Bahía Blanca | Miércoles, 09 de julio

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Jacarandás: entre el color, el descuido y las plagas

Estos árboles fueron plantados hace ya 30 años y, según el libro de Patrimonio Verde, existen cerca de 1200 ejemplares.

Fotos: Pablo Presti-La Nueva.

Por Mario Minervino / [email protected]

   Noviembre es el mes de los jacarandás. La época en que florecen como una explosión azul-violácea que modifican el paisaje de muchas calles de la ciudad, llamando la atención de los habitantes de una ciudad poco acostumbrada a la presencia del color en el arbolado.

   Sin embargo no todas son voces de elogio para estos árboles plantados hace ya 30 años --según el libro de Patrimonio Verde existen cerca de 1200 ejemplares-- y que muestran en muchos casos las consecuencias de la falta de un cuidado adecuado para asegurar la calidad de su floración y garantizar que no se conviertan en un riesgo a partir de su estado general.

   Especialistas consultados por este diario atribuyen a varias causas que la floración de este año sea, en muchos casos, menos contundente que otros.

   Una es estar con un año poco llovedor, que sumado a las variaciones de temperaturas como resultado del cambio climático tiene sus efectos en los árboles.

   Otro elemento es que los jacarandás locales han estado afectados por plagas como la cochinilla, de la cual no han sido bien tratados. Si bien son afectaciones que desaparecen, los árboles quedan debilitados y el resultado puede ser una floración más débil.

   Por último, en la ciudad no existe un plan regulador del arbolado, que sostenga políticas de podas de limpieza o formativas, por lo cual muchos ejemplares tienen ramas secas o ahuecadas que no se retiran. Esta intervención, realizada en tiempo y forma, ayuda a la salud de árboles que responden adecuadamente a este tipo de tratamientos y, como consecuencia, estimulan su floración.

Otra mirada

   Luis Caro, ingeniero agrónomo, docente y magister en Ciencias Agrarias, menciona que toda floración de una planta resulta "compleja".

   "Intervienen factores extrínsecos (luz, horas de frío, nutrición) e intrínsecos (hormonas, reservas), con lo cual deben considerarse todos estos elementos para ensayar alguna explicación sobre la floración".

   Caro explica que el jacarandá es un árbol vecero, palabra que en botánica se aplica a la planta que alterna un año con mucho fruto y otro con muy poco o ninguno.

   "Hay temporadas en que generan más flores y frutos, mientras que en otros acumulan reservas y generan otros componentes, por ejemplo madera, con lo cual no consumen reservas en la floración", explicó. 

Las raíces

   Otra queja habituales con los jacarandás, y árboles en general, es que las raíces levantan las veredas, lo cual acompleja mucho el tránsito peatonal en aceras angostas.

   Los profesionales consultados coinciden en señalar que el jacarandá es un árbol que no debiera tener esas consecuencias. Sin embargo eso sucede en nuestra ciudad porque se destina poco espacio a los receptáculos que los alojan, necesario para que armen sus raíces y no rompan las veredas.

   Señalan que no se debe olvidar que Bahía Blanca está "al límite del desierto" y que los árboles necesitan agua. Como en general no se los riega, sus raíces comienzan a levantar veredas buscando captar el agua que se acumula en ellas.
"A la raíz hay que educarla y llevarla con riego en profundidad. No tiene un objetivo más importante que buscar el agua", explican.