fotos: Pool de Periodistas

Guillermo D. Rueda / grueda@lanueva.com

 Enviando especial a Rosario

   Una certeza (sistemática): Desde donde se lo mire, el campo argentino es una oportunidad permanente.

   “Una de cada 5 hectáreas, de las 35 millones sembradas en la Argentina, tiene información básica a los efectos de un manejo diferencial. Es decir, tenemos muchas oportunidades para entender cómo está el suelo restante en capacidad de nutrientes. Sin ese dato clave no podemos tener estrategias de nutrición complementaria o de fertilización variable. Por eso nosotros hablamos de soluciones integradas”.

   Para Marcelo Cohen, director comercial de Nutrien Ag. Solutions, entender la variable suelo es sustancial para mirar hacia el futuro con el eje en la sustentabilidad.

   Este es, precisamente, el espíritu que sobrevoló en la edición 30 del encuentro anual de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), denominado —justamente— Un congreso a cielo abierto, que se desarrolló la última semana en Rosario.

  “El sector debe comprender esto; es decir, el valor de los datos antes de la fertilización. No es una cuestión de cantidad, sino de calidad, y de estrategias de nutrición o de fertilización que se tornan no adecuadas para la sustentabilidad al hacerse sin información previa”, amplió.

   “Si la situación es: ‘Necesito generar un ahorro y lo haré en información y fertilización’, el mensaje debe ser: ‘Tenemos que revertir eso’. Porque mientras la situación de rentabilidad y productividad son más complejas, la tecnología de fertilización y las estrategias de nutrición ayudarán a mejorar ese planteo”, aseguró.

   Cohen también dijo que, a partir de entender el diagnóstico del lote, se puede incrementar la productividad, con nutrición específica, entre un 4 y un 11 % en promedio para todos los cultivos. Y que eso insume un repago interesante: entre 5 a 8 veces.

   En tal sentido, sostuvo que colaboran las plataformas digitales con manejo de datos de los lotes.

   “Suma para la rentabilidad. Echelon es una foto 4k de lo que pasa en cada lote. Está claro que la tecnología no va a solucionar todo, sino que lo hará en conjunto con el capital humano”, sostuvo.

Marcelo Cohen.

   Como otra forma de ir hacia esa excelencia en la producción, Cohen aludió a una consultoría agnóstica.

   “Es simple, pero potente. Tenemos un formato de negocios con productos propios, pero también manejamos de terceros y lo importante de ser agnóstico ante el cliente es para ser objetivos y para basar nuestra recomendación en la necesidad del productor pero, también, en su deseo”, comentó.

   “Nuestras soluciones están en constante valuación y evolución. No nos limitan una marca de exclusividad o una molécula específica. Entiendo que eso, hoy, es ruptural en el negocio agropecuario”, aseguró Cohen.

   En la misma línea, José Luis Dassie, director de Metalfor, dijo que la sustentabilidad y las buenas prácticas agrícolas deben ser el principal objetivo.

   “Pero no todo se refiere a la genética y a las mejores tecnológicas, sino que debe ir apoyado con una calidad de maquinaria acorde con lo que necesita el productor para que no sólo sea sustentable desde el punto de vista agrícola, sino también desde lo económico”, indicó.

   “Más de una vez, en nuestra vida cotidiana cuando incorporamos tecnología sólo utilizamos la mitad de las funciones. Por eso nuestra meta es que cada una de ellas, sumadas a las maquinarias, sean aprovechables al 100 %. ¿Qué es eso? Educación para que la tecnología sea interpretada, adoptada y aplicada de la mejor manera posible”, explicó.

   Dassie —en diálogo con Pool de Periodistas— dijo que si esa tecnología no se aprovecha termina siendo ineficiente y no cumple con el objetivo de su creación.

   “El cultivo aprovecha el 80 % del fertilizante cuando el maíz supera V8 (NdR: Estado fenológico). Somos altamente ineficientes si aplicamos mucho fertilizante en un solo momento. No es lo ideal”, sostuvo.

