Bahía Blanca | Sabado, 18 de mayo

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Historias de comerciantes que no resisten más estar cerrados

Decenas de pymes aseguran que no sobrevivirán a la pandemia y que están al borde de la quiebra. Quejas por impuestos, alquileres impagos y dudas por los próximos salarios.

Fotos: Pablo Presti-La Nueva.

Por Pablo Alvarez y Sergio Prieta / laciudad@lanueva.com

   Mientras esperan medidas que ayuden a paliar la situación, comerciantes de diferentes rubros manifestaron su preocupación y malestar por la paralización de las actividades  y buscan una salida que no los lleve a la ruina.

   El comercio bahiense vive la crisis más grave de su historia desde el 20 de marzo porque cientos de negocios no pueden abrir sus puertas. La mayoría de los propietarios de esas pymes  reconocen haber pagado sueldos a sus empleados pero que no tendrá recursos para afrontar el pago de impuestos ni los salarios del mes que viene.

   “Es una situación angustiante. En lo personal pude pagar los salarios de mis 11 empleados, pero no el alquiler del local”, dijo Luis Amore, dueño de una zapatería  ubicada en la primera cuadra de Donado. 

   “De todos modos no  sé cómo voy a hacer el mes que viene porque no tenemos ingresos”, reconoció ante un problema que engloba a la mayoría de los emprendedores bahienses.

    “La desesperación es general y nadie sabe cómo seguir. Algunos pretenden retirar la mercadería de los negocios y venderla desde casa pero es algo ilegal, aunque muchas opciones no nos están dejando”, agregó.

    Amore, junto a otros integrantes de la Corporación de Comercio, Industria y Servicios (CCIS), presentó días atrás una nota al intendente Héctor Gay para “buscar una salida a la situación” pero hasta el momento no hubo novedades.

   “Encima de todo esto hay comercios como los grandes supermercados que pueden abrir sus puertas, pero además de comida y artículos de primera necesidad venden objetos de nuestros rubros: es una desigualdad e injusticia”, se quejó.

    Facundo Borri  es propietario de algunos locales céntricos, tiene 6 empleados y confesó no haber podido pagar salarios aún porque los bancos  demoran en la asignación de préstamos.

    “Tengo muchos colegas que pagaron la mitad del sueldo y siguen buscando la forma de afrontar los del mes que viene y los impuestos que les falta pagar, pero es muy difícil”, contó.

   “Hay una cadena de pagos que está cortada y para  agravar la situación las diferentes tasas siguen llegando y hay que pagar. Entiendo y comparto que la prioridad es la salud pero necesitamos algunas medidas y acciones para poder salir de esta crisis”, dijo.

   Por último contó que forma parte de un grupo de 256 comerciantes de distintos rubros y que en las últimas horas todos los participantes del mismo aseguran estar desesperados y al bordo de la quiebra.

   “Acá los únicos que están tranquilos son los empleados públicos que están en sus casas y tienen garantizado el salario”,  opinó.

   Por su parte, Paola Fernández está al frente de un emprendimiento familiar que incluye dos locales de ropa infantil y adolescente, ubicados en el macrocentro de la ciudad (uno en Berutti al 400 y otro inaugurado un mes antes del aislamiento obligatorio en Undiano al 200).

   Con toda su angustia a cuestas, señaló que pudo pagar los sueldos de los 4 empleados, pero que ya prácticamente no le queda resto para afrontar lo que se viene, a lo que se agrega una importante descapitalización para cuando la situación se normalice. 

   “Esa frase de que llegó la hora de ganar menos, no engloba a los comerciantes, ya que la gran mayoría no sólo no ganan, sino que ni siquiera llegan a cubrir las obligaciones”.

   Su rubro está totalmente cerrado y no encuadra en ninguna de las líneas de ayuda que lanzó el gobierno. 

