Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

El Chiplú: el bocado que marcó a generaciones de bahienses

   Creación de Pedro Sabas en su local El Rincón del Mercado Modelo, se mantiene vivo en la memoria colectiva.

Mario Minervino / mminervino@lanueva.com / Twitter: @mrminervino1

 

"Ha sonado ya el cucú y comienza la emoción, comerán rico chiplú, de la pizzería El Rincón" (Leyenda colocada en el local)

   Corría la década del 60 y Pedro Sabas buscaba encontrar algún bocado nuevo para ofrecer a la numerosa clientela de su negocio del mercado Modelo. Ya había dejado su primera ubicación en el último local de la galería, con acceso por calle Yrigoyen –por eso bautizado el Rincón--, y se había trasladado a un stand  más estratégico, cerca de la entrada por calle Zelarrayán 37.

Mercado Modelo, acceso por Zelarrayán 37

   En esa búsqueda por ampliar su exitoso menú de pizzas y empanadas al paso, ideó un bocado muy simple y singular: una suerte de pan de pancho, con receta propia, secreta y jamás revelada, y dentro de esa masa un chorizo colorado que le proveía al local que la firma Gil y Franzino tenía en el mismo mercado.

   Tenía nada más que bautizarlo. Recordó entonces que siendo niño, en su casa de Villa Mitre, su papá, sirio, lo llamaba por su sobrenombre, Cholo, pero por una cuestión de pronunciación sonaba como “chiplú”. Ese fue el nombre elegido. “Me causaba mucha gracia cuando me pedían el bocado por el nombre Chiplú, que era como sonaba aquel llamado de mi papá”, evocaría Sabas años después.

Pedro Sabas en su puesto, el chiplú, el bocado más pedido

   Lo cierto es que el Chiplú se convirtió en un éxito. Inesperado y total. Los estudiantes del colegio Nacional, los empleados del banco Regional Sureño y del banco Nación, los que pasaban ocasionalmente por el mercado, al mediodía, a la tardecita, a deshora. Había padres que lo pedían por docena para ponerlos en la encomienda que le mandaban a sus hijos que estudiaban fuera de la ciudad.

   Pero Sabas generó mucho más que un producto que se vendía a manos llenas: logró algo mágico, que no responde a receta alguna: lque el bocado quedara instalado en la memoria colectiva de los bahienses. Integrantes de varias generaciones no pueden permanecer indiferentes a la evocación de este bocado. Es, como los aromas o la música, mencionarlo es un disparador inmediato a momentos de la niñez, de la juventud. Es además referir algo autóctono, propio, parte de una identidad local,

   Con Sabas retirado, los sucesores de su local en el Mercado siguieron vendiendo el Chiplú, con la receta original según aseguran algunos. Cuando el Mercado cerró, en 1997, el bocado continuó ofreciéndose en otros sitios, aunque los consumidores de alto rango aseguran que ya no era el mismo. Hasta el día de hoy hay dos o tres negocios que lo elaboran.

   Un pancito pequeño, una masa de chorizo colorado, un toque de temperatura y el sabor único.del chiplú, el apodo de un niño que jugaba en las veredas de Villa Mitre y que dejó un legado único en generaciones de bahienses.

La ampliación por Zelarrayán abrió el 11 de abril de 1961 y cerró en 1997