Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Ni buenos ni malos: ¿qué es la "fuga" de capitales? 

Aunque la palabra tiene una connotación negativa, no todo es lo que parece. “No es que necesariamente el dólar se va afuera del país. Puede estar abajo de un colchón”, explica el economista Martín Grandes.

Foto: archivo-La Nueva.

Por Francisco Rinaldi / frinaldi@lanueva.com

   En La odisea de los giles, los vecinos de Alsina sacan sus ahorros de abajo del colchón para refundar una cooperativa quebrada, en un intento por devolverle la vida al alicaído pueblo. Ambientada en los años de la crisis de 2002, los confiados pobladores son estafados por un abogado de pocos escrúpulos y su cómplice, un gerente bancario, quienes se apropian del dinero ajeno para enterrarlo en una bóveda subterránea. 

   Aunque en la película queda bien clara la distinción entre buenos y malos, ambos bandos “fugaron” capitales, con lo cual, de acuerdo con el significado estricto de ese concepto, que en rigor se denomina Formación de Activos Externos, se tendrían que sentar, junto con el letrado y su cómplice, al banquillo de los acusados. 

   “Lo que se conoce como fuga no es que necesariamente el dólar se va afuera del país. Puede estar abajo de un colchón o de una caja de seguridad, pero fronteras adentro”, explica el economista Martín Grandes, investigador del Conicet y docente en la UBA. 

   Aclara que “son flujos de salida de capitales de residentes locales hacia activos financieros de no residentes (como bonos, acciones o dólares billete), pero que no necesariamente salen de la Argentina”. 

   “De hecho, los dólares que saca de su caja de seguridad un argentino para ponerlos en una cuenta de ahorro en un banco, es considerada como una “repatriación” de capitales, aunque la plata, en realidad, nunca salió del país. Lo mismo pasa cuando se hace un 'blanqueo' de capitales”, explica Grandes. 

   Advierte sin embargo que “eso no quita que en el pasado no hayan existido casos en que se favoreció a algunos bancos para poder acceder a dólares baratos que después sacaban al extranjero, perjudicando al país. Pero cuando se habla de 'fuga', la distinción entre buenos y malos es muy relativa”. 

   Menciona también que en la Argentina, históricamente, el flujo de salida de capitales ha superado al ingreso, lo que reconoce varias causas, entre las cuales, se puede citar la ausencia de instrumentos de ahorro que permitan pelear contra la inflación.        

Las cifras

   Una de las fuentes de datos más confiables para conocer los recursos que los argentinos tienen invertidos en activos extranjeros es el INDEC. 

   En el Balance de Pagos (BP), que elabora la dirección de Cuentas Internacionales del organismo, están contabilizados los montos de las transacciones que los residentes (hogares, empresas y el Gobierno de nuestro país) realizan periódicamente con el resto del mundo, es decir, con los no residentes. 

   “El BP se confecciona actualmente siguiendo las recomendaciones y la metodología del FMI”, explicó Grandes. 

   En su definición básica, se trata de un estado contable-estadístico que refleja las transacciones que los argentinos del sector privado, público o financiero  realizamos con el resto del mundo. 

   A modo de ejemplo, la exportación de un bien por parte de una empresa, la cancelación de una deuda por parte del Gobierno nacional, el envío de ayuda de los argentinos que viven afuera a sus familiares que se quedaron en el país y hasta el pago del pase internacional de un futbolista, son apenas algunos de los ejemplos de la gran cantidad de transacciones que forman parte del BP. 

   El BP está compuesto por la Cuenta Corriente, la de Capital, y la Financiera. En esta última, en el rubro Activos Financieros, figura, bajo el impersonal agregado de “Otros Sectores”, la “Otra inversión” que los hogares argentinos mantienen en cuentas bancarias en el extranjero, cajas de seguridad o abajo del colchón, la que totalizó U$S 238.273 millones al último trimestre de 2021. 

   Se trata de un monto más que significativo, que, aunque el concepto de “fuga” indique lo contrario, se encuentra dentro de la economía nacional, pese a constituir un activo con un no residente.  

   Lo malo del caso es que no se vuelca al consumo o a la inversión, todo un signo de la desconfianza que los argentinos mantenemos en nuestra economía, más allá del Gobierno de turno. 

   La película termina con el triunfo de los buenos, quienes recuperan su dinero para poner a producir a la cooperativa. Un final feliz que, ojalá, algún día se pueda replicar en la realidad.