Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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“Todos los días sueño con el ascenso de Villa Mitre a la Primera Nacional”

Nicolás Ihitz, el 3 tricolor, titular indiscutido en el equipo que orienta Carlos Mungo, declaró “ganamos el clásico porque lo jugamos como lo teníamos que jugar”. Se refirió a su pasado en el aurinegro y contó cuales son los colores de su corazón.

Fotos: Jano Rueda y archivo La Nueva.

Por Sergio Daniel Peyssé / speysse@lanueva.com

   “En la vereda correcta, con esta banda de amigos”.

   Lo escribió Nicolás Iihitz en su cuenta de twitter, minutos después de haberle ganado el clásico a Olimpo, el domingo pasado, y acompañó el texto con una foto de todo el plantel de Villa Mitre festejando en el vestuario el segundo triunfo del año frente a un conjunto aurinegro que volvió a ser víctima de la trituradora tricolor.

   ¿Qué habrá querido decir el 3 villamitrense?, fue lo que me estuve preguntando toda la semana. En un primer momento, “Nico” no quiso levantar ni la más mínima polvareda, pero frente a mi insistencia aceptó cumplir con la nota, siempre haciendo hincapié en el gran momento que atraviesa su equipo, que está en carrera por el primer lugar de la Zona Campeonato Sur de este corto e infartante Federal A.

   “Solo te puedo decir que estoy contento donde estoy, en la vereda correcta...(risas). El destino, por suerte, quiso que llegue a esta institución y es un orgullo defender la camiseta de Villa Mitre en cada partido, sea a nivel local, regional o nacional”, comenzó aclarando el “Loco”, en pocas palabras y para que entienda el que quiera entender.

   —¿Te hiciste hincha de Villa Mitre?

   —Pienso como jugador profesional y sé que este es un paso muy importante en mi carrera, pero sí, tengo un cariño especial con el hincha, con el club y con la barriada en general. El villero te contagia el amor por los colores, te valora y te hace sentir a gusto. Es una entidad muy particular, por el sentido de pertenencia y el sentimiento puro de todos los que, de alguna manera, están ligados a Villa Mitre.

   El zurdo, lateralista natural con oficio en el puesto, nació y se crió en el barrio Avellaneda, cerca de la cancha de Pacífico, aunque empezó a competir en las infantiles y menores de Liniers, donde iba en bicicleta y era el “Sarmiento” de los entrenamientos.

   Pero... Siempre hay un pero.

   Su familia simpatiza por la “Villa”, y él siempre quiso jugar ahí, al menos desde que empezó a tener uso de razón.

   “De los 5 a los 7 años fui a la escuelita de Villa Mitre, me llevaba mi abuelo (René); me acuerdo que él estaba más feliz que yo. Cuando él falleció se me vino el mundo abajo, porque nadie de mi familia me podía llevar y yo era muy chico para ir a entrenar solo teniendo que cruzar más de media ciudad”, señaló quien también jugó en la quinta de Lanús.

   “Por eso arranqué en Liniers, porque estaba más cerca, aunque el corazón tira, no lo puedo negar. Para mi, cada vez que gana Villa Mitre, es como tocar el cielo con las manos; no sé, me siento en la gloria. Es una sensación hermosa”.

   Ihitz, en Primera, jugó en Olimpo, Bella Vista y Sansinena, antes de recalar en el tricolor, a mediados de 2018.

   —Por tu pasado en el aurinegro, ¿tuvo un gustito especial haber ganado el clásico?

   —No. Como te dije antes, los seguidores de Villa Mitre te hacen sentir especial, porque diariamente te demuestran que están a muerte con vos y con el equipo. Por las redes sociales, en la calle, donde sea, los hinchas te piden que ganes el clásico, que es el partido más importante del año, y que si lo pasás con éxito alegrás a toda una ciudad, la del otro lado de la vía... (risas).

   “Además de la magnitud del partido y de lo que siempre significa, nosotros necesitábamos ganar si pretendíamos seguir con chances en este mini torneo de siete fechas”.

   —Para vos, ¿Villa Mitre entendió como debía jugar el clásico y Olimpo no?

   —Nosotros habíamos jugado el miércoles anterior contra Sansinena, aunque el tiempo nos dio para descansar y preparar la cabeza para semejante encuentro. Al menos físicamente no ofrecimos ventajas. Entramos pisando fuerte, apretamos los dientes y no dejamos respirar a Olimpo. Creo que la actitud de uno y de otro se vio reflejada en la cancha, sobre todo en el primer tiempo, donde fuimos amplios dominadores.

   —¿Te llamó la atención la apatía de Olimpo?

   —No sé cual fue el plan de Olimpo, pero si estoy seguro que se lo desactivamos de entrada. Afrontamos el partido con mucha concentración y coraje. Teníamos que presionar, correr y no dejar pensar al rival, y creo que eso salió a la perfección. Villa Mitre entendió como debía jugar el clásico y lo sacó adelante con enorme actitud.

   “Siempre prefiero hablar de Villa Mitre. Nosotros sacamos excelentes conclusiones, no sé cual habrá sido la autocrítica de Olimpo, tampoco me interesa saber si la derrota les dejó secuelas. Creo que Olimpo, con los jugadores que tiene, va a mejorar en algún momento. Sumó refuerzos de jerarquía y cuenta con un plantel largo, pero se tiene que armar, y para eso necesita tiempo y rodaje”.

