“En Sporting no fueron honestos conmigo, me echaron y no me dijeron por qué”
Diez días después de haber sido despedido como DT del rojinegro de Punta Alta, Alejandro Sepúlveda sigue esperando una explicación, que él cree que no llegará nunca. En el “sangre y luto” ya dieron vuelta la página, contraron a Jorge Montesino como entrenador y creen que no existirá una segunda oportunidad para el ex volante bahiense de 44 años con pasado en Huracán y Liniers a nivel local.
Por Sergio Daniel Peyssé / [email protected]
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“Todavía nada; sé que me voy a morir sin saber por qué me echaron”.
Pasaron diez días y el fuego no se apagó del todo. Es cierto que los rumores ya no son tan intensos y que su caso dejó de ser tema central o de principal interés en los diferentes medios de prensa, pero Alejandro Sepúlveda sigue esperando una respuesta o una explicación de parte de la Comisión Directiva del club Sporting, que el sábado 6 de este mes --mediante un llamado telefónico que le hizo el presidente Néstor Hernández-- le comunicó que no iba a seguir siendo el DT del primer equipo, que mañana juega la semifinal del torneo Oficial liguista y el domingo debuta en el Regional Amateur.
“Nunca me dieron las razones y ni siquiera me convocaron para una reunión. Es muy difícil que un entrenador, que perdió tres veces en el año, se tenga que ir sin saber por qué. Los motivos, las causas o lo que vos quieras saber, jamás me las comunicaron”, sostuvo el ex orientador rojinegro después de haber dirigido 19 cotejos en un certamen local que considera “parejo, feroz y con una presión asfixiante”.
“Capaz que los dirigentes no se quedaron conformes con que el equipo se haya clasificado entre los cuatro (se quedó con el Nº 4), que haya quedado a un punto del segundo y en la última fecha haya estado a un gol de conseguir la ventaja deportiva”, ironizó mientras subía el tono de su voz.
“O se olvidaron que tuvimos al goleador del torneo (Jonathan Font), que no perdimos de local en toda la temporada, que no regalamos ningún clásico y que fuimos el equipo que más tantos convirtió”, la siguió.
Sepúlveda, ex jugador de la entidad, dirigió 5 encuentros en el primer torneo (quedó trunco en la fecha 6 a causa de la segunda ola de la pandemia) y 14 en este último semestre, en el que solo participaron los equipos de la A. Su performance total: 6 victorias, 10 empates y 3 derrotas (25 goles a favor y 23 en contra).
“Los números avalan la campaña, estuvimos a la altura y cumplimos con los objetivos que nos había trazado la institución. Por eso no entiendo la decisión que tomaron, es una determinación arbitraria que me deja mirando el techo y preguntándome: ¿qué hice mal? Tal vez haya algo extrafutbolístico, pero no lo sé, lamentablemente no lo sé...”, sostuvo el entrenador bahiense.
“Dos días antes de que me notifiquen la decisión cené con el presidente del club y le manifesté que si Sporting no clasificaba (fue antes que Huracán y Bella Vista completen el partido suspendido, que terminó 3-1 para el del bulevar) entre los cuatro ponía mi renuncia a disposición de la Comisión Directiva”, indicó.
—Entraron entre los cuatro y no seguís, creo que tu futuro ya se había definido en la semana previa a esos 45 minutos de juego que concluyeron Huracán y Bella Vista.
—Puede ser, pero fue todo muy raro. En Sporting, las metas deportivas están íntimamente ligadas a los resultados. El primer objetivo era esquivar el descenso, y lo logramos dos fechas antes de que termine la fase regular; el segundo era clasificar entre los semifinalistas, y lo conseguimos, con méritos y absoluta justicia después de haber sufrido como condenados. Los números están, son los que se ven, no los inventé yo.
“Cuando asumís en un equipo sabés que el fusible de una mala campaña siempre es el técnico, pero acá, la verdad, no sé que fue lo que pasó. Lo que me molesta, y bastante, es que no hayan valorado el compromiso y la dedicación de un grupo de trabajo que se desvivió por el bien de la institución. Hicimos un gran esfuerzo, siempre con pasión y con el mayor profesionalismo posible, porque no nos llenamos los bolsillos laburando por y para Sporting, que eso quede claro”.
—En un nivel amateur lo que te moviliza es la pasión y no el dinero, que eso también quede claro.
—Sí, sí... No reniego de que me hayan despedido, es algo que puede pasar, pero como yo soy honesto pido que lo sean conmigo también, y en Sporting estuvieron lejos de serlo. Entiendo que existe un problema interno entre los integrantes de la Comisión Directiva, y que para descomprimir la situación era necesario cortar mi cabeza; es la única coherencia que puedo llegar a interpretar”.
