Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Julio, un jubilado que no deja de pintar: "Si no hay emoción, no hay arte"

Fue docente de la UNS, ganó un concurso de locución en LU2 y se jubiló como profesional de la Municipalidad.

Fotos: gentileza Julio Raitzin

   Julio Raitzin tiene 72 años, nació en Capital Federal y pasó la mayor parte de su vida en Bahía Blanca. 

   Es un hombre apasionado y polifacético. Cuenta que trabajó 15 años como docente en el departamento de Economía de la Universidad Nacional del Sur (UNS), se hizo locutor en LU2 —ganando un concurso hace 50 años con María Palma Nazzaro— y se jubiló como profesional de la Municipalidad, espacio en el que se desempeñó durante más de tres décadas. 

   Sus pasiones son tres: la economía, la política y el arte, cobrando esta última especial importancia desde su jubilación. Con la imperiosa necesidad de expresarse y teniendo más tiempo para dibujar y pintar, Julio plasma en el papel o en el lienzo lo que lleva dentro con el objetivo de generar gusto y placer en el espectador.

   "El arte existe; el artista, no", dice, quien define al arte como “la recopilación de todos los logros estéticos de la humanidad". "Logros", insiste. "Lo de artista es categoría del consumismo, que responde al apetito de proveer ídolos. Ese 'artista' puede acertar estéticamente o no en su producto. Para consagrarse como arte, el trabajo debe llegar emotivamente al espectador (tanto para una canción, un poema o una pintura). Si no hay emoción, no hay arte", afirma.

   "Mi gusto por dibujar debe ser como el de todo aquel que siente que puede plasmar una emoción (por mínima que sea). Es darle lugar a un don, como el de cantar (ahí no aporto), hacer un gol (tampoco aporto) o esculpir. Desde ya que creo que esa aptitud no se aprende: se trata de desenvolver algo inmanente", apunta.

   Julio cuenta que muchos de sus dibujos son de rostros y buena parte refiere a personajes de la política. En cuanto a materiales de trabajo se siente más cómodo pintando con acrílico; los colores intensos son los más elegidos.

  Asegura que pintar es una manera muy apasionante de hacer pasar el tiempo y no necesita un lugar especial para hacerlo; empieza cuando reúne dos requisitos: confianza y motivación. Y como motivos nunca le faltan, siempre encuentra un momento para dar rienda suelta al lápiz o pincel.

   Sus dos portafolios llenos de láminas dan cuenta de su trabajo constante. Son muchas las pinturas que hizo y todas son especiales: "No puedo elegir una, una vez que las doy por terminadas me conforman". La pimera muestra en que participó fue en 2014 y resultó premiado.