   “Soy monotributista de categoría alta, por lo cual no tengo ningún tipo de ayuda. Si bien algunas cargas impositivas fueron diferidas, tarde o temprano las vamos a tener que pagar. De todos modos, hoy es lo que menos me preocupa, pero sí ya me empieza a angustiar que ante ingreso cero desde hace un mes, el pago de salarios a empleados, alquileres y servicios básicos es casi imposible de afrontar en lo sucesivo”. 

   Y agregó: “Está instalada esa idea vaga de que el comerciante gana fortunas y se guarda la plata y no es así. El comerciante arriesga mucho al montar un local, invertir en mercadería, generar fuentes de trabajo y afrontar las obligaciones impositivas. La gran mayoría gana para subsistir. Y tampoco es real que, cuando se levante la cuarentena, voy a facturar como para pagar lo que corresponde ese mes, más todo lo diferido”, señaló.

   Explica que su angustia mayor pasa por el temor a no poder cumplir con sus empleados. 

   “Yo no les voy a decir: ´no tengo para pagarles, arréglense’ y dejarlos a la deriva. Pero la realidad es que no facturo hace un mes. Por ese motivo, lamentablemente, y pese a que me aislé y aislé a mis empleados varios días antes de la cuarentena obligatoria, hoy estoy pensando en asumir las consecuencias de una causa penal por infringir la ley, porque la situación es desesperante”.

   Señaló que el domingo aguardó, frente al televisor, una ayuda del gobierno que no llegó.

   “Al menos esperaba que nos dejen trabajar por delivery, obviamente tomando todas las precauciones del caso. Ya no puedo seguir en mi casa esperando si alguien me va a ayudar o no. No tengo espalda como para bancar dos o tres meses de esta manera, sino que el próximo paso es intentar vender mi vehículo para poder pagar los sueldos del próximo mes”.

   Y a eso se suma la descapitalización que está sufriendo. 

   “Cuando pueda reabrir, no voy a tener dinero para comprar mercadería. Lo que me duele es que nadie pensó en los rubros que sí o sí necesitan del ingreso diario. Yo no pido que el Gobierno me subsidie los sueldos ni descuide la salud, pero sí que empiece a flexibilizar algunas cuestiones”, cerró Paola.

    Juan Rudolf hace 25 años que es peluquero profesional. Es profesor en la Botica del Peinador y también viaja a Buenos Aires para dar clases en distintas escuelas de allí.

   En noviembre de 2018 decidió abrir un local en el microcentro de la ciudad (en Fitz Roy al 100) con un par de ex alumnos, con el objetivo de ayudarlos a impulsar sus carreras. 

   Hace casi un mes que no tienen ingresos de ningún tipo.

   “La situación en nuestro rubro es desesperante. Realmente esperábamos una ayuda en primer momento y luego una flexibilización, pero ninguna de las dos cosas ocurrió y es muy difícil seguir así. Y somos muchísimos los que nos dedicamos a esto”.

   Dijo que este mes alcanzó a juntar el dinero para abonar el alquiler del comercio.

   “Dudo que lo pueda hacer el próximo, porque ya llevamos casi un mes sin abrir. Por suerte, el propietario ha sido muy considerado y pudimos llegar a un acuerdo contemplando la situación”.

   Montar un local requiere de mucho dinero. La gran mayoría, mediante líneas crediticias. 

   “Al alquiler y los préstamos se suman los gastos fijos, como la luz y el gas, por lo que el futuro es muy oscuro. Al estar suspendidas las clases y tener el local cerrado, hoy no tengo ingresos de ningún tipo y me sustento con lo que he ahorrado a lo largo de mi carrera”.

   Desde su experiencia, señaló que, tomando los recaudos necesarios, podrían volver a trabajar.

   “Obviamente que no queremos exponernos ni exponer al cliente, pero podríamos seguir un protocolo como otras actividades para poder atender. Caso contrario, muchos de nosotros vamos directo a la quiebra”, manifestó Rudolf.