“Estuvimos a punto de no entrar entre los cuatro y parece que eso hizo entrar en pánico a ciertos dirigentes, los mismos que no le tienen confianza a mi cuerpo técnico para afrontar un torneo Regional Amateur”, competencia que Sporting hace bastante tiempo que no juega y donde está invirtiendo una buena “platita” para formar un equipo competitivo y con pretensiones”.
—¿Cuál es ese “cortocircuito” interno entre los dirigentes al cual te referís?
—No sé, pero no me fueron con la verdad y se llevaron de inventos, como por ejemplo que los hinchas no me querían y que yo estaba peleado con los jugadores.
—Si, lo escuché también.
—Te puedo jurar por quien sea que jamás tuve una pelea o una discusión con alguien del club, porque el clima de trabajo era ameno y la relación del cuerpo técnico con el plantel y los auxiliares tan normal como espectacular. Cuando no ganás, es lógico que los jugadores se enojen y arranquen la semana de entrenamientos con cara de traste, pero de ahí a otro conflicto mayor hay un largo trecho para recorrer y no hubo motivos que generen discordia.
“Cuando un jugador se enfada porque juega pocos minutos, demuestra que le interesa estar donde está; es la esencia del fútbol y del deporte propiamente dicho. Más allá de eso, debo reconocer que no tuve cruces ni enfrentamientos de ningún tipo con alguno de los componentes del equipo. Y te digo más, nunca los voy a tener por mi forma de ser y de pensar”.
—También escuché, o leí, que tu mensaje no llegaba y que el equipo era muy ciclotímico: o jugaba muy bien o la hacía muy mal.
—Te contesto con una pregunta: en un torneo tan irregular, ¿quién fue regular?
—Tal vez Huracán, que se quedó con el Nº 1 y la ventaja deportiva pese a perder 5 de los 14 cotejos de la fase clasificatoria.
—Y bueno, ¿entonces? Nosotros, en la última rueda, perdimos el primer partido con Olimpo y el último con Villa Mitre (en el minuto 89), que nos puso casi un equipo completo con jugadores de Federal A. De local estuvimos invictos todo del año, y eso no es poca cosa.
“Te digo más, la semana previa a mi salida fue muy rara, existieron comentarios de todo tipo, `que habíamos entrado al cuadrangular por la ventana y que sin la ventaja de una final extra iba a ser difícil pensar en ser campeones´. Capaz que no se dieron cuenta o no le tenían confianza al equipo, porque Sporting está a tres partidos (semi, final y extra con Huracán si es que queda eliminado) de alcanzar el título”.
—Seguís enojado, como que no bajaste los decibeles.
—Estoy tranquilo y trato de no quejarme; simplemente quería que los dirigentes sean claros. Defiendo un trabajo que está a la vista de todos, una campaña con el 45,23 % de los puntos, clasificando cuartos en un torneo donde participan los mejores equipos de la Liga.
Los números del “negro” puntaltense en esta última competencia: 4 éxitos, 7 pardas y 3 caídas (20 y 20).
—Sigo sin entender porqué te despidieron.
—El sábado (30 de octubre) jugamos con Villa Mitre, perdimos pero clasificamos igual, así y todo el lunes, cuando volvimos a las prácticas, en la puerta del estadio había como diez hinchas preguntándome porque habíamos entrado cuartos. Eso me dio la pauta que existía algo raro atrás, porque no es normal que suceda eso en un club que cumple con los objetivos y que se puede ilusionar con ser campeón.
—¿Qué querían los hinchas, que el equipo juegue bien, que gane todos los partidos y que salga primero con puntaje ideal?
—Y sí, ¿y quien puede lograr eso?, River nada más. Todos los fines de semana era un loquero de críticas y malestares. No podíamos ni empatar, había ciertas cuestiones que no convencían y ese descontento lo hacían sentir todos los días.
—Dicen que Sporting es uno de los clubes más exigentes de la LDS. Vos jugaste ahí.
—Sí, pero cuando me fueron a ver los hinchas, no sé que querían que les explique; no entendí que fueron a buscar. Fue mi primera experiencia como entrenador a nivel oficial y le estoy muy agradecido a Sporting, pero no me quedaba grande el traje de DT ni estaba desubicado en el puesto. Me encontraba bien parado, firme con los pies sobre la tierra.
“Sé cómo se vive el fanatismo en Sporting, que estando acá sentís una adrenalina especial y que la bandera de la pasión la llevan a todos lados cada uno de los santos días, pero si alguno no estaba de acuerdo con Sepúlveda como técnico es eso no tiene nada que ver el factor deportivo”.
