Bahía Blanca | Miércoles, 08 de mayo

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Es médica: la enfermera que hacía dedo todos los días para ir a cursar

Patricia Martín es de Darregueira y cursó en Pigüé y Coronel Suárez la carrera dictada por la UNS y la UPSO. Antes fue el sostén de su mamá, su papá y su marido quienes estaban enfermos.

La alegría de Patricia Martín el día de la recibida.

   Patricia Martín había logrado recibirse de enfermera a través del programa Peuzo (por un convenio entre la UNS y la UPSO) que promueve los estudios universitarios en la zona pero no había podido ejercer en el hospital de su pueblo, Darregueira (partido de Puan) porque debía atender a las personas enfermas que había en su familia: su mamá, su papá y su esposo, quien padecía de Linfoma no Hodking.

   Esta situación la había empujado a dejar atrás un sueño de toda la vida: ser médica.

   Pero en un momento todo empezó a cambiar, a mejorar, y se presentó otra oportunidad.


Aquí, compartiendo su sueño cumplido con su compañero Fernando y la pequeña Agus.

   Hoy, recién recibida de médica, recordó junto a La Nueva. el camino recorrido en los últimos 6 años.

   Corría el 2016 cuando su papá, Rodolfo Omar Martín, "Chiche", tornero del pueblo (egresado en La Piedad, en Bahía Blanca) y fanático de LU2 escuchó por la radio que la carrera de Medicina iba a dictarse con cursado en Pigúé y Coronel Suárez y la alentó a empezar.

   "Me dijo: 'Te tenés que anotar porque es lo que quisiste toda tu vida. No tenés nada que te ate, no tenes hijos. Yo te voy a apoyar en todo lo que necesites'", confió emocionada.


Patricia, haciendo dedo con una amiga para ir a cursar.

   Fue el envión perfecto para dar el salto. Siguió su consejo y se anotó en esta modalidad que permite que alumnos de la zona estudien en sus pueblos o sedes cercanas, sin tener que mudarse a Bahía Blanca. 

   "Él supo que me anoté pero no que quedé porque falleció en octubre de 2016. Él sembró la semillita y el sábado pasado yo coseché", contó la flamante egresada.

   "Él fue mi pilar, mi motor, mi todo para arrancar y para seguir", dijo.


En plena cursada con sus compañeras.

   También destacó el apoyo de su mamá y de las becas que le proporcionaron la UNS, la UPSO y la Municipalidad de Puan.

   "Sin ese apoyo económico no lo hubiera logrado", destacó.

   En los primeros años de cursada Patricia, Pato, como le dicen en el pueblo, hacía dedo todos los días para ir a cursar a Pigüé, a 97 kilómetros de Darregueira.

   En paralelo cuidaba a Tita, una abuela que hoy tiene 102 años. La visitaba en el hospital, la atendía bien temprano y de ahí se iba a la ruta, a esperar.

   "Salía a las 11 de la mañana para entrar a cursar a las dos de la tarde. Así estuve dos años y medio hasta que pudimos comprar nuestro autito", dijo la profesional, eternamente agradecida con la familia de Tita.

   "A Tita la amo y la disfruté como no pude disfruta de mi abuela. Agradezco a la familia por darme la posibilidad de cambiar horarios y por mantenerme el trabajo. Fueron parte de este proceso", expresó.


Con una compañera, en Pigüé, a las 19.30 esperando para poder volver a casa.

   En 2019, a mitad de la carrera, Pato quedó embarazada. En enero de 2020 dio a luz a Agustina.

   "Cuando la gordita todavía no tenía un mes yo tuve que volver a cursar. Pensé que no lo iba a lograr porque ella no dormía toda la noche. Me despertaba a las 5 de la mañana para cursar en Suárez a las 8 . Manejaba 150 kilómetros y llegaba a mi casa a las cuatro o cinco de la tarde. Era insostenible", comentó.

   Entonces la llegada de la pandemia cambió todo. Pudo estudiar desde casa, cursar por Zoom y ver crecer a su hija: amamantarla y acompañarla en todo el primer año. 

   "Mi mamá, María Valdivieso, también fue fundamental. Si no me hubiera cuidado a la nena me hubiera sido imposible viajar y entrar con ella al hospital", contó.


Pato, en la caja de un camión de verdura. Muchas personas la ayudaron a cumplir su sueño.

    "Ella me apoyaba con cosas como ese llamado cuando estaba haciendo dedo. Necesitás hablar con alguien porque a veces te angustiás. No siempre me tocaba llegar rápido o volver rápido. Me esperaba con la comida caliente, la ropa limpia y los ambos planchados", rememoró.

    Pato sigue trabajando en la atención de la abuela Tita y a partir de marzo planea empezar a viajar a Pigüé de nuevo para presenciar las guardias y más adelante rendir el examen de residencia en la especialidad de Clínica, con la intención de ejercer en Darregueira.

    Mientras estudiaba para recibirse de Enfermera (antes de ser Médica) atravesó una situación familiar muy compleja.

   "Tenía a tres personas enfermas en mi casa, mi mamá con una depresión mayor terrible, mi papá; que tenía una polineuropatía periférica autoinmune que lo había dejado inmovilizado y en silla de ruedas y mi marido, que tenía Linfoma no Hodking", comentó.

   Tan difícil era todo que el examen de su última materia para recibirse de Enfermera lo rindió en el Hospital Penna al lado de su compañero mientras él recibía su tratamiento de quimioterapia.

   Hoy su marido Claudio Fernando Colombatto está recuperado y libre de enfermedad ya que en 2013 le hicieron un trasplante de médula. Patricia participó activamente en la campaña para conseguir dadores de sangre. 

   "El 13 de diciembre pasaron 9 años del trasplante y en pocos días nuestra hija cumplirá 3 años", dijo.

   Lo que parecía imposible se hizo realidad pero no fue un milagro sino obra de su sacrificio, convicción y constancia y del apoyo de tantas personas que no le soltaron la mano.

   En tiempos de alegría por el triunfo de la Selección Argentina en el Mundial de Qatar nunca más vigente la frase que circuló por las redes: "Juntos somos mejores".