Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Luciano, el jubilado que enseña cómo usar internet para evitar colas en el banco

Tiene 70 años, es de Lanús y cada tanto visita Bahía Blanca. Desde hace tiempo pregona la importancia de que los adultos mayores se amiguen con la tecnología.

Fotos: Facebook Luciano Ángel Vassallo

Por Belén Uriarte / buriarte@lanueva.com

 

   Su lucha no arrancó durante la cuarentena por el coronavirus. Lleva muchos años invitando y enseñando a los jubilados que tiene cerca o le consultan cómo tienen que hacer para manejar el dinero y hacer otras operaciones bancarias desde la comodidad de su hogar. 

     Luciano Ángel Vassallo tiene 70 años, nació en Lanús y vive en Belgrano. Cuenta —a través de audios por WhatsApp— que aprendió a usar internet en Osecac, la obra social de Empleados de Comercio en la que trabajó durante 40 años. Ahí conoció las primeras máquinas y fue testigo de la irrupción, primero de internet, y luego de las redes sociales.

   Se define como un hombre inquieto, curioso y participativo, no muy diferente a aquel empleado que hace 30 años atrás se enojaba ante la resistencia de algunos compañeros que evitaban la tarjeta de débito, una opción de cobro que paulatinamente empezaba a asomar en las empresas. Recuerda que muchos preferían tener su sueldo en mano, aunque tuvieran que hacer largas filas en el banco.

   —Empecé a charlar, a persuadir e invitar a mis compañeros a que usen la tarjeta de débito. Había mucha gente que ni bien depositaban el sueldo volaba al banco para retirarlo completo en el cajero personal (no el automático). Tenían todos esos mitos de “yo la quiero en el bolsillo”, “la plata la manejo yo”, “no sé usar el cajero: me piden una clave”, “me va a pasar esto”...

  Pero Luciano no se rindió: sus ánimos de persuadir se trasladaron a las redes sociales, donde ahora se ofrece como voluntario para enseñar a generar una clave en el cajero automático y manejar la aplicación del banco que corresponda para operar desde el domicilio.

   —Por el momento se trata de una iniciativa personal llevada a cabo con quienes me rodean y consultan. Pero quiero hacer un esfuerzo para difundirlo e institucionalizarlo: humildemente, invito a bancos, organizaciones gubernamentales, agrupaciones y partidos políticos a asistir a los abuelos para que aprendan a usar home banking —permite administrar dinero a través de Internet, realizando consultas y operaciones bancarias en forma remota— y las aplicaciones de las entidades.

   Luciano se imagina a la Anses, por ejemplo, habilitando (cuando pase la cuarentena) tres días y tres horarios semanales para aquellos jubilados que quieran aprender, en un espacio con pantallas, pizarrones y dos o tres personas explicando.

—Es algo que indefectiblemente tiene que interesar porque estamos todos de acuerdo en que la cola de los jubilados es un horror: se hace con lluvias, con mucho frío, con 40 grados de calor; y es lo más sinrazón que puede existir. No tiene ningún sentido que una persona que tiene una tarjeta de débito y un celular en la mano (a veces incluso notebook) se esté masacrando con esas colas.

Cómo enseña

   Luciano cuenta que se encuentra con gente que se niega a retirar su tarjeta de débito —aclara que ahí ¡estamos al horno!—, aunque son los menos; y otro puñado de jubilados que la tiene abandonada en el cajón de la mesa de luz, aún sin estrenar. 

   —Lo primero que les digo es: “Tené toda la paciencia del mundo, no te pongas mal, sacate todos los mitos y andá al cajero: poné la tarjeta, seleccioná claves (si tenés la que te dieron, te sirve; si no podés sacar una ahora) y cuando te la pida escribí una y anotala en un papel así no te la olvidás”.

   Dado el primer paso, les pide que lo llamen para enseñarles a usar el sitio web del banco que le corresponde.

   —Les pido que elijan un usuario: si se llama Ramón que ponga “Ramón Boca”, “Ramón 1950”, “Tío Ramón”, lo que quiera poner; y luego la clave que puso en el banco. Recomiendo que la cambien y elijan una nueva que tenga que ver con su vida pero que no sea fácil. También les indico que saquen la clave de compras: si no quieren hacer todo de golpe, que vayan de a poco.

   El hombre de Lanús asegura que el proceso es muy gratificante tanto para el que enseña como para el que aprende. 