—¿Vos crees que esos hinchas fueron “enviados” a propósito?
—No sé, no tengo certezas. Lo único que no logro entender es que después de haber clasificado, algunos hinchas te vayan a reclamar como si fueras último. Son cuestiones que suelen suceder en el fútbol, pero igual esto que pasó no me deja de sorprender.
“Sporting es un club muy grande y en Primera división lo único que te avala son los resultados; sabía que así iba a ser. Me gustó el desafío y me lancé a una misión complicada, que por suerte terminó saliendo bien. Se dio lo que fuimos a buscar, aunque igual me hicieron dar un paso al costado. ¿Y entonces?”.
—Lo mismo digo: ¿y entonces?
—Si ellos creían que no podía seguir en el cargo, está bien, pero nadie puede aventurar que no hicimos un trabajo a conciencia que arrojó los resultados esperados. Ahora, si creían que no estaba a la altura para dirigir un Regional Amateur, nadie lo podía llegar a asegurar porque no tuve la chance de conducir a un equipo a ese nivel.
“Igualmente mi cabeza estaba puesta en la Liga, porque sino clasificaba en el torneo local iba a ser difícil obtener la continuidad para el Regional Amateur; todo el mundo me iba a echar en cara que no merecía seguir dirigiendo en Sporting”.
—Pero al haber logrado la clasificación, ¿no te ilusionabas con el Regional?
—Sí, lógico. Además la dirigencia pedía mi consentimiento para elegir a los jugadores que podrían llegar como refuerzos. Como la idea era armar un equipo competitivo, después de cada entrenamiento me quedaba para proyectar y avaluar lo que iba a venir: el Regional.
“Los jugadores querían que siga”
“En el último tiempo hubo situaciones que no cerraban por ningún lado, pero Sporting siempre tiene la obligación de pelear arriba y junto con mi cuerpo técnico conseguimos los que nos exigieron de entrada. El hincha va a querer que juegues bien y metas muchos goles por partido... Yo también busco eso, pero si jugás bien y la pelota pega en el palo y sale, a los días, esos mismos hinchas te van a ir a reclamar que ganes como sea”.
La reflexión de “Ale” sirvió para meternos de lleno en la segunda parte de la nota.
—Vos y tu cuerpo técnico, ¿en algún momento no le dieron motivos a la dirigencia para que tome la determinación de “cortarlos”, sobre todo porque los despidieron en un momento donde deportivamente estaban dulces?
—Le metimos mucho trabajo, con aciertos y errores, pero se ve que no alcanzó. Son muchos los argumentos que puedo llegar a investigar para ponerme a desojar la margarita, pero los que yo imagino no sé si son los correctos. Tal vez les molestó que en la última fecha la dupla de centrales la conformaron dos chicos del club (Samana y Lencinas), pero tampoco puedo saber si fue eso.
“Tengo mucho para decir, aunque no quiero que se moleste nadie. Por lesiones y expulsiones no pude armar el mismo equipo dos fechas seguidas, y eso el hincha no lo ve porque es pasional y no racional. Aunque siga dolorido por como se dio todo, te puedo asegurar que duermo tranquilo; no le debo nada a Sporting ni Sporting me debe nada a mi.
“No le guardo rencor a nadie, al contrario, le agradezco a los que confiaron en mi y me llevaron a dirigir a Sporting. Espero haberles cumplido dentro y fuera de la cancha. Hago extensivo el agradecimiento a mi cuerpo técnico, que se involucró de lleno con el proyecto, entregándose al cien por ciento y manejándose con la mayor profesionalidad posible. Y, obviamente a los jugadores, los protagonistas de esta historia.
—Para saber las razones de tu cesantía, ¿no hablaste con los amigos que tenías en el club: “Chicha Nieto y Pablo Sánchez?
—Sí, pero tampoco sabían. A ellos les molestó las formas, lo desprolijo que fue todo. Me dijeron que no recuerdan que haya pasado algo parecido en Sporting, y menos que menos con semejante desenlace. Ya está, hay “cositas” atrás que no las puedo comprobar por el simple hecho de no estar en el día a día con los dirigentes. Trato de interpretar como se dieron los hechos para poder hacer un análisis sobre una consecuencia absurda.
“Hay cuestiones que no voy a entender nunca, pero no quiero hablar mal del presidente, el único que me habló de frente. El me explicó que dentro de la Comisión Directiva las opiniones estaban divididas, que fueron a votación y que la mitad no quería que yo siga. Le manifesté que estaba todo bien, que de mi parte ya no podía hacer más nada”, contó.
