Calor, niños y piletas: un combo al que se le debe prestar mucha atención
Dos pediatras bahienses dieron algunas recomendaciones para evitar riesgos y enfermedades. Irritación ocular, otitis y trastornos por tragar líquido de la piscina, encabezan los problemas más frecuentes en esta época del año.
Por Pablo Andrés Alvarez / [email protected]
Estamos en un época del año en que la necesidad de sobrellevar el calor se asocia con utilización de espacios cercanos al agua, ya sea en piletas o piscinas caseras, balnearios o colonias de vacaciones.
Para que el disfrute sea pleno es importante tener en cuenta algunas recomendaciones sobre la supervisión de los menores en cercanía del agua.
Precisamente, el ahogamiento es la segunda causa de muerte en el grupo de 1 a 15 años (detrás de los accidentes viales).
“El método de `visión directa permanente´ es el más efectivo y menos costoso. Es imprescindible en lactantes y niños pequeños”, señaló la pediatra bahiense Paulina Gallegos ((MP 3249), quien se desempeña en el Hospital Matera de nuestra ciudad.
Doctora Paulina Gallegos
La visión directa permanente debe estar a cargo de un cuidador responsable, con ciertas condiciones: ser mayor de 18 años; estar en condiciones físicas e intelectuales de socorrer; nadar perfectamente y poder sumergirse hasta el fondo de una piscina (3-4 metros); la distancia al niño debe ser “largo del brazo” y debe estar entrenado en reanimación cardiorrespiratoria (RCP) elemental.
Según la Sociedad Argentina de Pediatría, la proporción segura entre número de cuidadores y niños es en lactantes: 1 a 1; de 1 a 2 años: 1 a 2; de 2 a 3 años: 1 a 3 y luego de los 4 años de acuerdo al grado de aprendizaje de la natación que tengan.
Doctora Daniela Gerbi
“Por ello es importante incentivar el aprendizaje de este deporte desde edades tempranas”, agregó la doctora Daniela Gerbi (MP 112886), quien desde el 2004 se desempeña en el área de Pediatría del Hospital de Día en el Hospital Municipal.
Pero también hay otros riesgos, no tan trágicos, que también merecen cuidados.
La irritación ocular, la otitis del nadador y posibles trastornos por tragar líquido de la piscina, encabezan los problemas más frecuentes.
Tragar agua
Tragar agua en la pileta es algo que siempre ocurre, especialmente cuando los niños están aprendiendo a nadar. Un poco no suele ser motivo de preocupación, pero tragar mucha agua puede causar enfermedades.
Hay mucha información sobre los efectos del agua de las piscinas en la piel y los ojos. Sin embargo, no son tan conocidas las consecuencias del otro inconveniente que sucede a menudo.
“El agua de las piletas contiene cloro, que se utiliza para desinfectarlas y eliminar ciertos parásitos como Escherichia Coli. El cloro no elimina todas las bacterias. Es el caso de Cryptosporidium (puede vivir hasta 7 días en agua clorada), un parásito muy resistente que puede causar diarrea”, comentó Daniela Gerbi.
“Si se traga agua, el mayor riesgo es el de contraer infecciones por gérmenes que viven en el agua, por eso lo ideal es evitarlo, explicándole al niño que debe escupir rápidamente. Si bien los síntomas producto de estas infecciones suelen ser leves, pueden aparecer vómitos o diarrea”, añadió Paulina Gallegos.
Especialistas señalan que si el agua de la pileta se ha clorado correctamente, no debería haber olor a ese producto.
“Para muchas personas el olor a cloro es sinónimo de agua segura, y ello se debe a la presencia de cloraminas, unas sustancias que se forman por la reacción del cloro con las bacterias de las heces y el sudor. Tragar demasiada agua clorada o con elevados niveles de cloro puede causar una intoxicación”, manifestó Gerbi.
Los síntomas de esta intoxicación son malestar estomacal, vómitos, tos, dificultad para respirar y fatiga, acompañados por hinchazón y ardor en los ojos, garganta, nariz y orejas.
“Ante cualquier síntoma es importante que consulten con su pediatra de cabecera”, dijo Gallegos.
Uso del pañal
Si bien los pañales para nadar repelen el agua y ajustan suavemente los muslos y la cintura del niño, no son impermeables. Si los pequeños llegaran a ensuciarlos, se podría contaminar el agua de la pileta o de otros lugares de baño.
Aunque la orina en el agua es menos peligrosa que la materia fecal, es difícil separar ambas cosas cuando el niño usa pañales.
