“El ascenso de Liniers fue un cuento fantástico con final feliz”
Pasó una semana de la consagración del Chivo en Carmen de Patagones y algunos jugadores todavía no lograron bajar a tierra. Mauro Martínez, el héroe en ese partido final, sintió en carne propia lo que presagiaba el destino: “mi mamá, desde el cielo, me tenía preparada esta sorpresa”. El “Turu”, íntimo y conmovedor.
Por Sergio Daniel Peyssé / [email protected]
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(Nota publicada en la edición impresa)
“Si me hubiesen preguntado de que manera me imaginaba el ascenso, jamás se me hubiese ocurrido pensar en la forma que se dio. Fue un flash, una película en milésimas de segundos, como que el mundo real se detuvo un instante para darle lugar a un toque mágico que, te juro, nunca había experimentado”.
Activé la grabadora de mi teléfono celular y traté de no interrumpirlo. Liniers había conseguido el ascenso al torneo Federal A y los hinchas coreaban orgullosos “olé, olé, olé, Turu, Turu...”
Había abandonado el fútbol en febrero de 2021, regresó al club ocho meses después, en la final frente a Jorge Newbery (el domingo pasado en Carmen de Patagones) convirtió los dos goles para la consagración y hoy ya es parte de la galería de ídolos que tanto hicieron por la profesionalización del fútbol en la entidad albinegra.
Mauro Oscar Martínez es otro de los jugadores surgidos en la cantera que inmortalizó su nombre en la historia deportiva del Chivo, que vuelve al Federal A tras 21 años de lucha y perseverancia.
“No me puedo sacar de la cabeza el partido del domingo, fue cumplir un sueño y algo más. Sí, estoy convencido de que recibí una ayuda sobrenatural, que hubo algo que forjó el destino para que esa tarde sea sorprendente, inimaginable y emocionante de principio a fin”, sostuvo el central que pasó la barrera de las 370 presencias con la casaca albinegra.
“Cuando regresamos de Olavarría (tras vencer 1-0 a Ferro en el cotejo de vuelta, resultado que le posibilitó llegar a la gran final), le comentaba a los chicos que ya me había olvidado de cómo se metía un gol, que hacía rato no marcaba. Pero a su vez les anticipé que percibía que de arriba, desde el cielo o de más allá, me tenían preparada una sorpresa”, relató el “Turu” sin sentir la necesidad de tener que entrar en detalles místicos o misteriosos.
“En el medio del partido sentí que una fuerza me motivaba a ir al área de enfrente, como que algo iba a suceder. Tuve dos chances, dos pelotas que vinieron hacia mi, y pude convertir en ambas, ¿qué más podía llegar a pedir? Fue un cuento armado, fantástico y con final feliz”, deslizó el 6 antes antes de darle mayor profundidad a declaraciones que, creáme, surgían de un corazón agradecido.
“Tengo un ángel de la guarda que me cuida, me guía y me aconseja. Siempre está conmigo y lo debo aprovechar para seguir transitando por el camino del bien”, sentenció.
—Ese ángel, ¿tiene nombre?
—Sí, mi mamá (Miriam), la que siempre me hizo diferenciar el bien del mal, la que me marcó el rumbo y la que me enseñó a crecer con valores sin necesidad de perjudicar a nadie.
“En este último año y medio en el club se vivieron un montón de situaciones desagradables o inapropiadas para el manejo del fútbol, que no le hacían bien a nadie, y como no quise ser cómplice de los que no suman o destruyen todo el tiempo, decidí alejarme. Siempre hablé con la verdad y de frente, pero habíamos llegado a un momento donde el diálogo era imposible y nadie respondía para empezar a hacer bien lo que se estaba haciendo mal”.
“Cuando creí que me tenía que ir, lo hice sin odios ni resentimientos, y cuando consideré que los planetas se habían alineado otra vez para el crecimiento de mi queridísimo club, decidí regresar”.
—¿Volviste con la idea de ir por el ascenso, o porque considerabas que todavía eras un jugador activo y con mucho para dar?
—Volví por un sueño; este ascenso lo venía imaginando desde que subí a Primera, en 2007, desde casi una vida... Lo hubiese disfrutado de la misma manera si estaba en mi casa mirando el partido por televisión, pero haber estado adentro de la cancha tiene otro sabor; quería estar, vivirlo, ayudar... Se lo comenté a Nico (Ballestero, DT) cuando me reincorporé, que me ponía a su disposición para dar una mano en lo que sea necesario.
“Además le aclaré que si no me ponía bien y no le aportaba nada deportivamente hablando, me iba a quedar en el grupo para alentar, por supuesto sin meterle a él y al plantel presiones de ningún tipo”.
