Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Los desafíos ambientales que debe afrontar nuestro país

Se presentan múltiples retos para Argentina. Algunos de fondo, como discutir el modelo productivo; otras más puntuales, como la sanción y puesta en marcha de normas legales en relación a bosques, humedales, glaciares o explotaciones mineras.

   Lograr que lo ambiental sea parte de la agenda política cotidiana y aumentar la conciencia y la participación ciudadana en estos temas, es una política de estado que deberá proyectarse en el tiempo en Argentina.

   En la agenda del 2021 se anotaron múltiples temas relacionados. Algunas de fondo, como discutir el modelo productivo y otros más puntuales, como la sanción y puesta en marcha de normas legales con relación a bosques, humedales, glaciares o explotaciones mineras.

   Agenda muy ambiciosa teniendo en cuenta las urgencias que la pandemia ha generado. Pero no por esto debieran dejarse de comenzar a considerar.

   Es evidente que los temas objetivamente centrales son dos: El cambio climático, porque ya no se puede ignorar la gravedad del mismo y la necesidad urgente de edificar políticas de sustentabilidad consensuadas.  El otro tema es la matriz productiva y la distribución del ingreso.

    Ambos requieren de políticas de largo plazo, consensuadas por toda la sociedad y es evidente que exceden, en el marco de la política, los tiempos de los mandatos. Y, lo que viene faltando, ideas de grandeza, convicción de consensuar, y propuestas de trabajo de largo plazo no se generan en poco tiempo, máxime en este clima de pandemia y grieta social alentada.

   Los ambientalistas proponen la conservación de la biodiversidad por encima de todo. Nuestro país, en este mundo globalizado, una de las pocas posibilidades de crecimiento que tiene, es sobre la base del agronegocio.

   Los puntos de partida de los defensores de ambos sectores son muy antagónicos, pero ambas son interdependientes y deberán buscarse soluciones de producción y sustentabilidad. A ambos sectores no les agrada resignar su estado de confort. Y la generación de riqueza, hoy por hoy, viene de uno sólo de ellos.

   Cambiar la matriz generadora de riqueza de Argentina requiere de tiempos y recursos que no están disponibles. Y cuanto más demoremos en enfrentar esta realidad, más lejos estaremos de un cambio.

   Pese a que somos hoy un país agroexportador, sólo el 7% de la población es rural. Revertir este proceso, que es mundial, de la urbanización de las poblaciones en megaciudades, es una tarea de décadas, luego de que se generen las reglas y las condiciones para una vuelta al interior.

   Los políticos no tienen en sus mandatos los tiempos necesarios, de aquí que las normas que se generan, en general inconsultas con los verdaderos interesados, son contradictorias en la mayoría de las veces y impracticables sin recursos.

   Las entidades representativas de la educación, de la producción y del trabajo son las que realmente manejan otros tiempos, y pueden generar propuestas de largo plazo que apunten al desarrollo de riqueza, su distribución, a la vez que procuren la protección de los recursos y en definitiva lo que nos preocupa, el medio ambiente.

   Del consenso que puedan lograr estos actores deberían surgir las normas que le den el marco legal al tan crucial dilema nos apura.