El CDC (Centro para la prevención y control de Infecciones de Estados Unidos) sostiene que algunos estudios han investigado que los pañales para nadar desechables y reutilizables evitan que las heces y los gérmenes que causan infecciones pasen a la piscina.
“La realidad es que si bien podrían retener algunas heces sólidas, no son herméticos. Los pañales para nadar pueden demorar por unos minutos el traspaso de gérmenes que causan diarrea hacia el agua, pero no pueden evitar que la contaminen”, comentó Gallegos.
“Los pañales descartables están diseñados para absorber la orina y la materia fecal, pero cuando se usan para darse un baño y jugar en pileta, a los pocos minutos se inflarán y comenzarán a desmenuzarse. Los pañales para nadar repelen la orina y no llevan parte absorbente, ya que dentro del agua el absorbente se empaparía del líquido y ya no serviría para absorber el pis”, agregó Gerbi.
Por ello, ningún fabricante afirma que estos productos previenen el traspaso de la diarrea a las piscinas. Es por eso que las especialistas recomiendan que si el bebé utiliza pañales en el agua, se deben realizar pequeñas pausas para cambiarlo en el baño o para que use el inodoro.
Y aclaran como dato fundamental que nunca se debe permitir que el niño ingrese en la pileta si tiene diarrea.
“Todos los nadadores que tengan diarrea deben permanecer fuera del agua, incluso si están usando estos pañales. Es recomendable que se evite el ingreso al agua cuando tengan diarrea y que se revisen con frecuencia (aproximadamente cada 60 minutos) los pañales para nadar desechables y reutilizables, y los cambien en un área alejada, que les permita lavarse las manos después de cambiarlos y disminuir las posibilidades de contaminar la zona de la piscina”, señaló Gallegos.
Protección auditiva
La otitis es una infección que se presenta con frecuencia en esta parte del año y tiene relación directa con el ingreso de agua a los oídos.
“Hay un par de tips para evitar la otitis. Por ejemplo, manténer los oídos secos con tapones para los oídos. Y después de sumergirse, ayuda mucho secar las orejas limpiando delicadamente el oído externo con una toalla suave, o con un secador de cabello, que se debe colocar a alrededor de 30 centímetros de distancia de la oreja”, opinó Gerbi.
“Lo más importante es mantener una limpieza adecuada del conducto auditivo externo, es decir que se encuentre libre de tapones de cera, ya que la presencia de los mismos no permite que el agua que entra pueda salir. También se debe secar hasta donde se llegue con la toalla para eliminar algún resto de agua”, recomendó Gallegos.
En el caso de presentar otitis externas a repetición y con supervisión e indicación médica pueden utilizarse 2 ó 3 gotitas de alcohol boricado al finalizar el día de pileta, colocadas directamente en el conducto auditivo externo.
“La finalidad de esta indicación es que si quedó algún resto de agua, se evapore más fácilmente”, señaló Gallegos.
Recomiendan evitar introducir hisopos de algodón en los oídos de los niños ya que pueden empujar el material más hacia el fondo del canal auditivo, irritar la piel fina dentro del oído o lastimarla.
Ojos rojos
Los ojos rojos son muy comunes luego de largos días de pileta por la exposición al cloro. Para aliviar el malestar y disminuir el enrojecimiento después de nadar, se recomienda lavarlos con una solución ocular estéril o con lágrimas artificiales.
“Para evitar los ojos rojos o hinchados, una buena opción es inculcarle al pequeño que use anteojos protectores mientras practica la natación”, sugirió Daniela Gerbi.
La principal causa de la conjuntivitis irritativa es el contacto ocular con el cloro y otros componentes químicos que se utilizan para la desinfección del agua de las piscinas. Otra causa es la formación de compuestos debido a la combinación del cloro con orina en la piscina. Los síntomas son enrojecimiento ocular y sensación de cuerpo extraño en el ojo.
“Es importante diferenciarla de la conjuntivitis viral que se caracteriza por estos síntomas sumados a secreción mucosa en los ojos, ya que el tratamiento es diferente. Para prevenir la conjuntivitis irritativa es necesario evitar largos períodos de inmersión en el agua, utilizar en lo posible gafas o antiparras para agua y realizar un buen lavado ocular con agua potable luego de salir de la pileta”, opinó Gallegos.
Protección al sol
Con temperaturas tan altas como las que se están viviendo este verano, el sol se transforma en un arma muy peligrosa.
Hasta cumplir los doce años, la piel sufre lo que los especialistas denominan “inmadurez cutánea”, por lo que está incapacitada para cumplir con todas sus labores de autoprotección.