Mauro, recientemente recibido de Ingeniero Químico, no necesita que le hagan demasiadas preguntas, enlaza una declaración con otra y no se va de mambo con temáticas que nada tienen que ver con el contenido.
“A veces pienso que tengo un Dios aparte, pero no quiero ser egoísta: Liniers tuvo un Dios aparte. El día del ascenso pasaron cosas, el equipo estaba bendecido y predestinado a conseguir lo que consiguió. No me quedan dudas de eso”, describió.
“Convertí dos goles en un cotejo decisivo, con un premio tan importante en juego, y me cuesta creerlo, pero hice lo que consideré que estaba bien y fui recompensado por eso”, agregó.
“Mi cuñado”
Después de haber decidido no jugar más, rechazó ofertas de todo tipo y a cada uno le aclaró: “quiero terminar de estudiar para recibirme, la pelotita ya fue”. Lo conozco, estaba renegado por completo y los disgustos permanentes con el manejo del fútbol en Liniers lo habían encerrado en si mismo, a tal punto que no veía partidos y no preguntaba por los resultados de su amado club.
Hasta que Nico Ballestero, su cuñado, fue elegido para reemplazar a Walter Carrio en la dirección técnica, primero en forma interina y después como jefe responsable de un grupo que le brindó todo el apoyo.
—Ya sé, no me digas nada, Nico fue el único que te pudo convencer.
—Era una cuestión de objetivos, volver por un desafío. Para tomar la decisión de regresar hablé mucho con los dirigentes, porque Liniers estaba frente a una inmejorable oportunidad de profesionalizar todo, de apuntar para arriba, de cambiar la mentalidad, de pensar en grande... Eso sí, siempre con los pies sobre la tierra.
“Arrancando de lo general para llegar a lo principal, como se hace en todos los ámbitos de la vida. En su momento veía que eso no se estaba dando y me alejé. Cuando Nico, una persona muy capaz para encarar distintas situaciones y proyectos, me habló, me hizo reaccionar; sabía que él no iba a permitir que el fútbol del club se vaya para cualquier lado y que no se siga pensando en la profesionalización”.
“La dirigencia entendió que para profesionalizar el fútbol había que tomar decisiones que te podían sacar de la zona de confort o que te iban a mover hasta las raíces más profundas. Lo hicieron muy bien, y es la primera vez en 12 años de competencia a nivel regional y federal que los directivos están tan cerca nuestro. Se hizo un grupo unido y fuerte entre las tres partes interesadas en el destino del fútbol y a partir de esa base empezaron a aparecer los resultados. Es así, no hay otra”.
Y siguió: “este tipo de torneos está viciado de distintas cuestiones extrafutbolísticas. En el primer cruce fuimos a Tres Arroyos, todo muy desprolijo: la pelota no rodaba, la cancha estaba imposible y las luces alumbraban poco y nada. Así y todo lo resolvimos. En el segundo, en San Cayetano, el arbitraje nos complicó el panorama y estuvimos obligados a ganar en la revancha. En cada instancia, una historia distinta; no fue sencillo”.
—No logro interpretarte, ¿a qué te referís?
—Que los partidos de este certamen no se resuelven solo en una pizarra y con una charla técnica en el vestuario, necesitás contactos, estar al tanto de quién es quién y prestar atención a los movimientos y a lo que sucede en la semana entre ciertos dirigentes de clubes y el Consejo Federal.
“Más allá de eso, siento un inmenso orgullo por lo que fue Liniers en el último Regional Amateur. Lo que se consiguió fue a base de unión, fortaleza grupal, diálogo, solidaridad, búsquedas permanentes de consensos y respeto por las opiniones de los demás. En el fútbol y en la vida hay que manejarse de la misma manera; la esencia del ser humano no cambia nunca”.
—Para volver, ¿limaste asperezas con esos dirigentes y allegados con los que tuviste algún tipo de entredicho o enfrentamiento?
—Si antes de volver no hablaba primeros con ellos, ni me movía de mi casa. Siempre tuve la ilusión de retornar, Liniers es mi lugar en el mundo, y futbolísticamente estaba pleno, motivado y con ganas. Asumí errores, sé que me equivoqué y pedí las disculpas del caso. Ellos me manifestaron lo que habían visto mal de mi, aunque en todo momento les aclaré que mis reacciones siempre fueron pensando en lo mejor para el club, nunca en beneficio propio.
“Liniers está por encima de todos nosotros, de esa base hay que partir si tenemos ganas de colaborar para el crecimiento de la institución. Con los dirigentes nos sentamos a charlar y llegamos a la misma conclusión: todos somos hinchas y amamos a este club, y era hora de dejar egos y egoísmos de lado para que el Chivo se encamine hacia el fútbol profesional. No era solo entenderlo, sino ejecutarlo, y creo que superamos los exámenes más complejos para poder disfrutar hoy de este bendito Federal A”.
