Lucas Mancinelli, ex Olimpo: “Tengo miedo de que esta pandemia no termine nunca”
El volante platense, que defendió los colores aurinegros en la temporada 2018-2018, se encuentra aislado en Ecuador. Juega en el Deportivo Cuenca y fue categórico al referirse a los estragos que en aquel país está causando el COVID-19. “Acá el panorama es triste y desgarrador”, reconoció.
Por Sergio Daniel Peyssé / [email protected]
(Nota publicada en la edición impresa)
“En Guayaquil hay cuerpos tirados en la calle y la cantidad de infectados es mayor a la que dicen los medios periodísticos”.
En una frase lo dijo todo. En un relato crudo y estremecedor, el ex volante de Olimpo, Lucas Mancinelli, le contó a La Nueva. el caos que vive Ecuador, el tercer país de Sudamérica (detrás de Brasil y Chile) con más casos de enfermos por coronavirus.
La videollamada de celular a celular no tuvo delay ni interrupciones, por eso Lucas, quien vistió la casaca aurinegra en la temporada 2018-2019 (marcó 2 goles), trató de no dejar tema sin tocar desde su departamento de Cuenca, población ubicada a casi 200 kilómetros al sur de Guayaquil, la ciudad ecuatoriana devastada y desbordada por las numerosas muertes que sigue produciendo el COVID-19.
“Todos los días veo videos de lo que sucede en Guayaquil y no lo puedo creer. Es impactante, triste y desgarrador ver cadáveres tapados en las veredas que algún empleado municipal levanta cuando puede”, manifestó el actual futbolista de Deportivo Cuenca, club al que llegó en enero pasado y que se ubica duodécimo en el campeonato de la Serie A de aquel país.
“Acá es muy común charlar con los hinchas y con la gente por las redes sociales, y me cuentan que en Guayaquil los hospitales están colapsados y que los que llevan a algún familiar con síntomas y en grave estado se salud, no les queda otra que volverse a sus domicilios y ahí dejarlos morir”, sostuvo el lateral o carrilero platense.
“La pandemia está dominando el escenario social y el caos es cada vez más grande. Los centros asistenciales atienden por orden de llegada y la prioridad la tienen los jóvenes infectados con expectativas de superar la enfermedad en base a medicamentos y a los cuidados intensivos necesarios”, enfatizó.
--En Cuenca, ¿sucede algo parecido a lo que pasa en Guayaquil?
--No, nada que ver. En Ecuador la mayoría de los casos están centrados en Guayaquil y Quito. En Cuenca (tercera ciudad ecuatoriana con mayor densidad de población) la realidad es distinta, el número de infectados apenas supera los 200 y la gente, que no sale a la calle, es consciente de lo que pasa.
“Cuando empezaron a ver lo que sucedía en Guayaquil, el gobierno de Cuenca decretó el toque de queda. El temor de los que residen acá se cada vez más grande; ya nadie lo toma a gracia”.
--¿Qué otras medidas tomó el gobierno ecuatoriano?
--El aislamiento es obligatorio como en la Argentina y el toque de queda es estricto, desde las 14 de un día hasta las 5 del otro no te podés asomar ni a la puerta. Los cuatro supermercados que hay en la ciudad (aclaró que no existen las almacenes o negocios de barrio) abren de 8 a 12.30, y para ir a comprar sí o sí tenés que ponerte barbijo o mascarilla. Y solo puede entrar un integrante por familia.
--¿Y si durante esas 15 horas que dura la medida de no circular por las calles ni permanecer en los espacios públicos tenés que ir a una farmacia?
--Imposible porque cierran. Después de las 14 no podés salir de tu casa para nada, ni siquiera con una autorización oficial. Los únicos que andan por las calles son los policías, quienes están atentos a todo. En caso de que tengas que ir al hospital, debés avisar y te viene a buscar un agente de alguna de las Fuerzas de seguridad. Por suerte se hizo un consciente trabajo de prevención.
“Si violás la cuarentena primero te ponen una multa económica y después te llevan preso. Es un garrón porque te queda una causa abierta, pero es una medida justa. Cuenca está desierta y existe un gran respeto por los que profesionales de la salud y la seguridad”.
“Es más, si salís en auto no lo podés hacer cuando vos querés. Los lunes, miércoles, viernes y domingo pueden circular los que tienen patente par, y los demás días los que llevan chapa impar. Si infringís esa ley, te sacan el coche y la licencia”.
--¿El club qué medidas tomó?
