Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Otra vía hacia el placer

Podemos definir al sexo anal como el acto en el que se introduce un pene, un juguete sexual, dedos o lengua en el ano de la pareja, y si bien es la práctica más frecuente en parejas homosexuales la modalidad alcanza a todos, todas, todes.

   Me atrevo a asegurar que todo lo que gira en torno al tema de hoy  encabeza la lista de aquello que pocos hablan pero que todos quieren saber, que todos niegan pero desean y que muchos practican pero que pocos admiten.

   Estoy en condiciones de asegurar que esta reflexión quedará para los anales de las columnas, pues el tema de hoy es el sexo anal y en algún momento debe ser abordado.

   La Edad media se extiende desde el siglo V hasta el XV, y desde esa época el sexo anal es tabú, a tal punto que en algunos estados del país que enarbola una bandera llena de estrellas y se proclama como el más libre, hasta hace pocos años esta práctica era considerada un delito.

   Podemos definir al sexo anal como el acto en el que se introduce un pene, un juguete sexual, dedos o lengua en el ano de la pareja, y si bien es la práctica más frecuente en parejas homosexuales la modalidad alcanza a todos, todas, todes.

   Freud en el desarrollo de las etapas psicosexuales hace referencia a la etapa anal y la sitúa entre los 2 y 4 años. Está en estrecha relación con el control de esfínteres ya que el objeto de satisfacción está ligado  con la función de defecación, es decir con la expulsión y la retención y el valor simbólico de las heces.

   Al ser una zona en la que se concentran gran cantidad de terminaciones nerviosas tornándola muy sensible y a su vez la ubicación cercana a la vagina en las mujeres y a los testículos y pene en el hombre,  la convierten en una alternativa para obtener placer y del bueno ya que estimular simultáneamente ano, vagina y clítoris o ano y pene, conduce a experiencias sumamente excitantes.

   Obviamente requiere de paciencia, pues este esfínter se encuentra más cerrado y requiere de lubricantes y se recomienda la estimulación para que toda la musculatura se relaje y se facilite la penetración si se desea.

   Los hombre heterosexuales, aunque no lo admitan disfrutan no mucho, muchísimo cuando el ano es tocado, masajeado, succionado o penetrado, ya que dicha práctica ejerce una especie de “masaje” en la próstata. 

   La próstata está ubicada a unos cinco centímetros aproximadamente de la entrada del ano, en la pared que va hacia el ombligo; por lo tanto estimular esa zona hace que el hombre alcance orgasmos únicos, placenteros y más intensos.

   Las relaciones anales no son para quienes están apurados, la dilatación es gradual y aquello que vayas a introducir debe ser en forma paulatina pero especialmente consensuado.
Se deben tomar precauciones respecto de la higiene. Hay elementos para lavados específicos del ano y también se debe higienizar bien el pene y los juguetes sexuales. Lo ideal y recomendable, siempre, es el preservativo.

   Una vez más la experiencia propia y el autoconocimiento es de suma importancia, por eso la autoestimulación del ano permite conocer tiempos de dilatación y qué resulta doloroso y qué puede resultar placentero. 

   Los movimientos bruscos no son recomendables, a veces el ano se contrae y se requiere tiempo para que se vuelva a relajar, pasar esta recomendación por alto implica riesgos de desgarros, fisuras y hasta cirugías reparadoras.

   El ano es una zona más y como en toda práctica sexual lo importante es conocer, saber, pero sobre todo consentir. 

   Hasta el próximo encuentro. Lic. Magda