“Llegué a penar que si en una de esas salía campeón, hasta me podían buscar algo para hacerme la vida imposible; ya había un clima raro en el ambiente, que se podía percibir con ciertas actitudes de los hinchas que diariamente deambulaban por el estadio”.
Aunque pretendía expresar todo al mismo tiempo...
“Por ahí a alguno no le gustaba mi cara, mi manera de ser o mi forma de hacer declaraciones. Eso no lo puedo evitar. Y si el trato con el plantel y los auxiliares no era bueno, me hubiese ido antes. A veces un jugador declara `no llega el mensaje del técnico´ o `el vestuario es un lío bárbaro´, pero nada de eso sucedió. Al plantel siempre le fui de frente, y si alguien estaba en desacuerdo con alguna cuestión técnica o táctica, se hablaba y se trataba de corregir. No existía el doble discurso ni el chusmerío.
—Cuando te fuiste a despedir del plantel, ¿hubo algún reproche?
—No, al contrario, interpreté que los jugadores querían que siga; habíamos clasificado y estábamos en carrera por el título. Siempre pensé: “si pierdo el clásico, me tengo que ir”, pero no perdimos ninguno. Sporting se maneja así, blanco o negro, aunque les tengo que pedir a los dirigentes que digan la verdad, porque yo le dediqué mucho tiempo a este club y no merezco que me anden ensuciando con declaraciones que no son ciertas. Hoy por hoy me interesa limpiar mi imagen.
“Pretendo que se defienda el trabajo que hizo mi gente, que tuvo la voluntad y el compromiso de dejar bien parado a Sporting. Al jugador no lo puedo involucrar porque debe seguir defendiendo la camiseta, pensando en el fútbol y en poder vivir de esto. Con mis dirigidos me saco el sombrero, porque siempre me bancaron, dentro y fuera del vestuario”.
—¿Dirigiste bajo presión?
—Bajo una tremenda presión y con el peso de las miradas incriminatorias en cada uno de los partidos. Consideraba que era normal en un club como Sporting, aunque el balance se hace al final, cuando termina la temporada, y yo sentía que tenía que rendir examen todos los días.
“Por ahí jugábamos la semi con Huracán, perdíamos y los detractores ponían el grito en el cielo: “¡viste que no tenía que seguir”!, aunque lo más fácil es hablar con el diario del lunes. Yo siempre me expreso mediante los resultados, trabajamos para eso”.
“Estoy agradecido de haber hecho mi primera experiencia en un club donde la vara siempre está muy alta. Después de un año sin actividad a causa de la pandemia, fue muy complejo volver a reacondicionar al grupo, entusiasmar a los jugadores para que se vuelvan a sentir activos e importantes. Ese era el trabajo”, relató el ex 10 de Los Andes en la B Metropolitana.
“Cuando en la segunda rueda del campeonato Huracán, el líder, fue a Punta Alta, le ganamos con 8 pibes del club en cancha. Esa es la satisfacción que me llevo, más allá de que el hincha pueda entender o no que el camino para progresar es la formación, el desarrollo y la proyección de futbolistas surgidos en el club. A eso apostamos los que medianamente entendemos o creemos entender sobre este deporte”, argumentó quien también dejó su huella en Huracán y Liniers a nivel local.
—Noto como que hubo una cierta “invasión” hacia tu trabajo, que por desconfianza te estaban siempre encima, ¿me equivoco?
—Algo de eso puede haber. Cuando inicias un proceso y te va bien, los intereses crecen y mucha gente le empieza a apuntar al poder. Mientras yo dirigía a Sporting, otros técnicos, por amiguismo, chapa o lo que sea, hacían fuerza y metían presión para poder ocupar mi lugar. Pasa en casi todos los equipos y sucedió también acá. Ojalá que a Sporting le vaya de la mejor manera, lo deseo de corazón.
“Los que estamos en esto sabemos que puede pasar, porque te adoran la píldora, te hablan de un proyecto y de un tiempo de trabajo a largo plazo, pero ese tiempo depende, pura y exclusivamente, de los resultados, de ganar a veces a cualquier precio. Sino ganás, no funciona, y no importa como trabajes o que ideas tengas.
“Empatábamos y teníamos hinchas afuera gritando: `esto es Sporting, hay que ganar siempre´. Eso sí, cuando ganábamos no había nadie. Todo muy raro”.
“Iba a trabajar con alegría y le ponía la mejor onda, después aparecen las formas, el famoso librito, y esas formas pueden gustar o no”.