—Bienvenidos a la tercera categoría del fútbol argentino.
—Gracias. Ahora viene lo más lindo, ojalá estemos a la altura.
—¿La idea es ser protagonistas o la meta principal es mantener la categoría?
—Con este grupo voy a la guerra. Me siento bien, sé que ocupo un lugar importante, pero entiendo que para estar a la altura de las exigencias voy a tener que cambiar algunos hábitos de vida relacionados a la alimentación y las horas de descanso. Estoy dispuesto a hacerlo. Luché 12 años para llegar hasta acá, ¡no me voy a a entregar ahora!.
—Con el presidente Carlos Pablo tuviste algunas diferencias, ¿cuál fue su reacción cuando decidiste regresar al club?
—Si hay diálogo te podés poner de acuerdo en un montón de cuestiones. Nadie tiene la verdad absoluta, y no importa que seas dirigente, jugador, auxiliar o hincha; cada uno puede colaborar desde el lugar que le toca ocupar.
“Como en el torneo anterior era el capitán del equipo, le planteaba a los dirigentes lo que mis compañeros y yo creíamos que estaba mal, y por lo general siempre chocábamos. Cuando me di cuenta que era remar en contra de la corriente y no se podía modificar nada, decidí largar todo para no volverme más loco”.
“En el tiempo que no estuve, sucedieron algunos hechos que me terminaron dando la razón, que era como yo les decía, que el camino estaba torcido y que no íbamos a llegar a ningún lado”.
—¿Es un “palo” para el cuerpo técnico anterior?
—No, para nada. Sería un desagradecido si no reconozco que el logro que se consiguió fue gracias a una base y un esquema de juego que dejo el cuerpo técnico anterior liderado por Walter Carrio. Cuando asumió Nico, empezó a construir sobre lo que ya estaba, jamás se le dio por hacer borrón y cuenta nueva.
“En la parte futbolística crecimos mucho en el proceso de Walter, lo reconocemos internamente, sabemos que fue así. Nico le puso su impronta a ciertos conceptos generales que ya veníamos trabajando. Nunca puse en duda la profesionalidad de Carrio y considero que es parte de este ascenso. Aunque repito, para lograr resultados hay que hacer el grupo, hablar mucho, darle bola al jugador y empujar para adelante desde todos los estamentos que manejan el club. Eso, en parte, fue lo que hablé con los dirigentes.
—¿Cuál fue la respuesta que recibiste del presidente?
—La mejor. Me pidió que sea positivo, que lleve el grupo para adelante y que le meta garra. Enseguida le contesté: “soy de Liniers, y si veo que todo va bien, yo voy a estar bien”. Caso contrario, no hubiese llegado hasta acá.
—Queda un mes para el inicio del Federal A y ya empezaron a llegar refuerzos, ¿qué tipo de plantel se va a formar?
—Terminamos el Regional Amateur con un plantel corto. El cuerpo técnico pidió refuerzos en puestos claves, aunque también es muy importante la base que quedó. Todos sabemos que en Liniers hay entre 10 y 11 futbolistas capacitados para jugar a este y a un nivel superior también.
“Debemos estar atentos a los detalles y pulir errores, pero la base de todo, otra vez, será este grupo comprometido y con sentido de pertenencia”.
—El domingo que pasó, en Patagones, te convertiste en héroe. No lo podés negar.
—No sé si estoy a la altura de lo que esa palabra significa, todavía me cuesta asimilar todo lo que aconteció. Sigo creyendo que mi angelito de la guarda tenía preparado esto para mi. Liniers está en el Federal A por el grupo, por el equipo que se armó y por la convicción de un montón de gente vinculada al fútbol que entendió que para “ganar hay que arriesgar”.
—Hablas mucho del grupo, ¿es el mejor que integraste desde que jugás en Primera división?
—Liniers siempre tuvo buenos grupos, pero este es magnífico. Estuvimos a la altura y nunca nos cagamos cuando muchos nos pusieron el cartel de “candidatos” cuando apenas se había iniciado el torneo.
“Hace poco charlaba con el Ruso Ornella (dirigente) y le decía que había llegado a Liniers en 1994, a los 5 años, y que a los 33 cumplía el deseo de ver al club a nivel profesional. Luchamos, sufrimos, lloramos, pataleamos, pero Liniers siempre fue el motivo principal para insistir y no desistir. Esta alegría justifica todo; cualquier esfuerzo valió la pena”, resumió el “Turu”, quien le dedicó al ascenso a “mis dos hermanas (María José y María Belén), a mi cuñado Guido, a mis tres sobrinos y a mi papá Oscar, quien hizo un gran esfuerzo para estar en la final y hoy está más feliz que yo”.