Llegó el último vuelo autorizado con argentinos repatriados desde Madrid
El avión trasladó a 200 pasajeros, entre ellos algunos bahienses. A partir de ahora no habrá más repatriaciones hasta nuevo aviso.
Mario Minervino / [email protected]
Luego del susto que significó el anuncio del presidente Alberto Fernández de cancela a partir del miércoles último todos los vuelos de repatriación, finalmente el milagro ocurrió: el vuelo AR 1133 del jueves 26, entre Madrid y Ezeiza, ubicado fuera del plazo señalado como último, fue confirmado. En la Terminal Uno de Barajas cerca de 300 argentinos esperaban subir al avión de Aerolíneas Argentinas que los esperaba en la puerta B20.
Sabían que era el último, temían que lo cancelaran, rogaban que lo confirmaran. Luego de este avión ya no hay precisiones de ningún tipo de cuando volverán las repatriaciones para los varados por la pandemia del coronavirus Covid-19 .
Un pasajero bahiense, Lucas Minervino, de profesión Psicólogo, que vio truncada su pasantía en un hospital de Madrid por la pandemia, repasaba como había finalmente decidido adquirir el pasaje de regreso para el vuelo de ayer, el mismo que a último momento quedó fuera de la fecha final anunciada por el presidente Fernández para los servicios de repatriación desde la capital española.
Lucas y una colega, a punto de embarcar en el último avión habilitado para regresar desde Madrid.
No durmió la noche del miércoles, no comió, no logró tranquilizarse hasta pasada la medianoche, con la confirmación del vuelo. Ahí recién volvió a la vida.
Con barbijo, con su mochila, con los ojos brillantes de alegría de poder retornar a su país, a su casa, a su mujer, a su gato.
"Había muchos argentinos en la zona de Check In, sin pasajes y esperando que alguno con lugar no viniera y se pudieran subir", contó. Eran 200 plazas y unos pocos finalmente no se presentaron.
La página de Aerolíneas indica la ubicación de la nave, unas horas antes de regresar
Tranquilos y tratando tener la mayor distancia posible entre ellos, así subieron a la nave los pasajeros. No eran improvisados. Hace días que están encerrados, que se cuidan, que saben de la gravedad de la pandemia.
Cuando subió al avión sintió que todo el cansancio, el nerviosismo, la angustia y hasta el terror de las últimas 24 horas se convertían en una suerte de alivio jamás experimentado. Miró la terminal y la vio vacía. Después de ellos, el cierre, la desolación. Ahora hay 12 mil kilómetros que salvar.
En el aeropuerto madrileño, el comandante explicó las particularidades del viaje para minimizar la posibilidad de contagio.
"Si alguien no tiene alcohol en gel, va al baño y se lava las manos. El virus se contagia cuando uno se toca la boca, la nariz y los ojos. Así que vamos a cuidar al de al lado y ver que no se esté tocando la cara", dijo.
"Como equipo estamos tranquilos: nos estamos yendo todos para Buenos Aires", dijo antes de recibir un aplauso general, emotivo, sincero y, para mucho, sobrecogedor.
En Ezeiza llenarán formularios, les tomarán la fiebre, serán confinados. No les importa. Están en casa, de regreso, en su tierra. Un aplauso final para la tripulación, que trabaja en forma voluntaria para sumar regresos. Lucas espera para bajar con una paciencia única, sin ansiedad.. Regresó..