   “Por eso, pensar en estas máquinas con inteligencia artificial y en cómo aplicar el fertilizante termina siendo fundamental. No da lo mismo poner una cantidad de fertilizante en un solo momento del estadio del cultivo, sino que se debe tener la posibilidad de aplicarlos en diferentes etapas”, aclaró.

José Luis Dassie.

   “Esto lo logramos con el ojo agronómico que permite ver el suelo 40 metros hacia delante de la máquina y, en función de un algoritmo de IA, se determina qué dosis es la adecuada para ese sector”, contó Dassie.

   También dijo que lo sorprendió el dato que sólo en menos del 10 % de las hectáreas sembradas en el país se aplica dosis variable.

   “Esto, muchas veces, se hace porque el esquema de contratistas no permite tener la información, o porque cargar un mapa termina por ser complejo. Y no quiere decir que la tecnología no lo acepte, porque ayuda a sumar mapas de rendimientos, pero eso debe ir asociado a una lectura en tiempo real”, describió.

   Asimismo, Dassie se refirió a las aplicaciones de fertilizantes líquidos.

   “Hay que pensar que la máquina puede hacer una fertilización variable no sólo en el avance, sino porque cuenta con una tecnología pico por pico que administra el ancho de la barra, con una dosis diferente y de acuerdo con la lectura de la necesidad del suelo en ese lugar y en ese momento”, afirmó.

   Al tiempo que admitió que, hoy, la maquinaria agrícola ha tomado muchas de las aplicaciones de la industria automotriz (Ejemplo: Las cabinas de las pulverizadoras vienen con control de fatiga), comentó que este tipo de tecnología puede funcionar sin conectividad, un tema recurrente cuando se trabaja en el campo. O en el interior del país.

   Por su parte, si bien se trabaja en carinata, colza, sorgo y maíz, entre otros cultivos, una renovada apuesta en tecnología en girasol también se apreció en Aapresid.

   “El girasol tiene, hoy, una oportunidad extraordinaria”, aseguró Jorge Moutous, gerente regional de Nuseed.

   “En su momento, la Argentina tuvo 4 millones de hectáreas sembradas. Hoy creo que podemos volver a esa posición acompañados por los precios internacionales, pero también por la posición competitiva respecto de otros cultivos”, indicó.

Jorge Moutous.

   Moutous aclaró: “Cuando estaban esas 4 millones de hectáreas no existía la siembra directa; todo se hacía en agricultura tradicional”.

   “Ahora el girasol está adaptado a la SD y aprovecha mucho mejor el espaciamiento entre surcos, la fertilización y las mejoras genéticas y agronómicas”, comentó.

   “Hoy es diferente, porque estamos entrando en la etapa de certificación de cultivos, algo que venimos haciendo en carinata, por ejemplo, porque a futuro el girasol debe ser con certificación y sustentabilidad. Tiene que ver con la deforestación y las certificaciones que se hagan sobre distintos agroquímicos respecto de las normas de BPA, seguridad del personal y demás”, explicó.

   Moutous también dijo que, como cultivo, a nivel país también se puede mejorar la rentabilidad del productor a partir de la reducción de las retenciones (hoy en el 7 %).

   La firma lanzó, en Aapresid, productos híbridos de ciclo completo de alto contenido de aceite. Es el complemento del programa original de Nuseed con otro de 30 años de trayectoria (tras la compra de esta sección a Nidera) a los fines de sumar habilidades.

   A la pregunta ¿cómo aportar mayor eficiencia y sostenibilidad a la producción argentina? salió al cruce Gustavo Ricci, responsable de herbicidas en soja y girasol de Corteva. Aludió a la biotecnología y al cumplimiento de buenas prácticas agrícolas; pero también al programa de control desarrolladas en el sistema Enlist en soja.

   “La efectividad de la resistencia de malezas debe combinar una variedad de tácticas de manejo químico con tácticas de manejo agronómico; es decir, rotación de cultivos, de modo de diversificar la presión de selección en las poblaciones de malezas resistentes”, sostuvo.