--Como en muchos lados, el Profe nos manda un trabajo físico por semana. Al principio era básico, aunque ahora es más intenso y lo tenemos que cumplir en doble turno. Me compré una bici fija, pesas y algunas pelotas para hacer los ejercicios. Mientras haces la rutina te tenés que filmar porque hay que mandarle los videos al cuerpo técnico. Vivo solo, así que imagínate lo que me cuesta estar siempre en foco de la cámara del teléfono celular”.
Mucho netflix
“Encima que vivo solo suelo ver películas dramáticas que te llegan al corazón. Soy un kamikaze”, señaló Lucas entre risas, aclarando que algunos de sus compañeros residen cerca de su domicilio, pero que los ve solo por videollamadas.
--Como a tu familia.
--Tal cual. Durante el día le dedico varias horas a las charlas con mi señora (Victoria) y mi hijo (Bautista, de 6 años). Si no hablo con ellos muero de tristeza. Por momentos la cabeza va a mil kilómetros por hora, y pensás `¿qué hago acá?’ Aunque tiene su lado positivo, porque el hecho de haber parado la pelota y de estar encerrado me hizo valorar un montón de cuestiones, además de cambiar ciertos hábitos que me permiten aprovechar mejor el tiempo.
“Igual sigo con mi rutina: me levanto 7.30, desayuno y entreno dos horas seguidas en un mini gimnasio que armé en el living. También volví a un viejo amor, la cocina. Elaboro algunos platos con recetas que me permitieron reemplazar a los fideos con manteca y el arroz solo...(risas).
“También tengo tiempo para la lectura y para interiorizarme en lo que pasa en Ecuador y en mi país”.
--Cuando se inició esta pandemia, ¿no le pediste a la dirigencia del Cuenca volverte a la Argentina?
--Sí, la primera semana fue durísima, llamaba todos los días a los directivos o al técnico (el uruguayo Tabaré Silva) para que me dejen viajar a mi país. Nadie me autorizó a dejar Cuenca, me decían que esto del coronavirus iba a ser pasajero, de una o dos semanas a lo sumo. Sin embargo el aislamiento se prolongó y la vida dejó de ser normal. También hablé con el Consulado, pero me aconsejaron no moverme de donde estaba porque había pocos aviones para salir de Ecuador y mucho peligro de contagio.
En su equipo, Mancinelli fue titular en las cuatro fechas que se disputaron del torneo ecuatoriano, siendo elegido figura en dos de ellos.
“Me adapté rápido a la altura (Cuenca está a 2.250 metros sobre el nivel del mar), eso fue fundamental”, tiró quien comparte plantel con otros tres argentinos Rafael Viotti, Brian Cucco y Sergio “Bocha” Ojeda, también ex Olimpo.
“Tenemos un equipo corto, pero muy competitivo. Nos encontramos a 5 puntos del líder, Liga de Quito, el rival más poderoso de la competencia”.
--¿No dijiste a que le temés, y la pregunta está relacionada a este momento donde la pandemia del coronavirus tiene en vilo al mundo entero?
--Tengo miedo a que esta pandemia no termine nunca, o que lo que se vive en Guayaquil pueda llegar a pasar en Argentina. Al principio se hacía referencia a un aislamiento de dos semanas, que el coronavirus no iba a causar estragos, pero ahora se habla en otro tono y la situación es tan grave como dramática.
“Como jugador de fútbol que vive de esto sufro más que un empleado en relación de dependencia. Un mes, dos o tres podría aguantar sin cobrar, pero no es como dijo Tevez en Argentina, que un futbolista profesional podría estar bien y tranquilo durante un año sin percibir sus salarios”.
--¿Tan mal cayeron las declaraciones del capitán de Boca?
--Se equivocó feo, por eso muchos jugadores del ascenso le saltaron a la yugular. Creo que lo debe haber dicho por los futbolistas que están en los clubes grandes y que cobran fortunas; quiero creer que no se refirió a la gran mayoría.
“Hay pibes en el ascenso que viven el día a día, que cobran miserias y tienen plata cuando a los dirigentes se les antoja. Ellos, como un trabajador cualquiera, como mi papá (Carlos) que es mecánico, si no van al club a entrenar o jugar, no ganan nada. Tampoco pueden vivir de intereses porque no tienen ahorros en los bancos. Que Tevez hable por él y no le haga daño a los demás”.
“Hay que tomar dimensión de lo que se declara. Por ejemplo, acá en Ecuador hay argentinos que vinieron por un trabajo y están haciendo changas o cobranzas diarias para alguna empresa. Con lo que está pasando no tienen ingresos y apenas juntan para comer; están desesperados pidiendo ayuda en las calles. Con los que puedo colaboro con historias de instagram, haciendo públicos sus padeceres, dándole lo que puedo. Ver ese panorama te genera angustia, te parte el alma”.