   —¿Cuáles fueron las claves para que Villa Mitre se quede con el clásico?

   —Lo jugamos como la exigencia demandaba, concentrados y cada uno comprometido con el equipo y los compañeros. En el segundo tiempo nos complicaron con las pelotas paradas, pero entró Facundo Laumann y frenamos el peligro aéreo que nos ocasionaban. Contamos con armas y jugadores capacitados para encontrarle solución a todo.

   “En los dos primeros partidos del certamen, donde no pudimos ganar, no fuimos el equipo poderoso, contundente y práctico que se impuso en el clásico. Ante Olimpo recuperamos un poco la mentalidad, volvimos a ser el Villa Mitre de antes del receso, porque pudimos plasmar la idea en el campo de juego y también en la red. Ojalá podamos seguir por este camino después de la fecha libre, cuando nos toque ir a Madryn”.

   —¿Sienten que están preparados para ascender?

   —Sí, obvio. Futbolísticamente somos más de lo que muchos creen. Formamos un grupo humano excepcional, nos sentimos en un gran momento y no nos pesa la chapa de candidatos. Estamos confiados y sentimos de cerca el hecho de poder ascender.

“Mi meta personal es volver a jugar en Primera, pero paso a paso, primero quiero cumplir el sueño de subir a la B Nacional con Villa Mitre”.


“Loco” y querido

   “¿Quién me puso loco? El rayado del Flaco Elizondo, ese está peor que yo...(risas). Encima tiene un carácter...”, contó “Nico”, quien se volvió a poner serio al escuchar la pregunta que seguía.

   —Tenés un cierto grado de locura, ¿o no?

   —Puede ser, pero la manejo... A veces me saco, empiezo a gritar y me la agarro con todo el mundo...(risas). Cuando me tranquilizo, pienso: ¿qué mierda estoy haciendo? Soy de pelear mucho con “Falucho” Herrera; nos decimos de todo, pero afuera de la cancha somos como hermanos.

   “Es de reprocharme constantemente, se enoja si le tiro una pelota filtrada cuando me la está pidiendo al pie y de espaldas al arco. Se fastidia por todo, y yo que tengo pocas pulgas…”

   —Me imagino.

   —Me enojo, algún insulto se lleva, pero después andamos a los abrazos. Falucho es un compañero genial, y te pongo un ejemplo: le toca estar afuera del equipo, pero alienta a todos y le da consejos a los delanteros que hoy están jugando en lugar de él. Un verdadero crack.

   —¿Te sentís el nene mimado de Mungo, porque a donde va Carlos también vas vos?

   —Sí, y por eso me vive cargando. Me dice que es mi padrino futbolístico, que él me da siempre la posibilidad de jugar un torneo Federal y de ganar plata. Un día me tiró: “te vivo salvando la vida”. En realidad, cuando asume en un equipo, al primero que llama es a mi, así que no sé quien salva a quien. Algún que otro problemita le solucioné...(risas).

   —¿Es el mejor técnico que tuviste?

   —Sí, porque me hizo crecer en varios aspectos, aunque no quiero olvidarme de otros entrenadores que también me marcaron en algunas cuestiones de mi rendimiento o de mi personalidad, como Diego Osella, un gran DT que tuve en Olimpo.

   “De todos los técnicos rescaté algo, pero Carlos es el eje de mi carrera, una parte muy importante de lo que hoy soy como futbolista”.


“No le guardo rencor a nadie”

   A mediados de 2016, de un día para el otro, “Nico” dejó de ser parte del plantel profesional de Olimpo. Aunque nunca quedó totalmente claro, se dijo que el pibe, en ese momento de 20 años, una noche, en plena pretemporada, en Mar del Plata, llegó de madrugada a descansar, y el castigo fue dejarlo en libertad de acción en ese preciso momento.

   “Hablemos de otra cosa, no quiero revolver el pasado”, pidió enseguida.

   —Perdón, nunca te lo pregunté y este es el momento.

   —No me fui de Olimpo como hubiese querido, es cierto, pero no estoy enojado con nadie ni le guardo el más mínimo recncor a la dirigencia. Tal vez se equivocaron en obligarme a ir, no sé, era chico y tenía otra forma de pensar.

   “Lo de la llegada tarde a la concentración es un mito, tal vez una excusa. Pero ya está. Cuando la actual dirigencia retornó al club intentaron repatriarme, pero estaba bien en Villa Mitre y decidí quedarme”.

   “En su momento había firmado un contrato que no presentaron en AFA, y por eso quedé en libertad de acción, es lo poco que pude saber. Ya está, lo que pasó, pasó y no estoy arrepentido de nada. El de arriba ve todo y gracias a Dios el domingo pudimos festejar”.

 

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Cotejos. Disputó Nico en distintos equipos de la Liga del Sur: 41 en Olimpo (contando Reserva de AFA), 73 en Bella Vista, 46 en Villa Mitre, 3 en Liniers y 26 en Sansinena. Marcó 15 goles (10 en Bella Vista, 3 en Villa Mitre, uno en OIimpo y uno en Sansinena).