Bahía Blanca | Martes, 16 de abril

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La DEA en la Argentina: un oscuro e intrigante entramado de intereses y relaciones

Julián Maradeo publicó un libro donde brinda y analiza detalles del accionar de una de la agencia que lucha contra el manejo de drogas en nuestro país.

Mario Minervino / mminervino@lanueva.com

   Julián Maradeo es licenciado en periodismo y comunicación social y a sus 40 años de edad ha publicado cinco libros, todos dedicados a temas en los cuales, a su criterio, advierte que “hay algo oculto y que puede ser revelado”. 

   Ahora es el turno de La DEA en la Argentina, una historia criminal, donde ahonda en el accionar de una de las agencias más nombradas en los hechos relacionados con el manejo de la droga en nuestro país, aunque curiosamente se trata de una agencia norteamericana, que no responde a ningún organismo de control nacional y cuyos integrantes tienen inmunidad diplomática. Las siglas son el resultado de “Drug Enforcement Administration”, lo cual da cuenta de su origen extranjero.

  La DEA en la Argentina, una historia criminal, es un minucioso trabajo de investigación, que busca entender el complejo entramado de relaciones que tiene esta agencia dedicada a luchar contra el manejo de las drogas en el mundo, sus particulares métodos de trabajo, el negocio que hacen sus decenas de informantes, entre los cuales se incluyen jueces, despachantes de aduana, policías, abogados y hasta los propios delincuentes. En entrevista realizada por “La Nueva.” el autor amplía algunos entretelones de esa historia.

   --¿Qué es la DEA y porqué está en nuestro país? 

   --La DEA es la agencia antinarcóticos de Estados Unidos. Fue creada el 1 de julio de 1973 por el expresidente Richard Nixon. La particularidad es que la Argentina tiene una oficina de la DEA desde el momento cero de su creación, instalada entonces en una casa en la zona norte de Buenos Aires. Desde comienzos de los ’80 ocupa un lugar en la Embajada de ese país. 

   --¿Qué provoca que el titulo de su libro incluya la frase “una historia criminal” al referirse a la DEA?

   --Porque todo gira en torno de delitos que cometen diferentes actores. Una historia alimentada por delitos cada vez más complejos y transnacionales. 

   --¿Por qué se instala en nuestro país?

   --Esa es una pregunta interesante, considerando que al momento de su creación la narrativa oficial aseguraba que nuestro país era un lugar de tránsito de la droga, utilizado como base de operaciones ilegales de cara a Bolivia, donde la agencia actuaba directamente, incluso colaborando en los golpes de Estado al igual que los militares argentinos. Pero por otro lado hay un antecedente muy grave que no se conocía hasta ahora: uno de sus objetivos es lograr la extradición de personas que son acusadas en Estados Unidos.

   --¿Esa tarea la hacían trabajando en conjunto con la justicia argentina?

   --No necesariamente. Cada vez que los países en los que estaban las personas acusadas rechazaban su pedido, la DEA efectuaba una extradición de facto, que básicamente implicaba secuestrar a sus objetivos. Eso hizo en nuestro país en 1976, con el apoyo de la Junta Militar que gobernaba. No solo consta en los cables diplomáticos desclasificados sino que me lo confirmó un agente que participó de la operación y trabajó para la DEA durante esos años.

   --Es decir que actúa por fuera de su función específica.

   --En el libro demuestro, fundamentalmente, que aunque en la Argentina la DEA solo tiene permitido cooperar y compartir información, sistemáticamente viola ese acuerdo bilateral de formas cada vez más sofisticadas. Vulnera nuestra soberanía desde hace 49 años.  

   --¿La DEA opera de manera oficial, tiene oficinas y personal identificado? 

   --Sí, funciona de manera oficial, cooperando a través de cursos de capacitación y donaciones de equipamientos, y compartiendo información, por caso, de cargamentos con droga que están por ingresar al país. Los cursos fomentados por la DEA tanto a nivel local, regional o en Estados Unidos, son clave, porque bajo esa actividad formal se esconden objetivos informales, como tender lazos bajo la finalidad de cooptar a jueces, fiscales, ministros o agentes de las fuerzas de seguridad. A la DEA le interesa el acceso a información de manera privilegiada, para lo cual tiene recursos de sobra.  

   --¿Trabaja mucho personal en el organismo?

   --La DEA tiene su oficina en la Embajada de Estados Unidos y un jefe a cargo de los agentes, que en este momento son cinco, que es John Wallace. La DEA blanquea a sus jefes, pero no a todo su personal en el país, ya que aparecen como personal diplomático. Actualmente, según la información oficial, tienen 92 oficinas distribuidas en 69 países. 

   “En nuestro país siempre hay alguien que orienta a los agentes norteamericanos que llegan y no conocen la idiosincrasia local. Es un contratado por la Embajada que suele ser presentado como investigador. Desde 1997 hasta hoy el argentino más importante para la DEA es Guillermo González, ex comisario de la bonaerense y discípulo del comisario Mario Naldi. El abre la puerta a los jefes de la DEA que se quieren sentar con jueces, fiscales, ministros, etcétera”. 

   --¿La tarea que realiza la agencia contra el narcotráfico es avalada por el gobierno nacional? 

   --Sí, tiene un marco legal desde el gobierno de Raúl Alfonsín. Alfonsín, a cambio de recursos, se obligó a rendirle cuentas a la DEA cada seis meses sobre qué se hacía en materia de narcotráfico. Ahí comenzó su institucionalización en el país. Pero sin duda su primera época dorada fue durante el primer gobierno de Carlos Menem, cuando trazó excelentes vínculos con las fuerzas federales de seguridad, los fueros Federal y Penal Económico y empezó a expandirse a una decena de provincias. Esto a pesar de que su objetivo siempre fueron las fronteras, que es donde destina la mayor parte de los recursos.  

