Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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Cultivos transgénicos: en el país han generado más de U$S 159.000 millones en 25 años

Con una siembra de más de 26 millones de hectáreas, y con niveles de adopción cercanos a 100 % en soja, maíz y algodón, la Argentina es uno de los países líderes en la utilización de GM. El proceso se inició en 1996. ¿Cuáles son los desafíos?

Guillermo D. Rueda / grueda@lanueva.com

   Incrementaron rendimientos, redujeron costos de producción y aumentaron la rentabilidad. Son las tres razones sustanciales que la utilización de los cultivos transgénicos generaron en el país.

   En este proceso iniciado en el año 1996, los beneficios agregados para la Argentina alcanzan los 159.000 de dólares, un equivalente a siete cosechas nacionales de soja.

   De la cifra citada, el 92 % corresponde al cultivo de soja; el 7 % al maíz y el resto al algodón.

   Estas son sólo algunas de las conclusiones a las que se arribó tras la presentación de los expertos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, junto a ArgenBio, luego de 25 años de la adopción de cultivos transgénicos (GM) en la Argentina.

   En el extenso documento se analizaron los beneficios económicos, sociales y ambientales que generó la utilización de la tecnología en el país.

   La presentación del trabajo tuvo lugar en un encuentro virtual donde disertaron José Martins, presidente de la Bolsa de Cereales, y los autores: el jefe de Estudios Económicos de la Bolsa de Cereales Agustín Tejeda Rodríguez y el Dr. Eduardo Trigo, Marcelo Regúnaga y Ramiro Costa, subdirector ejecutivo de la Bolsa de Cereales.

   La importante producción llevó a mayores exportaciones de granos y subproductos, que generaron U$S 153.000 millones adicionales durante el período analizado, el equivalente a casi tres años de exportaciones totales del país.

   El empleo adicional demandado por las cadenas agrícolas, al aplicar la tecnología GM, promedió 93.000 puestos de trabajo directos por cada campaña agrícola.

En términos ambientales, los cultivos GM han favorecido la incorporación de un modelo productivo más amigable con el medio ambiente.

   Se identificaron, por un lado, los beneficios por el menor uso y toxicidad de los fitosanitarios aplicados.

   Por otro parte, se indicó que la complementación de los cultivos transgénicos con el sistema de siembra directa permitió reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en más de 18.000 millones de kilos de carbono, equivalente al consumo anual de 3,9 millones de autos particulares.

   Asimismo, esta combinación permitió incrementar el carbono orgánico secuestrado del ambiente en nuestros suelos en 7,3 millones de toneladas para la campaña 2020/2021 y de 121,1 millones de toneladas en las últimas 25 campañas.

El desarrollo del país

   En el informe se asegura que la introducción de los cultivos GM en la agricultura argentina marca un punto de inflexión en la producción agropecuaria y, por su importancia en la economía, en el desarrollo del país.

   “Los resultados enfatizan que lo ocurrido en los 25 años transcurridos desde la introducción del primer cultivo GM es altamente positivo, no sólo para los sectores productivos, sino para la sociedad en su conjunto, a través de sus impactos sobre el crecimiento del PBI, el empleo, y los ingresos fiscales, y por esta vía, el combate a la pobreza y el desarrollo social”, se marcó.

   También se resaltó que buena parte de lo ocurrido fue posible porque, al momento en que estas tecnologías estuvieron disponibles a nivel internacional, existían en la Argentina un conjunto de capacidades estratégicas para poder aprovecharlas. Es decir, la existencia del marco regulatorio requerido para la incorporación segura de las tecnologías a los procesos productivos; una industria de insumos y servicios consolidada y capaz de reflejar rápidamente las nuevas propuestas a su oferta tecnológica; y capacidades empresariales e institucionales proactivas en cuanto a impulsar la incorporación de las nuevas tecnologías a los procesos productivos.

   Además de estas capacidades, otros factores vinculados a las políticas económicas y sectoriales, e incluso la sinergia entre los cultivos GM y la siembra directa, que para entonces ya había comenzado a difundirse, fueron determinantes para que el proceso de innovación tuviese la profundidad y significancia que ha tenido en estas dos décadas y media.

   “Si bien los beneficios económicos y ambientales han sido el centro de la discusión en este informe, es importante resaltar que las trasformaciones impulsadas a partir de la masiva adopción de los cultivos GM dispararon otro tipo de beneficios que deben ser tomados en cuenta”, se agregó.

   Uno de ellos es la consolidación del país como un actor estratégico en los mercados internacionales; precisamente, en el momento en el que ingresaron en un ciclo fuertemente expansivo.

   “En este sentido, el hecho de que la Argentina fuese un adoptante temprano de las nuevas tecnologías no sólo se reflejó en que el país comenzara a aprovecharlas antes que la competencia sino que también, y más importante, en cómo se pudo aprovechar ese período en términos de posicionamiento en los mercados internacionales, siendo reconocido como líder y referente en la estructuración de las nuevas reglas de juego que se comenzaron a delinear con la aparición de los cultivos GM; por ejemplo, en los aspectos regulatorios”, se recordó.

   La importancia de este proceso queda resaltada cuando se considera la magnitud de las transformaciones que se sucedieron en estos 25 años. Y una idea de lo que esto significó resulta de la estimación de lo que hubiese ocurrido con el índice de precios de alimentos a nivel global, de no haberse dado el incremento de la oferta global de productos básicos que puede ser asociada a la adopción de los cultivos GM en la Argentina.

