Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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¿Qué le espera al país? La opinión de tres economistas bahienses

Distintas miradas sobre los probables escenarios de cara a dos meses que serán decisivos. 

Por Francisco Rinaldi / frinaldi@lanueva.com

      “Es muy difícil hacer predicciones, sobre todo respecto al futuro”. La frase del físico danés Niels Bohr condensa, con una dosis de humor, un viejo problema de la ciencia económica: al ser tan sensible a las decisiones y comportamientos humanos, su poder de predicción está enormemente menoscabado. 

      Tratándose del resultado electoral del domingo, la respuesta para el futuro económico depende, precisamente, del rumbo que adopte la política del Gobierno, aunque las consecuencias para todos nosotros estarán atadas a lo que se haga -o no- con respecto a la tasa de inflación, sin dejar de tener en cuenta que las condicionalidades externas juegan un rol central.

      Es que la administración de Alberto Fernández transita por un delgado desfiladero donde tratar de revertir el resultado electoral puede poner en riesgo aún más a la endeble estabilidad de la economía.

     “No hay ninguna medida que cambie la economía en 50 días. Cualquier política que intente aumentar los ingresos de la gente no se implementa en forma inmediata y con estos niveles de inflación, cuando están operativas, el que las recibe ya perdió poder de compra. Me parece que el riesgo de repetir situaciones complicadas en materia de inflación, de las que ya hemos vivido en el pasado, es alto”, advierte el economista y asesor privado Jorge Pazzi.

     Para Mauro Trellini, economista y columnista de medios locales, más emisión, inflación y problemas para generar divisas son el escenario más probable hasta noviembre.

      “No veo una vuelta de timón. Me parece que la política en general pretende en forma recurrente desafiar los principios de la economía, y cuando se hace eso, ya sabemos cuáles son los resultados”, señala.

     Pese a ello, algunos analistas critican al Gobierno porque, contrariamente con lo que pregona, licuó parte de las erogaciones públicas, al impedir que aumenten por arriba de la inflación. De hecho, con la nueva fórmula de movilidad previsional, votada en el Congreso a propuesta del Ejecutivo, las jubilaciones, pensiones y AUH cayeron en el primer semestre entre un 4 y un 5 por ciento en términos de inflación, lo que le permitió al Gobierno conseguir un bajo nivel de déficit fiscal.

     “El Frente de Todos debe dirimir su interna entre su promesa de beneficiar a los más postergados, que no han tenido una recuperación digna, o cumplir con los sectores de poder, es decir, con los acreedores. En dos años de gestión, los datos indican que el salario real cayó, el empleo no creció y la pobreza sigue en niveles altos”, explica, categórico, el economista y especialista en temas de deuda soberana Francisco Cantamutto.

     Pazzi señala que dicha corrección a la baja de los gastos del primer semestre “ni siquiera sirvió para un plan antiinflación, porque esto funciona cuando se anuncia al público, precisamente, para generar credibilidad”.

     Precisamente, para Trellini, la falta de un ministro de Economía fuerte atenta contra esta idea de credibilidad.

    “Yo no veo un gabinete económico sólido. No tener un refugio de nombres conocidos no hace más que aumentar la desconfianza, lo que agrega condimentos extra a los problemas”, razona.

Al Fondo...

   Omnipresente en nuestra historia reciente, nuestro país es hoy el principal deudor del FMI. Por lo tanto, las condiciones del arreglo al que se pueda arribar con el organismo también marcarán a fuego la agenda económica de los próximos dos años.

   “Arreglar con el Fondo es fundamental. Las reservas de dólares no sobran y en las últimas ruedas del mercado de cambios oficial el BCRA estaba vendiendo a razón de 100 millones diarios. Para colmo, los próximos vencimientos de deuda externa imponen una necesidad de divisas aún mayor”, explica Pazzi.

   Pero una máxima de la economía dice que no hay comida gratis. Y las condicionalidades a la política económica son otro de los riesgos que enfrenta la actual administración.

   “El FMI quiere firmar un acuerdo de Facilidades Extendidas a diez años. Y aunque hay una retórica novedosa en el organismo, más orientado hacia lo social, lo cierto es que va a pedir más ajuste fiscal, apertura paulatina de la economía y, posiblemente, insistirá con sus exigencias para implementar reformas laborales, tributarias y jubilatorias. Es decir, va a seguir sin asumir su responsabilidad con el otorgamiento de los préstamos a Argentina, limitándose a pedir más ajuste”, acota Cantamutto.

   Los riesgos están. De un lado, iniciar una carrera contrarreloj para ganar en noviembre es una amenaza real a la ya de por si endeble estabilidad macro, aunque acordar con un Fondo, en apariencia más comprensivo pero no menos intransigente, no promete precisamente un camino plagado de rosas. 

   Corresponderá a quienes nos gobiernan elegir cuál de los dos correr. Nada distinto de los libros Elige tu propia Aventura que seguramente varias figuras del gabinete leían en su infancia. Sólo que esta vez, del otro lado, el peligro es real.