“El déficit de algunos componentes de los que sí poseen los más grandes son los que hacen que la piel de los niños sea infinitamente más sensible a las radiaciones de los rayos Ultravioleta (UVA y UVB), así como a las radiaciones de infrarrojos, responsables de las reacciones de hipertermia”, analizó Gerbi.
La piel de los niños es, además, más fina y la secreción sudoral que contribuye a la detoxificación del organismo y a la regulación térmica, es irregular.
“Por todo esto se comprueba que el sol puede resultar excesivamente dañino para la piel de los más pequeños. Por ello debemos extremar los cuidados: no exponer a los bebés al sol hasta que tengan al menos un año; son imprescindibles las camisetas y los sombreros o gorras y se debe aplicar cremas con un alto factor de protección (30 o 50 mínimamente) al menos media hora antes de la exposición y hacerlo de forma abundante por toda la piel”, amplió Gerbi.
En días de altas temperaturas, el exceso de exposición al sol en las horas de mayor radiación (entre las 10 y las 16) sumado a la falta de reposición de líquidos y al uso de ropa inadecuada, puede producir aumento de la temperatura corporal y deshidratación, más conocido como golpe de calor.
“Las poblaciones más susceptibles son los niños menores de 1 año, aunque también puede ocurrir en niños mayores”, amplió Gallegos.
En ese sentido, la Sociedad Argentina de Pediatría sostiene que pueden aparecer síntomas como dolor de cabeza, mareos, irritabilidad, decaimiento, tendencia al sueño, debilidad muscular, sequedad de labios, boca, lengua, acompañadas de aumento de la temperatura corporal y enrojecimiento facial y corporal así como inapetencia, sed intensa, náuseas o vómitos.
“Algunas medidas para proteger a los más pequeños son hidratarlos y refrescarlos permanentemente; evitar la exposición al sol, sobre todo en el horario entre las 10 y las 16 (incluso en días nublados, ya que las nubes dejan pasar el 75% de la radiación UVA), usar ropas livianas, holgadas y de colores claros, y sombreros de ala ancha”, agregó Gallegos.
En los mayores de 6 meses, se recomienda usar protectores solares con factor 30 o superior (de amplio espectro, contra los rayos UVA y UVB, en lo posible de marcas reconocidas) y colocarlos 30 minutos antes de la exposición para lograr una adecuada absorción, esparcirlos en toda la superficie corporal y reiterar cada 2 horas y después de los baños.
“En los menores de 6 meses se deben utilizar medios físicos para la protección solar. Si se utilizara repelente para insectos, lo ideal es colocarlo luego de la absorción del protector solar”, cerró Gallegos respecto a este tema.
¿Estado febril o Covid?
Las enfermedades infecciosas acompañan al niño de forma habitual e inevitable durante la mayor parte de su infancia debido a la inmadurez de su sistema inmunitario, que es más sensible a los agentes infecciosos, y también por sus hábitos poco higiénicos, como compartir chupete o juguetes que previamente se han llevado a la boca y que facilitan que dichas infecciones se propaguen con más rapidez.
“Estos cuadros virales generalmente no revisten gravedad y se autolimitan. Hoy en día, debido a la situación de pandemia, cualquier estado febril debe llevarnos a pensar como diagnóstico diferencial al cuadro producido por el Covid 19”, manifestó Gerbi.
En la época estival es frecuente la aparición de cuadros febriles por infecciones estacionales como la gastroenteritis o por cuadros de sobreexposición solar.
“En estos últimos 2 años de pandemia por covid 19 se superponen síntomas con la infección por este agente. Por eso, y más en este momento de contagios exponenciales, es muy importante realizar la consulta con el centro de salud más cercano ante la aparición de fiebre, goteo nasal, dolor de cabeza o garganta o ante la posibilidad de haber tenido un contacto estrecho con un positivo”, añadió Gallegos.
¿Quiénes son?
--Daniela Gerbi (MP 112886) se recibió en 1997 en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de La Plata. Hizo la residencia en el Penna del 98 al 2001, con la jefatura de residencia incluida. Desde el 2004 se desempeña en el Hospital Municipal, en el área de Pediatría del Hospital de Día. En 2003 se convirtió en Especialista en Pediatría y desde el 2019 es Especialista Jerarquizada.
--Paulina Gallegos (MP 3249) es especialista en Pediatría y se desempeña en el Hospital Matera de nuestra ciudad. Se recibió en 2001 en la UBA e hizo la residencia en el Hospital Elizalde (ex Casa Cuna). En 2017 decidió volver a Bahía Blanca.