Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Acuerdo por la deuda: previsible euforia en el Gobierno

La columna semanal de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

Archivo La Nueva.

   Era escasamente disimulada la euforia que existía en varios despachos de la Casa Rosada tras el anuncio oficial del acuerdo del gobierno con los tenedores de bonos de la deuda externa. Uno de los más entusiasmados de los habituales voceros del gabinete recodaba que a fin de cuentas el que se acaba de cerrar fue “el primer gran desafío” del presidente Alberto Fernández cuando llegó al poder.

   El mandatario, recuerdan como para reafirmar esa impresión, ya había dicho luego de ganar las PASO de agosto y cuando se descontaba su acceso a la presidencia que el arreglo de la deuda externa sería su principal prioridad. “Sin el acuerdo con los bonistas el país no tiene futuro”, refrescan ahora que había sido una de sus principales promesas de campaña y luego cuando le tocó enumerar las bases de su gestión en el mensaje a la Asamblea Legislativa del primero de marzo de este año.

   Claro que después, en marzo, la pandemia del coronavirus llegó como un tsunami a estas playas y trastocó todas las prioridades. Aunque en un segundo plano el gobierno mantuvo su decisión de acordar, si bien con sucesivas propuestas y no pocos malos tragos por esas varias prórrogas mientras aseguraba que la que ponía sobre la mesa “sería la última”.

   Para los voceros presidenciales, en una primera lectura de lo que significa haber acordado con los bonistas, es que se pone en marcha ahora sí la segunda parte del plan del arreglo de la deuda que es empezar a poner en marcha la economía, aún en medio del desastre que ha provocado la pandemia. Amparado ese concepto tantas veces cuestionado por la oposición ante la ausencia de un verdadero programa económico en la disparada hacia arriba de todas las acciones argentinas tras el acuerdo y la baja sostenida del riesgo país.

    Dicen en el gobierno que en la siguiente etapa, que arranca ahora, el presidente y su gabinete podrán abocarse a la nueva fase que supone la presentación de un total de sesenta medidas destinadas a la reactivación de la economía por un lado pero también para el mantenimiento de la montaña de subsidios que el Estado destina actualmente para asistir a los sectores más castigados por la pandemia.

    La presentación en Olivos del nuevo Plan Procrear, que prevé la construcción de unas 35.000 viviendas en los próximos dos años y el otorgamiento de líneas de créditos blandos para construcción o remodelaciones de unidades habitacionales familiares, que conducirá la ministra de Desarrollo Territorial y Hábitat, María Eugenia Bielsa, con una inversión de unos 25.000 millones de pesos, es el puntapié inicial de la nueva etapa post acuerdo con los acreedores externos.

    El propio Fernández se encargó hoy de expresar ese estado de satisfacción que embarga a todo el gobierno, y en especial aunque lo digan por lo bajo a los principales defensores del “albertismo” como corriente política interna. “Ahora sí tenemos despejado el horizonte, podemos ocuparnos del futuro”, enfatizó el presidente apenas después del anuncio oficial del ministerio de Economía sobre el acuerdo.

    Otro dato no menor que reflejaban las fuentes gubernamentales tras el anuncio del acuerdo es que se despejaría el horizonte del ministro de Economía. Martín Guzmán, es un dato de la realidad que había nutrido los rumores casi desde que llegó al cargo, era supuestamente “el ministro de la deuda”, y hasta dirigentes o funcionarios del oficialismo en más de una oportunidad alimentaron la suposición de que una vez cerrado el acuerdo con los bonistas, Guzmán dejaría el cargo para dar paso a un ministro “con más perfil” para manejar un plan económico integral.

   “Martín sigue, nunca estuvo en duda, el presidente lo avala totalmente”, dijo tras la firma del acuerdo uno de los voceros del primer mandatario. Abonaba esa definición con otro dato que no pasó desapercibido y que sería la clave que faltaba para destratar a quienes lo cuestionaban y pedían un recambio. Fue primero el tuit de Cristina Fernández avalando todo lo actuado por el ministro de fines de la semana anterior. Y luego, más importante aún, la reunión que la vicepresidente y líder del espacio político que gobierna mantuvo con Guzmán en su piso de Recoleta el lunes, 24 horas antes del anuncio de la llegada buen puerto del arreglo con los acreedores.