Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Una especialista bahiense inventó un protocolo para reconocer bebés que fueron abusados sexualmente

Consejos de una abogada para denunciar un hecho cercano.

Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva.

Por Federico Moreno / fmoreno@lanueva.com

   Uno de los más, sino el más sensible de los temas: el abuso sexual de bebés. Por cada hecho que toma estado público hay muchos otros que pasan desapercibidos, aunque dejando la misma huella imborrable en la psiquis de los más pequeños.

   “En nuestra sociedad se suele hablar muy poco sobre el abuso sexual, sobre todo de bebés. Sin embargo, yo en dos años atendí 13 bebés abusados, de entre 8 y 30 meses; y no con sospechas, se trató de casos confirmados”, dijo la doctora en psicología Claudia Amigo.

   La experimentada profesional realizó una investigación de varios años que como resultado le permitió detectar el abuso sexual en bebés, aun cuando no exista el indicador físico.

   “Esto no tiene antecedente internacional, porque generalmente se investiga cómo detectarlo de los tres años en adelante. Puede ser un aporte a la sociedad, se ha detectado por medio de instrumentos psicológicos de evaluación y otros indicadores conductuales, y sirven para que todo integrante de la comunidad los reconozca”, explicó Amigo.

   Pero más allá de la importancia de reconocer a un bebé abusado, los profesionales hacen hincapié en lo fundamental que resulta denunciar estos casos y no callar por temor.

   “Hay que aclarar que existe una obligación de denunciar, tanto de los profesionales como de los que no lo son. Hay que romper con el secreto que suele rodear a estos casos por su cualidad de intrafamiliares”, afirmó la directora del Instituto de Familia y Niñez del Colegio de Abogados, Adriana Reale.

   “Es importante hablar de estos temas, desde que los Derechos Humanos se convirtieron en ley a través de los tratados internacionales, las cuestiones de los niños ya no quedan en el ámbito privado, son un problema de orden público porque interesan a toda la comunidad. Por eso es importante trabajar en equipo, porque la psicología te va a ayudar a reconocer un chico abusado o maltratado y el derecho te va a decir cómo denunciar”, agregó.

   Los métodos de detección Claudia Amigo trabajó durante 20 años en la Subsecretaría municipal de Niñez y durante 8 investigó, como parte de su doctorado en Psicología, métodos para detectar casos en los que se sospecha que un bebé fue abusado sexualmente.

   Existe un protocolo para profesionales de la salud: “Con el apoyo de la Universidad Salesiana vamos a desarrollar una pesquisa que permita a los profesionales aplicar las técnicas de detección en 45-60 minutos, en lugar de las 5 horas que suele llevar. Es necesario acortar ese plazo porque en una sala médica no se cuenta con tanto tiempo para realizar las pruebas”, aclaró Amigo.

   Pero además del complejo procedimiento para los trabajadores de la salud, la detección también la puede realizar cualquier persona, teniendo en cuenta ciertos indicios.

   “Un bebé puede presentar una conducta defensiva ante el cambio de pañal --cuando antes no lo presentaba--, por ejemplo apretar las piernas entre sí, los puños o arquear la cabeza hacia atrás. Eso sería la conducta defensiva, pero también están las conductas sexuales inapropiadas para la edad. Las mismas pueden ser buscar besos de lengua, después de los 19 meses de edad por ejemplo succionar todos los objetos y acompañarlo de gemidos; o ya más cerca de los 30 meses hacer juegos sexuales con los muñecos, demostrando la posición de coito con los mismos”.

   “También puede darse una masturbación compulsiva. Hay que aclarar que los bebés suelen tocarse los genitales, sobre todo durante el cambio de pañal, pero hay que prestar mucha atención cuando lo hacen de manera frecuente y compulsiva, especialmente los mayores de 12 meses”.

   “Además debemos considerar a los bebés que se aferran más a una figura extraña que a la propia figura de apego o de sus cuidadores. Puede que la madre no sea la abusadora o que ni esté al tanto del abuso, pero sí el padre o padrastro, y el bebé, por ejemplo ante un ruido que lo asuste o una situación de peligro, se aferra a cualquier otra persona que no sea la mamá. Esto se debe a que, si bien ella no es la abusadora, el bebé no encontró en ella defensa ante una situación de peligro”.

   En este mismo sentido –-indicó la psicóloga-- hay que prestar atención cuando el bebé prefiere ir detrás de otras personas, por ejemplo un maestro, o llora cuando lo retiran sus cuidadores del jardín maternal.

Se puede denunciar con identidad reservada

    “Si alguien tiene miedo de denunciar, lo puede hacer con identidad reservada. En cada barriada hay un servicio local donde se puede recibir la denuncia del maltrato de un chico”, señaló Reale.

   “Nadie puede ser denunciado por denunciar, aun cuando digan que la denuncia es falsa. Sin embargo uno sí puede denunciar a alguien por no haber cumplido con su deber de ciudadano, que es denunciar si se sabe de un caso de maltrato”.   

   “No basta con denunciar, es necesario seguir apoyando al niño y hacerse responsable, por ejemplo teniendo la valentía de ir a testificar. He tenido casos en que prefirieron que denunciara yo escuchando lo sucedido relatado por otra persona, porque querían deslindarse de responsabilidades. No es lo ideal”.

   Denunciar sirve, aun si el caso termina impune.

   Según cuentan las profesionales, no es anormal que el abusador termine libre, o hasta de nuevo en el hogar de la víctima. Pero la psicóloga, que ha atendido numerosos casos judicializados, explica la importancia de romper con el silencio y el secreto intrafamiliar.

   “A veces se tiene la sensación y a veces la certeza de que no se hace justicia. Pero al menos en los niños que yo he tratado, mayores de 3 años con los que uno puede hablar, hay una gran diferencia entre intervenir y no intervenir, entre escucharlo y no escucharlo. Cuando un niño detecta que uno le cree, que confía en él, ya está marcando la diferencia, porque le permite denunciar, empoderarse y aliviarse”, explicó Amigo.

   “Una vez en un juicio oral, un nene de 10 años viendo cómo su abusador quedaba en libertad, me dijo 'mirá cómo él está afuera y yo acá adentro, ¿qué te parece? Cuando sea grande voy a hacer lo mismo que él'. A lo que yo le respondí que eso no iba a suceder, porque hasta ese momento a él no le habían creído, pero ahora hay muchos que creen en él, y eso le dio un gran alivio”, relató.

   “Un alivio porque hay que tener en cuenta que buena parte de las personas que han sido víctimas de abuso sexual sienten culpa, sobre todo los varones, porque estamos en una sociedad patriarcal, y si soy varón... ¿cómo no me pude defender?”, agregó la especialista.

Características comunes y secuelas

--Así como la mayoría de los abusadores son de sexo masculino, porque nuestra sociedad es patriarcal, la mayor parte de las víctimas son nenas. El abuso no distingue clases sociales, “tiene lugar tanto en niños con las necesidades básicas satisfechas como insatisfechas”.

--Cuanto más chicos son los bebés, mayor es el perjuicio para su salud mental, porque su psiquismo se está constituyendo y no tiene suficientes mecanismos como para enfrentar el trauma.

--El abuso en niños y bebés deja marcas hasta la vida adulta, al punto de que se les dificulta tener una vida matrimonial placentera, se dan inclinaciones homosexuales como forma de defenderse del sexo opuesto, al que consideran peligroso.

--Hay una alta tasa de suicidios en varones abusados, porque no se perdonan no haberse defendido, que es lo que el mandato cultural indica.