Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Eduardo Sitanor: el chef de Viedma que cocinó en Dubai

Eduardo Sitanor contó cómo fue la experiencia de cocinar en los Emiratos Árabes para una lujosa compañía hotelera con presencia en más de 200 ciudades del mundo. Días atrás volvió a Argentina en un vuelo para repatriados.

 

Eduardo Sitanor fue contratado como demi chef por el Hyatt, en los Emiratos Árabes.

   El viedmense Eduardo Sitanor pasó de no saber preparar ni un huevo a trabajar en la cocina de una cadena hotelera de lujo en una de las ciudades más ricas del planeta: Dubai, en los Emiratos Árabes. Y todo se lo debe a su abuela, que nunca lo dejaba ni asomarse a la cocina, porque le preparaba los mejores platos.

   Por eso, cuando se mudó de Viedma a Bahía Blanca para estudiar Ingeniería en la UNS se dio cuenta de algo: "Era un verdadero inútil en la cocina".

   Hoy lo asume entre risas y sin vueltas.

    Para cambiar esta situación -y también porque era muy difícil sostener sus estudios universitarios- empezó a cursar una Tecnicatura en gastronomía en el Instituto Pedro Goyena donde empezó a tener contactos en el ambiente.

   Gracias a ello, luego de tres años de estudio, consiguió los primeros trabajos en restaurantes de nuestra ciudad como Fighetto, Sottovento y Los Altos.

   Luego, uno de sus profesores le dio la oportunidad de trabajar en el Hotel Land Plaza, donde estuvo por 4 años.

   La posibilidad de viajar a Dubai llegó de la mano de un cocinero con el que había trabajado en Land Plaza.

   "Él estaba en Dubai con la novia y comentó en un grupo de Whatsapp en el que yo estaba que en el Hyatt estaban buscando Comise  y Demi Chef", contó.

  Comise es el término francés con el que se denomina al ayudante de cocina y Demi Chef es el encargado de la elaboración final de los platos y de controlar las comandas.

   No sabía hablar inglés, pero su contacto le dijo que eso no sería un problema.

   Y allá fue. El 9 de enero tomó un vuelo a Dubai dispuesto a asumir el desafío de trabajar entre 12 y 13 horas por día nada menos que para el exigente Hyatt Hotel.

   "En un hotel cinco estrellas el 'está bien' no sirve. El plato tiene que estar perfecto", contó.

   "Si un plato no era aprobado por el jefe de partida no salía Te lo devolvían y había que prepararlo de vuelta", comentó.

   Entraba a trabajar a las 11 de la mañana y salía a la 1.30 de la madrugada, y cocinaba y corría todo el día. Los viernes entraba a las 7 y se iba a las 21, porque se hacía cocina en vivo.

   "Gente de Inglaterra, suecos, rusos, de todas partes, se acercaban a charlar y a preguntarte de dónde eras y ver cómo hacías los platos", contó.

   El viedmense estaba abocado a la cocina francesa e italiana para uno de los restaurantes de la cadena hotelera y atendía -junto a otros empleados- el Room Service y un resto-bar. El hotel albergaba unas 200 personas por día.

   "Fue duro pero aprendí a ser mucho más prolijo en  mi forma de trabajar, a cocinar más rico y hacerlo todo bajo mucha presión", comentó.

   Realizó pastas caseras y diferentes tipos de risottos y sopas, entre otros platos, probó gastronomía local y tailandesa y compartió la cocina con compañeros de Turquía, Corea, India, Nepal y Paraguay, entre otros destinos.

   "Se hablaba inglés, pero hasta ahí, porque cada uno lo hablaba y pronunciaba a su manera. Eso fue lo más difícil. Había momentos en que había que correr, y no se podía tener paciencia para entender, estás bajo presión", dijo.

   Fue contratado a prueba por seis meses y, si la superaba, podía obtener un contrato por dos años, pero surgió la pandemia por COVID -19 y el escenario se modificó.

   El 19 de marzo le avisaron que le cancelaban el contrato porque el hotel debía cerrar y necesitaban despedir a los que más recientemente habían ingresado.

  Pulpo español con guarnición de papines blancos y violetas, con morrones ahumados y salsa de albahaca y yogur de especias, con tinta de calamar.

   "El pasaje me salía 2 mil dólares, para mí era una fortuna, por suerte ellos cumplieron con todo", dijo.

   El cocinero tenía techo y comida ya que la cadena -con 5 hoteles en Dubai- tiene barrios privados solo para el alojamiento de los empleados.

   Su contrato incluía alojamiento, comida y pasajes ida y vuelta, por lo tanto, solo debía esperar que el consulado le dijera cuando podía regresar a la Argentina, repatriado.

Pizza con mostaza y miel, tomates secos cortados, parmesano, aceite de oliva y rúcula. 

   Hasta ese momento, vivió con tailandeses muy generosos, que lo invitaron a comer y lo hicieron sentir parte de su familia.

   "Yo trataba de devolverlo haciendo medialunas y con predisposición de compartir recetas, costumbres y hasta le regalé un mate a un tailandés", comentó.

   

    Morrones baby rellenos con arroz, lenteja, sémola y queso. Base de filetto.

   La espera finalizó hace apenas unos días. El jueves 21 de mayo llegó a la Argentina y luego de varios controles de fiebre le indicaron que debía subir a un micro junto con otros repatriados que vivían en el interior. En otro micro subieron los que eran de capital y Gran Buenos Aires.

   Allí se enteró de que en la provincia de Río Negro no estaban admitiendo el ingreso por lo que creyó que él debía hacer la cuarentena en un hotel, pero no estaba en las listas de los que iban a los hoteles.

   Ñoquis de queso de cabra grillados sobre base de crema de berenjena. Se terminaba con oliva, tomate cubeteado y parmesano.

   Le indicaron que debía subir a un colectivo que llegaba hasta Bahía Blanca y de ahí tenía que ver cómo seguía todo, por ejemplo, si algún familiar lo podía buscar.

   Finalmente, lo buscó el marido de su mamá, con quien hoy está actualmente haciendo la cuarentena en Viedma.

   Día por medio recibe un llamado desde el hospital de Viedma para saber si alguno de los dos tiene síntomas.

   "Todo te sorprende: está muy dividido entre hombres y mujeres"

    En el curso de nivelación del Hotel, le explicaron cómo era la cadena y las costumbres y leyes del país.

   "Tienen costumbres que para nosotros son machistas pero uno debe tratar de adaptarse a esa cultura", contó.

   "Un ejemplo: en el subte está separado el sector femenino del masculino. Si llegás a equivocarte de sector, te hacen una multa y vas preso", dijo.

   Otra anécdota: su amigo no tenía permitido compartir el mismo techo con la novia, que era moza en el hotel, por no estar casados.

   "Me dijeron que para que una extranjera se case con un emirati debe cumplir muchas condiciones, una de ellas es tener 4 hijos", comentó.

   "Y dicen que Dubai es bastante abierto. Cuando yo explicaba lo que sucede en mi país, que las mujeres pueden expresarse, no lo podían creer", relató.

   "Las niñas tienen tareas asignadas como servir el té o el café y las hacen contentas, porque no tienen otra visión u otra opción, es así desde que nacen. Deben tapar todo su cuerpo y tener la cara cubierta", dijo.