Gustavo Ricci.

   “Se trata de retrasar la evolución de la resistencia a los herbicidas y de preservar la tecnología de los herbicidas y programas de control que, hoy, son efectivos”, agregó.

   “Los productores están tomando conciencia en este punto y comienzan a entender que las tecnologías deben ser usadas racionalmente. Esto es, siguiendo las recomendaciones de buenas prácticas agrícolas, porque saben que, a futuro, esto asegura sus niveles de productividad y el beneficio será mayor”, comentó.   

   Una de las mayores preocupaciones de los productores es Rama negra, una maleza que está presente en unas 12 millones de hectáreas —de las 35 M/H sembradas en el país—, que posee resistencia a glifosato y, ahora, a los herbicidas ALS, con lo cual pasa a ser aún más difícil de controlar.

   En la firma se alude a la presentación de un control con más flexibilidad.

Una de las mayores preocupaciones es la Rama negra, una maleza presente en unas 12 millones de hectáreas, de las 35 M/H sembradas en el país.

   “Se refiere a la utilización de algunos productos que, hasta hace poco, sólo se ponían en el suelo, o en fase previa a la siembra, pero ahora se instalan sobre los cultivos. Esto da una ventana más larga de aplicación, donde el productor se puede quedar tranquilo que, a pesar de que haya sembrado soja o maíz, puede seguir utilizando algunos productos y controlar las malezas que observaba antes en el barbecho”, explicó Ricci.

Huella sobre Macri, la FIFA y Gigaton Carbon Goal

   “El agro no sólo ayuda a producir más alimento, sino a descarbonizar. Y eso es maravilloso porque se trata de un proceso natural. No nos olvidemos que tenemos que comer tres veces al día, durante 365 días al año por toda la expectativa de vida que tenemos, que es cada vez más larga, para los 9.500 millones de personas que vamos a ser en el mundo y produciendo en la misma cantidad de tierra”.

   Para Rodrigo Ramírez, gerente general de UPL Argentina, estamos en una cuenta regresiva.

Ramírez (izq.), Lukasik, Macri y Palermo, en el Gigaton Carbon Goal.

   “Esto no es catastrófico. Tenemos la ventaja de poder transformar este problema en una oportunidad”, aclaró.

   En Aapresid, UPL lanzó Gigaton Carbon Goal. Se trata de la iniciativa mundial que la compañía impulsa —en colaboración con la Fundación FIFA— y que busca bajar el dióxido de carbono atmosférico equivalente a 1 gigatonelada para 2040. La cifra equivale a casi 6 años de emisiones de CO2 de Argentina, y a casi 5 años de emisiones de CO2 de Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia.

   El anuncio contó con la participación de Vikram Shroff, director de UPL Ltd.; Mauricio Macri, presidente ejecutivo de la Fundación FIFA; Laura Lukasik, directora de Innovación y Transformación Digital de UPL Argentina; el ex futbolista Martín Palermo y el propio Ramírez.

El desafío es crear nuevos créditos de carbono para incentivar y apoyar a los agricultores en la adopción de prácticas sostenibles y regenerativas.

   Se basa en tres pilares: el ambiental, promoviendo a la agricultura como la herramienta fundamental que permita alcanzar una economía carbono-neutral; el social, capacitando y recompensando a pequeños productores en zonas remotas por adoptar prácticas regenerativas; y el económico, generando una fuente adicional de ingresos para los propios productores.

   “Si podemos hacer esto ahora en la Argentina es gracias al trabajo de los pioneros de la SD, que es un sistema conservasionista de producir en forma sustentable y cargado de tecnología agregada. Hoy, aquí, el 90 % de lo que se siembra es con este proceso. El productor no sólo lo entiende, sino que lo hace y participa”, comentó Ramírez.

   “La Fundación FIFA tiene una misión simple, pero muy poderosa. Queremos utilizar el fútbol para influir positivamente en la vida de las personas, especialmente en dos áreas que son prioritarias: la educación y el desarrollo sostenible”, dijo Macri.