Bahía Blanca | Jueves, 03 de julio

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El Fortnite se impone en Bahía, pero los riesgos crecen a la par

Luego de que un chico argentino de 13 años ganara 900.000 dólares en un mundial de Fortnite, especialistas recuerdan consejos para regular las horas que los menores pasan frente a los videojuegos.

Foto: Emmanuel Briane-La Nueva.

Por Federico Moreno / [email protected]

   Casi 40 millones de pesos en un puñado de horas. Los ganó un chico argentino de apenas 13 años en un campeonato mundial del videojuego del momento: Fortnite.

   Luego de que Thiago “King” Lapp contara que su rutina diaria es de entre 6 y 8 horas jugando/entrenando frente a la computadora, especialistas, procurando que la sociedad no quede obnubilada por la posibilidad de hacer dinero que ese mundo empieza a ofrecer, advierten sobre los peligros de las prolongadas sesiones de juego para los más chicos.

   La psicóloga bahiense Alba Picardi, especialista en niños y adolescentes, comentó que el citado es un tema de consulta muy recurrente en los padres actuales, y “lo que les planteamos es que siempre tiene que haber presencia de adultos cuando los chicos juegan, más aún si lo hacen durante muchas horas”.

   “Si bien entendemos que la manera de jugar de los chicos ha cambiado, y tampoco es cuestión de demonizar los videojuegos, que tienen muchas virtudes incluso para el desarrollo de los niños, siempre lo ideal sigue siendo que el tiempo de juego sea acotado”, recomendó la presidenta del colegio de psicólogos de nuestra ciudad.

   Consultada por sus consejos llevados a la práctica y la realidad de que los chicos –-sobre todo los adolescentes-- difícilmente quieran pasar mucho rato con sus padres o ser “molestados” por estos cuando juegan concentrados, la psicóloga explicó que el acto no debe ser solo de presencia o control, sino más bien una “compañía, una conversación, interiorizarse genuinamente en el juego, preguntar al hijo qué le gusta del mismo, intentar aprender a jugarlo”, haciendo uso de un nexo padres-hijos que “no se genera de un día para el otro, por lo que lo ideal es tener una relación de este tipo desde el nacimiento”.

   Sobre las horas diarias permitidas de juego, la profesional explicó que si bien 6 u 8 horas, como las que juega el chico argentino que ya se volvió profesional, son claramente un exceso, “no hay un número exacto de horas permitidas, aunque sí algunas cuestiones a las cuales hay que prestar atención”.

   “Cuanto más chicos son menos horas deben estar frente a la pantalla, la peor hora para que jueguen es antes de dormir, dado que les afecta negativamente el descanso, y lo más importante a tener en cuenta es notar si el chico empieza a descuidar otros aspectos de su vida, como disfrutar la escolaridad, el juego real –-no virtual-- con amigos, la relación con su familia, el deporte, etc. No hablamos tanto de adicción, pero sí de uso inadecuado o problemático, que es cuando el chico está en la escuela pensando solo en volver a su casa para jugar, o sale con los padres porque no le queda otra pero sus energías solo están puestas en llegar a la casa para jugar a la Play. Cuando pasa eso hay que regular las horas de juego”, detalló Picardi.

Perjuicios varios

   Por su parte, la psicóloga infantil Natalia Domecq, opinó que los excesos tanto con los videojuegos como con las pantallas en general pueden causar distintos perjuicios.

   “El exceso se refleja en la perdida de capacidad de mirar y de ser mirado, se pierde la empatía que se necesita en un ida y vuelta al interactuar con otra persona, por ejemplo. Hasta se pierde la comprensión de timbres y tonos de voz, se vuelven chicos con muy pocos recursos respecto a los tiempos de espera cuando tienen que interactuar socialmente, cuando tienen que jugar en grupo, negociar, ceder o pelear por lo que quieren”, enumeró la profesional.

   “Por eso es necesario que si juegan no lo hagan solos, no es lo mismo si lo hace hablando con la mamá, la niñera o la abuela. Se pierde hasta riqueza del lenguaje”, agregó.

   Sobre la cantidad de horas, Domecq sostuvo que “esto de que un chico de 13 años juegue de 6 a 8 horas diarias roza lo compulsivo, parece más un entrenamiento que un juego por placer, entonces mi pregunta es si ese chico no perdió el placer por jugar y si solo lo toma como una competencia. Jugar, al igual que comer, es un placer, y mientras a uno, comer una cucharadita de dulce de leche le encanta, comer medio kilo lo empacha, lo descompone. Con el juego pasa lo mismo, deja de ser placentero si se lo hace de manera compulsiva”.

   Por último, la psicóloga infantil habló de la importancia de que los padres propicien algún tipo de intercambio con sus hijos cuando estos juegan o miran algo en una pantalla. “Si no hay un intercambio, es como que lo dejo solo frente a ese objeto, es un niño huérfano frente a una pantalla. Y las pantallas comparten características con la hipnosis, como la luz, el brillo, color, movimiento y continuidad de la imagen. Si es difícil resistise para un adulto, ni que hablar para un niño”, analizó Domecq.