Villa Ventana: los vagones de Mirko Y Paula que son una máquina del tiempo
Se trata de un bar museo montado sobre vagones recuperados del ferrocarril. La pareja al frente del proyecto exhibe objetos ferroviarios y también de uso doméstico de más de 100 años. El gran atractivo son los bogies, ruedas del tren convertidas en mesas.
Anahí González Pau
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Entrar al bar museo La Estación, en Villa Ventana, es como subirse a una máquina del tiempo, pero a bordo de dos vagones de tren recuperados.
Cientos de objetos ferroviarios tapizan las paredes. También viejos faroles, cartelería de chapa, planchas a carbón, radios, balanzas, afiches de época, fotografías, viejos clavos, relojes, teléfonos. Antes de ingresar se ve un viejo afilador de cuchillos de 1920.
Así luce uno de los vagones por dentro.
Por donde se mire, algún recuerdo, alguna antigüedad, nos remite a la vida de los abuelos, bisabuelos y hasta tatarabuelos. Cada objeto emana un latido de lejanía y, a la vez, invita a conocer más sobre nuestra historia, nuestros antepasados y nos permite reflexionar sobre los vertiginosos cambios que hemos vivenciado en los últimos 100 años, en nuestras vidas cotidianas.
Para más información: Instagram: @la estación cervecería, @mirr muller, @pauli_schieda
Quienes encabezan el proyecto, Mirko Muller y Paula Schieda, se conocieron cuando todo estaba cobrando forma. Gracias a esta iniciativa hoy son protagonistas de una linda historia de amor y motores de este emprendimiento que tan buena recepción tuvo en el pueblo.
Inauguraron hace 3 años -13 de diciembre de 2018- pero estuvieron un año y medio sin actividad por la pandemia. La comunidad apoyó con su reconversión al take away, mientras tanto, para que pudieran seguir adelante.
Balanza de época que se usaba para pesar cueros y otros artículos.
Mirko, oriundo de Villa Iris y trabajador en el rubro gastronómico desde hace 10 años -pasó por varios restaurantes de Bahía Blanca- comentó que la impulsora de este sueño fue Paula, quien es bahiense y psicóloga, aunque ahora está abocada tiempo completo a La Estación.
El dueño de las antigüedades es el papá de Paula, quien es coleccionista desde los 10 años. Quiso habilitar un museo pero la burocracia lo hizo cambiar de opinión y su hija le encontró otra vuelta.
Mirko y Paula, gastronómico y psicóloga, ahora compañeros y emprendedores.
“La colección la fue recolectando en chatarras, contenedores, compra y venta y en canje, se intercambiaban piezas. Así fue consiguiendo todo”, contó Mirko.
“Los vagones son originales, uno tiene más de 100 años y el otro casi 100. Los trajimos de Bahía Blanca, eran fruteros y viajaban al Valle”, dijo.
El armado llevó casi un año y estuvo a cargo de Horacio Schieda, el herrero, y Jesús, un “loco por las antigüedades, dos personas fundamentales en el proyecto.
Afilador de cuchillos de 1920.
“Lo que más llama la atención son las radios viejas, los faroles y los bogies, de uno de los vagones, es decir, las ruedas del tren, que las convertimos en mesa. Creo que el atractivo es ese: la gente viene se copa y quiere llevarse una foto de La Estación, sentada en los bogies”, comentó.
La gente se identifica y encariña tanto con el lugar que terminan regalándoles antigüedades para que ellos las cuiden y las exhiban.
“Por ahora no hacemos visitas guiadas pero los fines de semana funcionamos como cervecería, y en fin de semana largo y vacaciones abrimos todos los días. En verano, estamos a partir de las 18 y ofrecemos shows en vivo”, contó.
Banquetas diseñadas con ruedas de zorritas.
“Los objetivos, más que superados, nunca nos imaginábamos que íbamos a hacer tanto ruido en la comarca y en un pueblo tan chiquito como Villa, que íbamos a llegar tan lejos. No pedimos mas nada”, reflexionó.
“Agradecemos a la gente de Villa porque sin su ayuda no hubiéramos podido sobrevivir a la pandemia. Nos dieron una mano muy grande”, aseguró.
Los bogies, ruedas del tren, convertidas en mesa.
En La Estación es posible escuchar rock nacional, disfrutar de una gastronomía con variadas opciones y viajar en el tiempo, solos p en compañía.
“Es una propuesta diferente para que te sientes y veas objetos que usaban tus abuelos, tus tatarabuelos. La gente se copa con eso y le gusta la onda del lugar”, concluyó.