Bahía Blanca | Martes, 30 de abril

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Coti Sorokin en una entrevista imperdible con La Nueva.

 “Llegar con una canción a los jardines de infantes no lo logra ninguna campaña de marketing”, afirmó Sorokin y completó: "está pasando por un gran momento una música muy frívola y muy chota. Tocada por gente que no son músicos, cantada por gente que no es cantante y producida por gente que no son compositores".

Coti Sorokin.

Franco Pignol / fpignol@lanueva.com

   Ves a una persona talentosa haciendo lo que más le gusta y suponés que es muy sencillo de lograr. Los gestos suponen tranquilidad, goce, diversión. Pensemos en Messi cuando driblea adversarios sobre el césped. Recordemos a Piazzolla tocando el bandoneón.

   Cuando escuchás los temas de Coti Sorokin no podés creer que tenga tantos éxitos. Sin embargo, nadie sabe lo que le costó.

   Charlamos con el artista rosarino en su paso por Bahía Blanca. Intentamos descubrir la clave del éxito y su opinión acerca de la industria.

   "Que se genere esa sensación para mi es motivo de orgullo porque a mi eso me ocurre con gente que admiro en cualquier rubro cuando parece que lo que hacen es facilísimo. Pero luego, por algún motivo, nadie o muy poca gente lo puede hacer", explicó Coti Sorokin.

   —Contanos cuál es la sensación que te da antes de escribir una canción.

   —La sensación a la hora de escribir sobre un papel en blanco es hacer la mejor canción posible, sin ningún tipo de finalidad específica. Si estás pensando en llegar a tal o cual persona, contaminás el proceso creativo.

   —De todas maneras, debe ser distinto hacer o producir canciones para Guasones que para Paulina Rubio.

   —Nada es lo mismo. Ningún concierto es igual a otro. Lo que uno tiene para aportar en las grabaciones, producciones o colaboraciones es lo que uno tiene en el backgraound, su propio gusto y manera de ver la música. El género de la canción es uno. El marketing hace el resto.

   —En el fondo siempre hay una canción.

   —Si vos sacás todas esas cositas de marketing como a qué público está dirigido, a qué edades, a qué poder adquisitivo, el género de la canción es algo que viene hace 500 años siendo palabra cantada. Hay miles de géneros que son todos entrelazados y encadenados.

   —Como tu tema “Canción de adiós”, en donde decís: “medio vals, mitad ranchera”.

   —(risas) “milonguita o rock and roll”. Ahora la cambié: “medio vals, mitad ranchera, pero nunca reggaetón”.

"Siempre existieron grupos de un hit"

   —¿Hace unas décadas era popular hacer álbumes conceptuales y progresivos, en cambio ahora triunfa el trap y el reggaetón ¿Cuál es tu visión?

   —En la época en que se hacían álbumes conceptuales y progresivos no era lo único que se hacía. Había mil cosas. Es un poco más complicado. Quizás uno lo ve desde su pequeño jardín. La realidad es que siempre hubo casting de artistas y grupos armados para marketing con un solo hit. No nos olvidemos que Los Beatles fueron un grupo de fans durante la mitad de su carrera. Ellos mismos no querían ir a los conciertos porque no se escuchaba lo que cantaban por los gritos de las chicas. Y eran Los Beatles, lo que nosotros hoy valoramos como si fuera música clásica, como un standard.

   —De todas maneras, ¿creés que la música que hacés pasa por un buen momento?

   —A veces hay como una cierta distorsión de la sensación que uno tiene con respecto al pasado. Sí es cierto que en estos últimos cinco o seis años las cosas que a mi me resultan más interesantes no están pasando por un buen momento. En cambio está pasando por un gran momento una música muy frívola y muy chota. Tocada por gente que no son músicos, cantada por gente que no es cantante y producida por gente que no son compositores.

La música no es eso

   —Las redes sociales potencian todo eso.

   —Es un ciclo muy corto. A ver. Todos estos petardazos instantáneos, con millones de views y estadísticas... la música no es eso. Lo que pasa es que no todo el mundo lo entiende de esa manera. Esto es una maratón larguísima. Muchos creen que es una carrerita corta. El camino es  mucho más sinuoso.

   —¿Qué sentís cuando la rompe un artista con un solo tema grabado?

   —Tengo 10 discos y cada vez que escucho la radio me cuesta mucho encontrar artistas que tengan esa cantidad. No recomiendo que hagan lo que hice yo. Lo que sí es cierto es que con toda esta instantaneidad que vivimos con las redes nos olvidamos de que ese mundo es muy planito y se desmorona fácilmente.

   —Hoy está instalado en el ambiente que no hay que grabar discos, sino videos de una canción y subirlos a las redes.

   —Se están grabando “Insta videos”. Todas las canciones tienen que tener formatos de un minuto para poder grabarlas en los “Insta videos”, entonces todo eso genera una respuesta multitudinaria y grande pero leve y poco comprometida. Todas esas demostraciones de amor y admiración a través de las redes son compromisos muy leves. Yo vengo de una generación de músicos donde el compromiso lo intento generar en un concierto de dos horas y media, en donde cuento historias y trato de meter a la gente en una película. Eso no es 10 segundos. Son muchas canciones, instrumentos, melodías, discos, historias, letras, estofas, palabras, melodías... es una cosa mucho más contundente que quizás no esté de moda, pero en algún momento volverá.

   —Te rotulan como“hit maker” ¿estás de acuerdo?

   —Mucho no porque generalmente muchas canciones se convierten en exitosas a fuerza de inversión constante y mucho marketing. En el 90 por ciento de los casos de las canciones que yo hice no fue así. De hecho, te puedo nombrar a “Color Esperanza”. Esa canción no fue single de difusión. Se empezó a colar por todos lados y de repente apareció en los jardines de infantes de los colegios y hasta con el Papa. Eso no lo logra ninguna campaña de marketing. Lo mismo pasó con “Nada fue un error”.

   —Sabiendo que tenés tantas canciones populares debés recibir constantemente ofertas para producir y de colaboraciones.

   —Es real. Recibo muchas propuestas y me halaga muchísimo. De todas maneras, hace mucho tiempo que me armé como una lista de prioridades mías, emocionales y artísticas. El tiempo es uno y hay que aprovecharlo. Pretendo elegir hacer lo que hago y me puedo dar ese lujo después de muchos años. Entonces elijo los proyectos muy celosamente. Me gustaría hacer mil cosas más de las que puedo hacer. Hasta tengo frenados dos libros y un disco de covers. El tiempo no me da.

Casi tres lustros viviendo en España

   Coti Sorokin estuvo 13 años viviendo en España. Sin embargo, siempre quiso estar presente en Argentina con sus discos y producciones.

   "La única condición que le puse a mi compañía era que se editen mis discos en Argentina y así fue. Yo venía, pero a veces una o dos veces al año. Entonces las giras eran muy comprimidas y nuestro país es gigante", aclaró.

   "Desde hace unos años invertí un poco la ecuación. Estoy viviendo acá y voy hacia allá. Entonces me estoy dedicando a saldar esas deudas, porque hay un montón de sitios, incluidos Bahía Blanca, que había visitado antes. Estamos en ese proceso. Generando un vínculo más importante que las redes", aclaró.

Su relación con Soto y Guasones

   Coti produjo la mayoría de los singles de Guasones como “Canción para un amigo”, “Espejos rotos”, “Del olvido” o “Hasta el final”. Son muy amigos y estuvieron juntos en la ciudad para la inauguración de una cervecería.