Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Exportación: el nuevo equilibrio mundial en un tema vital

 Si bien la prensa mundial habla del tema energía, no habla del tema agua, un insumo que cada vez será más escaso, no solo para consumo humano, sino para la producción de alimentos.

   El mundo asiste a una nueva geopolítica. La globalización minimizó las ideologías, cayó el muro de Berlín, y hoy el juego es económico y las cartas son la tecnología y el comercio.

   Los grandes jugadores son sólo tres: el Oso, El Dragón y el Imperio. Rusia, China y Estados Unidos definen sus futuros y, como consecuencia, el del resto del mundo, inclusive la otrora pujante Europa que cada vez tiene menos predicamento en este juego.

   La República Popular China, que acaba de cumplir 70 años, avanza hacia su nuevo destino imperial de la mano de Jinping. Rusia, cubierto de inmensos recursos y con un Putin avanzando hacia un capitalismo imperial.

   Estados Unidos, en tanto, con un Trump impredecible está perdiendo la mística del imperio y no está viendo venir la pérdida de liderazgo mundial. Para desgracia de Estados Unidos, su principal aliado Europeo, el Reino Unido, va de la mano de Boris Johnson hacia un incierto y preocupante futuro.

   El nuevo juego es una carrera y una rivalidad por la hegemonía comercial, económica y científica. Se presenta un nuevo   eje este-oeste aunque sin la tensión bélica  del anterior.

   Los EE.UU. están declinando como potencia dominante mundial y no han sabido tomar la iniciativa en la realineación de la arquitectura de poder global. El resabio de ver a Rusia como el enemigo bélico no les permitió ver que la nueva guerra es económica y que, silenciosamente, China pasó rápidamente a ser el enemigo a vencer. Y lo más grave para Estados Unidos está por venir, y es el acercamiento complementario de Rusia y China.

   La guerra comercial actual es uno de los emergentes de este cambio estratégico, especialmente para Estados Unidos y China, porque los efectos  son diversos y no exactamente los buscados.

   Rusia es relevante en este nuevo armado y Estados unidos no ha podido evitar   la vinculación estratégica entre Moscú y Beijing. Y los primeros grandes pasos de esta alianza ya se están viendo: China comprará soja a Rusia, y ambos fabricarán un nuevo avión para competir, o abastecer su mercado interno- el segundo del mundo-, con Boeing y Airbus.

   Si bien la prensa mundial habla del tema energía, no habla del tema agua, un insumo que cada vez será más escaso, no solo para consumo humano, sino para la producción de alimentos.

   El volumen de negocios del último año entre Rusia y China superó el nivel de 100.000 millones de dólares, un alza de 24,51% respecto del período anterior. La meta es duplicar esa cifra. Los rubros incluyen petróleo, gas, energía nuclear, aeroespacial, economía digital e inteligencia artificial.

   En este nuevo escenario, donde Europa está pasando rápidamente un espectador con algunas ventajas por su alto desarrollo tecnológico, debiera ser una preocupación de estado para nuestra Argentina y todo Latinoamérica. Atrasamos décadas en cuanto a tecnología, y ya nunca alcanzaremos ese nivel ni podremos ser competitivos. Somos y seremos dependientes tecnológicos. 

   En 2030 se estima que China tendrá 600 millones de personas en la clase media y 100 millones de millonarios. Dato muy importante. Comerán más y mejor y viajarán más.

   Argentina en particular, tiene dos aspectos básicos que pueden permitirle buenos acuerdos comerciales y un aceptable grado de desarrollo, como son el excedente de producción de alimentos y el turismo. Tenemos la gran oportunidad de convertirnos en una gran fábrica de productos terminados en alimentos y en ser los grandes receptores turísticos de América del Sur.

   Estas actividades, que agregan valor a lo que la naturaleza nos ha dado, genera mano de obra y puede reemplazar a los puestos de trabajo que la tecnología a diario reemplaza y crear los nuevos que se necesitan. Nuestro país tiene enormes reservas de agua, que deberá comenzar a proteger y tratar como recurso estratégico.

   Tenemos todavía una masa crítica de inteligencia. Aprovechémosla para multiplicar las capacidades de los ciudadanos, formándolos para lo que realmente serán las actividades que nos generen futuro.

   Aprovechemos el momento en que esta nueva guerra se desarrolla en el hemisferio norte, porque cuando se reacomoden, vendrán por el resto.