   —Alguno me llama a la noche y dice: “¡Uy! Luciano, qué bárbaro, qué lindo”. Es gratificante: por primera vez fue al mercado y pagó con la tarjeta de débito. 

   Para aprender hay mucho: logrados los primeros objetivos, propone animarse a hacer la primera transferencia para saldar alguna deuda y bajar la aplicación del banco en el celular.

   —Para evitar las tarjetas de coordenadas explico, según el banco, cómo ir a la tiendita (PlayStore) para bajar la aplicación y tener el token —permite acceder a un recurso restringido electrónicamente—, ya que algunas operaciones te exigen tarjeta de coordenadas o token. 

Romper con el prejuicio

   Luciano señala que no es difícil para los adultos mayores entender y aprender la parte técnica: “Lo más complicado del proceso es romper con los prejuicios, las barreras y esa resistencia de ‘no, yo no voy a entender, me pasé toda una vida así’”.

   Sin embargo, muchas personas logran romperlos. Asegura que su iniciativa difundida en su página de Facebook tuvo muchos Me Gusta, comentarios y réplicas en otras páginas comunitarias. 

   —Es importante liberar a los jubilados del flagelo de hacer las colas. Pueden utilizar su dinero de una forma más práctica y armónica. Además, es también un tema de seguridad: en todo el país hemos escuchado historias de jubilados que van con el dinero en la cartera o el bolsillo y sufren el arrebato.

En cuarentena

   No saber operar de manera online se agrava en estos tiempos de cuarentena, donde los bancos permanecen cerrados para la atención. 

   Luciano escucha muchas quejas y recibe muchos llamados. Los aprovecha: es momento de sacar jugo y demostrar por qué es tan importante usar internet.

   Saliendo solo a hacer compras indispensables y continuando dentro del departamento con su rutina deportiva —habitualmente va al gimnasio, se prende en picaditos de fútbol y compite en torneos de tenis de veteranos—, aprovecha su tiempo libre para informarse, interactuar en las redes sociales y responder mails.

   Asegura que es un buen momento para hacer cosas postergadas. En su caso planifica su día por la mañana y deja espacios para trabajar fotografías pendientes —otra de sus pasiones—, componer con la guitarra, releer algún libro… En otros casos, piensa que es la oportunidad para amigarse con la tecnología.

   —Tampoco es nada del otro mundo. Quienes aprendimos naturalmente a tener una aplicación en el teléfono, no vamos a hacer la cola al banco. Yo solo voy cuando, por poquísimas cosas que quedan pagar en efectivo, tengo que retirar dinero.

   Hay quienes dicen que a muchos jubilados les gusta hacer colas en las sucursales porque es la salida que esperan. Luciano opina que no es tan generalizado.

—Hay gente que sufre mucho las colas. Al que lo divierte, la charlita lo entretiene 5 o 10 minutos pero cuando pasa el tiempo y el sol quema, o no hay para resguardarse de la lluvia… Igual es mucho más profundo: estamos hablando de por qué nos aburrimos, qué pasa con nuestra vida interior, con nuestra capacidad de informarnos y repensarnos. Uno en términos coloquiales lo plantea así, pero si lo pensás profundamente es dramático tener que ir a hacer una cola a un banco para no estar aburrido.

El apoyo de la familia

   Luciano está casado con Clara Argüello, con quien suele viajar a Bahía Blanca y Monte Hermoso para visitar familia —antes incluso para hinchar por Lanús cuando se enfrentaba con Olimpo—, y tiene dos hijos: Lucía Vassallo (fotógrafa, cineasta y documentalista) y Martín Vassallo Argüello (extenista y actual Director Ejecutivo de la Asociación Argentina de Tenis).

   Cuenta que ellos siempre lo apoyaron y festejaron sus iniciativas. Ahora los roles se invirtieron: dice que sus hijos son unas topadoras en lo que hacen y es él quien —con un poco más de tiempo— los sigue y apoya en todos sus proyectos. 

   Es una familia inquieta, con padres también inquietos. Clara sigue aprendiendo sobre fotografía y trabaja con la inserción del tenis en sectores vulnerables. Luciano, en tanto, se anotó en un curso de Adobe Illustrator y escribe cuanto puede; invita incluso a todos los interesados a contactarse con él por Facebook (Luciano Angel Vassallo) para aprender y vencer el temor de no saber qué hacer frente a un cajero automático o una app del celular.