“Quería seguir en Olimpo, pero no me dejaron”
--Cuando Olimpo se fue al descenso, te ibas a quedar y no te quedaste. ¿Qué pasó?
--Me sentía cómodo y pretendía seguir un año más, pero la dirigencia de ese momento no se manejó bien. Solo exigí que no me bajen el sueldo, que no tenía problemas en jugar la B Nacional, sobre todo cuando me informaron que la idea era formar un equipo competitivo para volver a Primera lo más rápido posible.
“No cobraba una fortuna, estaba en los planes del técnico y la dirigencia, en la primera charla, me había comunicado que me querían retener porque yo era una persona positiva y que le podía aportar mucho al grupo en base a mi experiencia. Me volví a Buenos Aires y, ¡oh sorpesa!, no me llamaron más. Cuando habían pasado tres semanas me enteré, por mi representante, que me querían bajar el sueldo en un 35 por ciento, excusándose en que debían acercar como refuerzos a otros jugadores más importantes que yo. ¿A vos te parece?”.
“Yo le había dado la prioridad a Olimpo, aunque los dirigentes no hicieron nada como para retenerme. Aseguraron que iban a bajar los sueldos de todos los jugadores del plantel, pero no sé si fue así”, relató.
Lucas admitió que se fue de Bahía en deuda con los hinchas olimpienses, pero no con los dirigentes.
“Cuando el año pasado fui al Carminatti a jugar con Temperley, los socios de la tribuna de O’Higgins me insultaron bastante, aunque no sabían nada de esta historia a la que ahora me estoy refiriendo. Siempre fui de perfil bajo y no soy de dar explicaciones si no me las piden”, indicó el futbolista surgido en Lanús.
“En el primer semestre jugué mucho, pero en el segundo Bassedas (Cristian) no me tuvo en cuenta y bajé a la Reserva. Acepté pese a que tenía 29 años y una carrera que me respaldaba. En esa categoría conocí a Bonjour (Darío), quien me apoyó en todo momento y me dijo que era un jugador fundamental para el armado de la plantilla que ya estaba ideando para la B Nacional”.
--¿Y qué pasó?
--Los dirigentes no quisieron hacer el esfuerzo para mantenerme el sueldo, y eso que algunos compañeros que se habían ido cobraban el doble que yo y le hicieron quilombo al club una vez que se alejaron de Bahía.
“Además, la negociación la hicimos cuando yo estaba cuatro meses atrasado en los salarios, ni en eso se fijaron. Así y todo me quería quedar. Después me saldaron la deuda con cheques, todo bien, pero me quedé con la espina porque sentía que lo podría haber dado un plus a ese equipo que se estaba armando para la B Nacional”.
“Nunca me quejé, jamás hice lío y no maté a los dirigentes por la prensa, pero igual me invitaron a que me vaya”, expresó con remordimiento.
“El enojo de los hinchas es entendible, aunque después del descenso muchos me pedían que continuara; había buena relación con algunos socios. Además en el plantel dejé amigos, como Guido (Villar) o Lautaro (Belleggia), y es por ellos que quiero que a Olimpo le vaya bien y vuelva a ascender. Está difícil ahora, pero ya se acercó a los puestos de clasificación y todo es posible”.
--En su momento, ¿nunca tuviste la chance de dialogar con el presidente Mauro Altieri?
--No, mi trato siempre fue con el vice. Lamenté en su momento que Altieri no me haya llamado para decirme que yo iba a estar en los planes del club porque me quería el cuerpo técnico. Fue una desidia lo de Olimpo; el presidente manejaba una cosa y los dirigentes que se encargaban de manejar el fútbol otra muy distinta. No había comunicación y sí mucha incertidumbre. Así terminó todo, con dos descensos en un año.
“El descenso me dolió por los médicos, utileros, masajistas y auxiliares, pero en ese fracaso mucho tuvieron que ver los dirigentes de turno. En vez de hablar tanto necesitaban hacer, y lo que menos hicieron fue, justamente, actuar para sacar la institución adelante”.
“Muchos me dijeron que me tocó estar en el peor momento de Olimpo en la era profesional. El club quedó devastado; ver como lo dejaron es triste y me genera una gran desilusión. Así y todo no cerré las puertas para un posible regreso; tengo necesidad de revancha. Ojalá se dé”.