   --¿Cómo canaliza la DEA sus investigaciones? ¿Puede pedir a las fuerzas policiales que intervengan en operativos a partir de los datos que tenga?

   --En lo formal, la DEA no está autorizada a participar de investigaciones ni a actuar en nuestro territorio. Por eso es importante su estrategia de cooptación de jefes de las áreas de Drogas Peligrosas de las fuerzas de seguridad, al igual que jueces y fiscales. Así es como aparecen los informantes que buscan “el premio” de la DEA, un pago en dólares, y las cajas negras de dólares que se pone a disposición de los grupos que operan en la Triple Frontera. Caja negra significa que figura en la contabilidad norteamericana pero no en la Argentina.  Esto ocurre desde la década del ´80 y son conscientes tanto funcionarios, como jefes de fuerzas de seguridad, jueces y fiscales. 

   --¿Ha sido de alguna utilidad para el país su accionar?

   --Eventualmente sí, para desbaratar algún cargamento. Estructuralmente, no. Esto se debe a una confusión que generalmente se alimenta desde la Argentina: a la DEA no le interesa la problemática local, le interesa la agenda de Estados Unidos. En función de eso, todo lo que hacen en Argentina es pensando en su país.  

   --El hecho de contar con informantes de distintos sectores policiales, militares y políticos, ¿Es en sí una irregularidad? ¿Pagar por esa información está dentro de la ley?

   --Siempre que se pague dentro del marco de la ley, sí. Lo que sucede es que los informantes buscan primero a la DEA por los dólares que hay como premio. La DEA se mueve a partir de sus contactos locales y cuando todo está muy avanzado recién da intervención a una fuerza de seguridad para que blanquee el dato. 

   “En octubre de 2020 fue condenado el primer informante reconocido oficialmente por la DEA: Julio César Pose, a quien entrevisté para el libro. El reconoce que se movía con absoluta tranquilidad porque tenía el paraguas de la DEA, pero terminó condenado por instigación del delito de narcotráfico. La particularidad es que cuando el fiscal Marcelo Colombo quiso ir por los agentes de la DEA que lo acompañaron durante la operación, se topó con la inmunidad diplomática que los protege”. 

   --¿Qué tipo de control sería necesario establecer para que el funcionamiento de la DEA fuera el adecuado o conveniente?

   --En realidad, cabe preguntarse porqué si en nuestro país hay agencias antinarcóticos de diferentes países, la DEA es la única que actúa de esta manera sistemáticamente. Y ahí la respuesta que emerge es que la Argentina se lo permite por la mirada cortoplacista de sus dirigentes y los escasos recursos de quienes deben investigar. 

   “En más de una ocasión fiscales y policías me relataron que la manera en que la DEA llegó a ellos fue detectando qué les faltaba para poder avanzar en una investigación. Esa es la rendija a través de la cual se cuelan. Y después, está la política oscilante argentina: en 2012 se rompió todo tipo de vínculo, durante la gestión de Nilda Garré, y entre 2016 y 2019 se les permitió que actuasen a su antojo durante el mandato de Patricia Bullrich”. 

   “Hay un ejemplo que lo expone claramente porque hasta el día de hoy no fue desactivado. En 2017, cuando se crearon los Grupos Operativo Conjunto del Noreste Argentino (GOC NEA) la DEA le impuso a Bullrich una reunión a solas con los aspirantes a integrarlos, a solas con agentes argentinos, formados en Argentina, para actuar en territorio argentino. Documentos confidenciales del Ministerio de Seguridad a los que pude acceder mencionan que los jefes de las fuerzas de origen de los agentes del GOC le pedían al Ministerio que les informe que hacían sus agentes con la DEA porque ellos lo ignoraban”. 

   “Lo grave es que se planea que los GOC se expandan al centro del país, Cuyo y la Patagonia. Esto lo saben los jefes de las fuerzas de origen, los funcionarios y la Procuración General de la nación (PROCUNAR), pero nadie lo denuncia. Ocurre a espaldas de la sociedad”. 

   --¿Hay en nuestro país algún organismo que cumpla una función similar a la de la DEA?

   --En sus inicios lo fue la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar), pero ya no. En realidad, cada fuerza de seguridad tiene su área contra el narcotráfico. Después, judicialmente, la mayoría destaca la labor de la PROCUNAR en zonas del país donde los fiscales no tienen apoyo.

Personal   

   --¿Cuánto tiempo le llevó escribir el libro y cuáles fueron sus fuentes?

   --Alrededor de dos años y medio. Mis fuentes bibliográficas en parte fueron los libros del exterior sobre el tema, en tanto que las entrevistas estuvieron enfocadas en las fuerzas de seguridad, jueces federales y del fuero Penal Económico, quienes estuvieron a cargo de ministerios de Seguridad, informantes y ex agentes de la DEA en Argentina. 

    --¿Qué lo lleva a elegir los temas para sus libros?

   --Me involucro en aquellas cuestiones donde hay algo oculto y que puede ser revelado. Me parece que es el mayor aporte que se puede hacer desde la investigación periodística: publicar aquello que se quiere mantener en las sombras

   --Usted hace periodismo de investigación. ¿Es complejo en nuestro país ese tipo de periodismo?

   --En Argentina es realmente complejo, porque son proyectos personales y no colectivos. No hay estructuras que los impulsen. Depende de la enorme voluntad  y el deseo por hacer algo que, a quien lo hace, le va a traer muchos problemas. Pero es, básicamente, el único motivo por el cual me interesa el periodismo, para poder investigar.