Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Un militar fue condenado por abusar de su hijastra durante cuatro años

Se trata de un suboficial de la Armada a quien el Tribunal en lo Criminal Nº 1 le impuso tres años y medio de prisión por manosear en repetidas oportunidades a la hija de su pareja. 

Fotos: Archivo LN.

   La denuncia realizada por una psicóloga del Servicio Local de Punta Alta permitió poner fin a los abusos que durante 4 años sufrió una adolescente y condenar a su padrastro, quien se desempeñaba como suboficial de la Armada Argentina.

   Además de la actuación de la profesional, resultó de vital importancia la actitud de una hija biológica del acusado quien, al enterarse de lo que pasaba, decidió apoyar a su hermanastra y comunicar la situación a las autoridades.

   En el marco de un debate abreviado, el juez del Tribunal en lo Criminal Nº 1, Christian Yésari, condenó al sujeto -no se lo identifica para preservar a la víctima- a la pena de 3 años y 6 meses de prisión.

   Para el magistrado quedó probado que entre 2013 y 2017, en una vivienda de la vecina ciudad, “en diferentes y reiteradas ocasiones”, el acusado manoseó a la menor, quien al comienzo de los abusos tenía 11 años.

   También se determinó que los hechos fueron llevados adelante generalmente por las noches, cuando el imputado se acercaba a la cama donde la chica se encontraba durmiendo.

   El caso comenzó a ser investigado el 28 de diciembre de 2017, a partir de la presentación realizada por una integrante del área de minoridad de la comuna rosaleña, quien mencionó haber recibido un informe proveniente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, donde el padre de la víctima había señalado que uno de sus hijos (tuvo dos con quien era la pareja del condenado) estaba sufriendo episodios de abuso sexual y violencia física y emocional.

   Describió que por esa razón convocaron a la madre del adolescente, quien negó que ese tipo de episodios estuvieran sucediendo en el domicilio que, en virtud de la actividad militar que realizaba el sospechoso, estaban ocupando temporalmente.

   Agregó que posteriormente se presentó en forma espontánea en la dependencia la hermanastra de la joven, quien narró algunas situaciones de la dinámica familiar y manifestó haber tomado conocimiento de lo que le había sucedido a la víctima.

   Al declarar en la causa, dijo que a principios de 2016 se fue a vivir sola y que se enteró de lo que estaba pasando cuando la menor cumplió 15 años.

   Explicó que se reunió con ella para saludarla y darle un regalo y que, en el marco de la charla, luego de comentarle algunas cosas que había vivido en su infancia, la adolescente le confesó lo que le pasaba.

   La víctima declaró mediante el sistema de cámara Gesell y sostuvo que compartía la habitación con sus hermanos y que solía despertarse sintiendo que el acusado la tocaba.

   Dijo que esos episodios sucedieron hasta un año antes de hablar con su hermana y comentarle lo sufrido.

   También admitió “haber experimentado ataques de angustia y sueños con el agresor”.

Relato sin fisuras

   Una psicóloga de la Asesoría Pericial que entrevistó a la chica sostuvo que sus dichos presentaron una “estructura lógica, despojados de contradicciones y con una forma flexible y espontánea”.

   Mencionó además que la víctima “relató de manera detallada las intrusiones traumáticas padecidas”.

   La profesional también refirió no haber advertido indicios de fabulación o presiones externas que pudieran influir en su versión de los hechos.

   Durante la instrucción de la causa el imputado declaró en la fiscalía y negó los cargos en su contra. El hombre dijo que “nunca pasó” lo denunciado y que la víctima estaba influida por su padre biológico.

   “Con esto me están arruinando la vida. Yo trabajo hace muchos años con personal femenino y nunca tuve problemas con las mujeres. Yo nunca tuve problemas con nada”, sostuvo.

   El juez indicó que “la versión exculpatoria del encausado no conmueve” la prueba en su contra. 

   Mencionó en su fallo que la declaración de la víctima resultó “espontánea y no direccionada, que se observó sincera, pero que además resulto coherente, fluida, razonable y sin alteraciones ni interrupciones de logicidad, con suficientes detalles de contexto y referencias concretas respecto de los hechos”.

   Finalmente, agregó que estos dichos fueron apuntalados por el resto de los testimonios, en especial los de su hermanastra, quien describió vivencias personales que no fueron materia de juzgamiento, pero que “transmiten verosimilitud” a la palabra de la adolescente.