   Tomando en cuenta la creciente importancia de las cuestiones vinculadas al cambio climático que se deben anticipar en el ámbito del comercio internacional, está el ya referido carácter sinérgico de las semillas GM con la siembra directa y buenas prácticas agrícolas, en la estrategia de intensificación agrícola sostenible, que permite presentar a la producción nacional como climáticamente sustentable, un aspecto que, sin duda, en el futuro crecerá en importancia.

   Asimismo, está el papel de las trasformaciones asociadas a la adopción de los cultivos GM como impulsor fundamental de la bioeconomía argentina, como un nuevo modelo de desarrollo para el país, que permita superar el estancamiento de las últimas décadas resultado del agotamiento del modelo de sustitución de importaciones. (Prensa: Informe 25 años de cultivos transgénicos).

La Argentina, un actor principal en el mercado de las bioenergías

   La bioeconomía, entendida como “la producción y utilización intensiva en conocimientos de los recursos, procesos y principios biológicos para la producción sostenible de bienes y servicios en todos los sectores de la bioeconomía”, se asienta sobre dos impulsores fundamentales: la disponibilidad de biomasa, y la biotecnología como la plataforma científico-tecnológica para su aprovechamiento: cantidades, funcionalidades, productos.

   “En este sentido, el proceso desarrollado en los últimos 25 años con los cultivos GM ha sido fundamental para la consolidación de las capacidades nacionales en ambos aspectos. En lo que hace a la disponibilidad de biomasa, se ha más que duplicado, lo que ha sido un factor determinante en el desarrollo de la industria de los biocombustibles, una de las plataformas base de la bioeconomía”, se explicó en el informe.

   “En efecto, la ampliación de la materia prima disponible impulsó un importante ciclo de inversiones, con significativos impactos en términos de agregación de valor, generación de empleos y desarrollo territorial, que permitió que la Argentina, en unos pocos años, se transformara en uno de los principales actores en los mercados internacionales de las bioenergías”, se aseguró.

   Por otra parte, los avances en el uso de los cultivos GM en la producción agrícola han tenido impactos positivos en la consolidación de las capacidades en I+D en biotecnología, tanto en el sector público como en el privado, permitiendo que el país ingrese en el exclusivo circulo de los desarrolladores de estas tecnologías.

   Este proceso, que en la actualidad no se limita a los cultivos GM, sino que comienza a incluir desarrollos en otros campos, en un ciclo que expande y potencia los beneficios que se han discutido en el trabajo.

   En retrospectiva, no cabe duda de lo que ha representado la adopción de los cultivos GM para la agricultura argentina y para el país en su conjunto.

   “Los beneficios no han sido sólo en lo económico, sino que deben buscarse más allá en las formas de inserción de la economía argentina en el mundo y en las propias oportunidades que comienzan a ofrecer en cuanto a nuevos senderos de desarrollo para el país. Por supuesto, no fueron sólo las tecnologías; otros factores vinculados a las políticas económicas y sectoriales, otras innovaciones como la siembra directa y los cambios en las condiciones de los mercados internacionales, tuvieron gran influencia”, se comentó.

   “Sin embargo, no cabe duda de que, sin la biotecnología agrícola, el proceso hubiera tenido una dinámica muy diferente y la economía del país también hubiese sido diferente. Todo esto plantea que, a estas alturas, se hace imprescindible enfrentar la discusión tanto de cómo mantener y expandir la vigencia de los activos tecnológicos actualmente en el mercado (sobre los que se fundamentan los logros hasta ahora) y por otra parte, aprovechar la revisión de las experiencias acumuladas en estos 25 años”, se aseguró.

De qué se trata

—El trabajo estudia el impacto económico y ambiental de la adopción de semillas genéticamente modificadas (GM) en la agricultura argentina en los cultivos soja, maíz y algodón.

— Un primer grupo de resultados indica que los cultivos GM incrementaron rendimientos, redujeron costos de producción y aumentaron la rentabilidad de la producción primaria.

—En el período 1996-2020 los planteos GM superaron —en promedio— a los convencionales en 29,1 U$S/H en el caso de la soja; 35 U$S/H en maíz y 217 U$S/H en algodón.

—Un segundo grupo de resultados indica que la adopción de cultivos GM ha reportado importantes beneficios al país. Se estiman beneficios brutos acumulados en 25 años de U$S 159.000 millones. De este total, el 92 % (U$S 146.000 M) corresponden al cultivo de la soja; el 7 % (U$S 10.900 M) al maíz y el resto (U$S 2.100 M) al algodón.

—Cuando se observa el incremento de divisas gracias a las mayores exportaciones, los 25 años de GM representaron 153.000 millones de dólares adicionales.

—En el apartado del empleo adicional, demandado por las cadenas al aplicar la tecnología GM, se promedió 93 mil puestos de trabajo directos por campaña.

—Un tercer grupo de resultados indica que, en términos ambientales, los cultivos GM han permitido mitigar significativamente el impacto de la producción primaria en el medio ambiente.

—De no haberse dado el salto en la adopción de siembra directa observado con posterioridad a 1996, se hubieran volcado al ambiente más de 18.000 millones kilos de carbono, equivalente al consumo anual de 3,9 millones de autos particulares.

—La tecnología permitió incrementar el carbono secuestrado del ambiente, en 7,3 millones de toneladas para la campaña 2020/2021 y 121,1 millones de toneladas en las últimas 25 campañas.