Bahía Blanca | Lunes, 11 de agosto

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Lago Epecuén, ese lugar que alguna vez brilló y que es digno de visitar

 Sus aguas curativas generaron gran afluencia turística en la década del 70. Hoy, las ruinas, luego de su inundación, hacen que siga siendo visitado.

   Por comentarios elogiosos y gracias al ferrocarril, los primeros turistas comenzaron a arribar al lago Epecuén, otorgando un importante crecimiento al pueblo de Carhué. 

   Hasta 1921 la ciudad de Carhué creció al ritmo de los hoteles y turistas que necesitaban de esta fuente natural de salud. El 23 de enero de 1921 el visionario Arturo Vatteone inauguraba un balneario a orillas mismas del Lago Epecuén, convirtiéndolo luego en la base del pueblo o Villa “Lago Epecuen”. Desde aquel día Lago Epecuén comenzó a convertirse en una realidad para el turismo de salud de la República Argentina. Sus aguas mineralizadas producían y producen efectos realmente asombrosos en quienes aprovechan sus bondades. 

   Problemas como la artritis, artrosis, psoriasis y diversas enfermedades de la piel, fueron tratadas con asiduidad a lo largo de casi más de un siglo. Estudios realizados desde 1886 en adelante explican que la altísima concentración de minerales, que la hace hipermarina es comparable únicamente con el Mar Muerto. 

   La inmersión en sus aguas produce efectos beneficiosos en el organismo, los que son analizados y controlados por profesionales de la salud que conocen y apoyan el desarrollo de la actividad termal. 

   El Lago Epecuén y sus aguas curativas no son una simple promesa publicitaria, son una realidad avalada por generaciones que lo conocieron y disfrutaron, muchas de las cuales están redescubriendo su entorno ideal, su clima con aires de mar y todos los servicios que se hallan emplazados en la ciudad de Carhué, a 520 kilómetros de la Capital Federal. 

   Modernas instalaciones, spa y piscinas termales, sumado a la tranquilidad y seguridad garantizan una recuperación integral del cuerpo y la mente.   

   La laguna de Epecuén es una evaporita, es decir recibe excedentes de agua por lluvias y arroyos y en las épocas secas los evapora, generando así el decantamiento y conformando su única salinidad y mineralización natural. Por más de 60 años el lago continuó con su rutina de crecidas y sequías tal su función ancestral, sin embargo ésta afectaba mucho las inversiones turísticas, dependiendo éstas de las buenas lluvias que disolvían el manto de sal haciendo el baño placentero y porque el agua quedaba cerca de los espigones y servicios.    

   Cuando las lluvias no acompañaban las temporadas fracasaban, eran necesario hacer pozos para que filtre el agua y la gente pueda sumergirse en las aguas del lago, lo que no era muy apreciado por los turistas en busca de salud. 

   En los años 70 las autoridades provinciales se hicieron eco de los reclamos que venían desde los '30 para estabilizar el caudal de la laguna, efectuando obras hidráulicas que por diversas cuestiones políticas desde 1976 no se continuaron. 

   Tan solo un canal recolector de aguas de otra cuenca hídrica fue la obra culminada que sumado a las abundantes lluvias caídas en 1980, hicieron que se tenga que levantar un terraplén para defensa del pueblo que comenzaba a correr peligro de inundación. 

   El sistema natural estaba desequilibrado por la mano del hombre. 

   Como la laguna Epecuén es la última laguna, y por ende más baja, del llamado sistema de Lagunas Encadenadas del Sudoeste, no posee ninguna salida de la gran hondonada en que se halla. 

   Entre 1980 y 1985 las lluvias y el ingreso sin control del agua por el canal fueron condenando al pueblo de Villa Lago Epecuén, el que sobrevivía protegido por una muralla de 4 metros de altura.

   El 10 de noviembre de 1985 ese terraplén no soportó el embate de la laguna y el pueblo comenzó a ser evacuado, perdiéndose 70 años de historia turística termal.    

   Para el invierno de 1993 el pueblo de Villa Lago Epecuén estaba sumergido bajo 7 metros de agua. Gracias a obras encaradas en esos años que impidieron el ingreso de agua a la laguna, lentamente fue escurriéndose dejando al descubierto las ruinas lo que alguna vez fue el más pujante centro termal de Argentina.