Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Todos los caminos conducen a una revolución para el sorgo en la Argentina

Pastoreo directo, diferido o ensilado, las tres alternativas productivas para que la ganadería consolide su expansión.

El cultivo del sorgo tiene desarrollo en el SOB. / Fotos: Pool de Periodistas

Guillermo D. Rueda
grueda@lanueva.com
Enviado especial a Armstrong, Santa Fe

   “Lejos de considerarse una reserva forrajera de uso ocasional, la combinación de ensilajes y ganadería es una decisión que gana consideración entre los productores. Además de aumentar la productividad, el uso de picados permite incrementar la oferta forrajera total, brinda estabilidad a lo largo del año y facilita la obtención de un balance nutricional positivo en las distintas etapas de producción, principalmente en recría y engorde”.

   Tal es la consideración del sorgo por los especialistas del INTA Manfredi, acaso los mejores del país, respecto de lo que significa este cultivo que, en la década del setenta, en la Argentina llegó a sembrarse en 3,1 millones de hectáreas y a producir 8,1 millones de toneladas.

   Leandro Abdelhadi, asesor en nutrición y productor agropecuario, trabajó en el tema a través de un convenio con la Universidad de Florida y en un campo experimental en la Cuenca del Salado, que trabaja contraestación con la institución de los Estados Unidos.

Leandro Abdelhadi.

   “En sorgo venimos trabajando en materiales forrajeros con destino a pastoreo directo mostrando como, con estrategias de manejo, se puede influir directamente sobre producción y calidad de los cultivos, y la producción animal como consecuencia”, sostuvo.

   “También trabajamos en una línea de sorgo diferidos. Ahí evaluamos no sólo los materiales tradicionales, sino otros como los de doble propósito, o forrajeros”, añadió.

   Abdelhadi dijo que los materiales que tienen más grano son los que más materia seca producen.

   “La discusión que tenemos es cuánto de ese grano potencial que tiene el cultivo pueden aprovechar los animales cuando se destina en formas diferidas, porque luego vemos que, en materia fecal, hay mucha cantidad de grano sin digerir cuando el sorgo granífero diferido se come en pastoreo directo”, explicó.

   La tercera línea de trabajo —dijo Abdelhadi— es el ensilado.

   “Lo hacemos con diferentes materiales, Este año optamos por un ciclo corto, para llegar con grano maduro al ensilado. Lo que estamos evaluando es el impacto que tiene el uso de diferentes crackers de grano, sobre la ruptura potencial de ese grano, porque si uno quiere producir con sorgo tan bien como con maíz el secreto está en romper el grano”, manifestó.

   “Es una tarea difícil, hasta ahora, ya que no ha habido un desarrollo de crackers para buscar una fibra más larga y grano procesado”, aseguró el productor.

   “Está claro que, cuando uno habla de sorgo, no lo hace como una opción competitiva frente al maíz. No nos tenemos que olvidar que el sorgo se origina en Africa y es rústico, más que el maíz en determinados sitios. Es decir, cuando el ambiente agroecológico no nos permite garantizar rendimiento con maíz, bienvenido sea el sorgo”, aseguró Abdelhadi, quien expuso en el predio de Acción Ganadera, en Agroactiva 2019.

El aporte de las malezas

   “¿Por qué había caído el uso del sorgo? Por una limitación en el control de malezas”, dijo Leandro Sundblad, gerente de Marketing y Desarrollo de Advanta.

   “Surgía en las encuestas que hacíamos con los productores. Las malezas tomaban la misma altura del cultivo y se complicaba hasta el picado”, manifestó.

   En el año 2018, el sorgo llegó a sembrarse en alrededor de 1,1 millones de hectáreas, para una producción estimada en 4 millones de toneladas. Esto va en aumento, en razón de una mayor demanda de nutrición en calidad y cantidad para la ganadería, más allá de ecuaciones con mayores beneficios desde lo económico.

Leandro Sundblad.

   “Si bien es difícil precisar el área de sorgo en la Argentina, en nuestro caso duplicamos el uso de semilla de sorgo granífero. Está claro que los productores antes no sembraban y ahora lo ven como una alternativa”, amplió.

   Sundblad también se refirió a la brecha, considerando una producción promedio de 4 toneladas por hectárea.

   “Hay que tener en cuenta que el sorgo siempre está en los lotes marginales, y los rendimientos no son buenos, pero las semillas tienen un potencial altísimo. La brecha es gigante. Con ensayos, hemos llegado a comprobar que se pueden alcanzar las 20 toneladas”, aseguró.

   Destacó también el uso de la tecnología en sorgo, algo no habitual hace algunos años.

   “Antes, la semilla de sorgo granífero convencional se vendía por kilo, pero ahora la embolsamos. Queremos incrementar el uso de placas, para que no se use a chorillo, con la idea que permita calcular la densidad y tener una buena profundidad de siembra e, incluso, usar menos semilla. Cuando el productor lo ve, comprobará que podrá fertilizar en la línea y lograr mejor rendimiento”, explicó.

   Sundblad dijo que la tecnología que se aplica, en este caso de Advanta, es un desarrollo hecho en la Argentina hace dos años y, luego, extendido hacia el mundo.

   También sostuvo que, para esta gestión, el aporte del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria es fundamental.

   “Nosotros tenemos la especialización en los desarrollos tecnológicos pero, luego, hay que salir a validarlas y eso el INTA lo hace”, afirmó.

   “Tienen el conocimiento para conducir experiencias de cierta complejidad  y la capacidad para difundir esas prácticas de manejo”, concluyó Sundblad.

Los costos y la alimentación

   “En cualquier sistema de producción de carne, o de leche, el dinero destinado a la alimentación es el de mayor impacto. Es decir, se trata del 65 % de los costos directos. Por eso, corregir el silo es clave en esta ecuación”.

   Lo dijo Fernando Sánchez, de Claas, acerca de la repercusión del uso del sorgo en los planteos ganaderos y de la importancia de poder contar con un crackeado moderno.

   Para la ganadería bovina en el sudoeste bonaerense el picado se puede realizar en trigo, como una opción de manejo en una época distinta al sorgo y al maíz.

   “Eso nos amplía la ventana de producción. Lo que estamos mostrando son los cabezales de corto directo para cosechar el cultivo no en corte bandera, sino también en un estado más avanzado de grano lechoso o pastoso, donde ya no hace falta hacer un corte con la segadora y luego ir con la picadora, sino con el cabezal de corte directo”, explicó Sánchez.

   “Así se pueden bajan los costos operativos, ya que es una máquina menos que está en el campo y, a su vez, se genera un silo que es fuente de fibra que aporta más energía”, manifestó.

   La tecnología de procesadores Shredlage permite que las partículas grandes que ingresan al crackeado de la máquina sean tocadas y desgarradas por los rodillos, que trabajan de forma más cerrada que en un cracker convencional, aún con grandes volúmenes de material. Así, el tallo grande pierde su forma, pero el nivel de lesión de los granos alcanzado es superior.