Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Sueño cumplido: Laura nació en Bahía, es entrenadora de básquet y llegó a la Selección

Empezó a jugar cuando tenía 9 años y su primer club fue San Lorenzo del Sud.

Fotos: Rodrigo García-La Nueva. y gentileza Laura Cors

Por Belén Uriarte / buriarte@lanueva.com

   Laura Cors tiene 50 años, juega al básquet desde los 9 y dirige desde los 18. Pero la pasión surgió mucho antes: cuenta que su mamá iba a ver los partidos al club San Lorenzo del Sud mientras ella crecía en su panza.

   —Con el deporte aprendés todo, aprendés la vida. El chico se enoja, se pone feliz, es compañero, aprende hábitos de orden, de espera, de higiene, de solidaridad —resalta la actual entrenadora de Lanús.

   Lleva 20 años en ese club bonaerense, pero es de Bahía y también tuvo un largo paso por Mar del Plata, donde vivió 11 años de su juventud.

   Jugó en varios clubes y como entrenadora consiguió logros importantes: este año salió campeona con Lanús en la SuperLiga y con la Selección se coronó de manera invicta en el Sudamericano U15 que se hizo en Ibarra, Ecuador. 

   Laura recuerda su infancia y su adolescencia en Bahía, donde disfrutaba jugar al básquet con su hermano y sus vecinos. El aro nunca faltaba: vivía en el barrio Comahue y tenía cerca las canchas de San Lorenzo, Napostá y Liniers.

  Era la década del 70. No se hablaba de básquet femenino ni había tantas categorías como ahora, pero como su hermano Alejandro —hasta hace poco árbitro en Bahía— jugaba en pre-mini y mini, ella aprovechaba e iba. No era la única: sus vecinas también se unían y se armaban partidos mixtos.

   Los primeros pasos los dio en San Lorenzo, luego pasó por El Nacional, a los 15 años empezó a jugar en la Primera con la categoría femenina y así llegó a la selección bahiense, con la que participó en los Provinciales.

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   Cuando tenía 17 la vieron jugar en un Provincial de mayores y le ofrecieron ir a Quilmes de Mar del Plata. Aún le faltaba un cuatrimestre para terminar la secundaria, pero no lo dudó: hizo las valijas y se mudó a una casa de familia de aquella localidad costera.

   —Era una locura: una mujer y tan chica. Pero mi mamá, que siempre nos dio alas, dijo que vaya —recuerda.

   Mar del Plata era una gran oportunidad: Laura cuenta que en Bahía solo había tres clubes de Primera y era muy complicado jugar; en cambio allá la competencia seguía viva. Además, el club le pagaba casa y comida.

   Ahí estuvo 11 años, estudió Educación Física y pasó por Quilmes, Peñarol y Kimberley. Además de jugar, tuvo sus primeras experiencias como entrenadora: a los 18 comenzó con las categorías más chicas.

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   En 1996 llegó Buenos Aires y empezó a jugar y dirigir en Lanús, que estaba en la categoría B. Al año siguiente, logró el ascenso con el "Granate".

    Aquella vuelta olímpica la recuerda como el logro más importante que consiguió en sus más de 20 años como jugadora. 

   —Y como entrenadora, ¿qué fue lo más importante?

   —Lo que me pasó este año: dirigir un equipo de Primera, ganar la SuperLiga, dirigir la selección argentina U15 y salir campeonas en el Sudamericano (las clasificó al pre Mundial U16).

   Y este no es el primer logro con la albiceleste. Dirige la Selección desde 2011 y en 2015 se coronó en U14.

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    Laura no conoce feriados ni fines de semana. Tampoco sabe cuántas horas por día le dedica al básquet: "Son muchísimas, es incalculable", asegura.

   Ella vive sola y está a cuatro cuadras del club Lanús. Todos los días se levanta temprano para estudiar más sobre básquet. Mira todos los videos que puede y después se va a trabajar. Aunque extraña mucho a su familia, no habla de sacrificios sino de placer: hace lo que ama.

   —Lo hago con mucha pasión y dedicación, pero vivir solamente del básquet no puedo. Trabajo en el club, en un centro de iniciación deportiva y en una pileta —explica.

   Fuera de lo laboral, tiene poco tiempo, por eso sus grupos de amigos están dentro del deporte. Una vez por año viaja a Bahía para ver a su familia. Se pierde los cumpleaños y el crecimiento de sus subrinos y su ahijado. Pero sabe que para llegar lejos, es necesario dedicarle tiempo.

   —Creo que si querés conseguir algo diferente, vas a ser diferente. Recuerdo que mis compañeras de la escuela salían o tenían otros tipos de eventos y yo me cuidaba porque al otro día jugaba. Te cuidás en la alimentación, en el descanso, todo es diferente. Pero después también obtenés cosas diferentes —destaca.

   Cuenta que en Buenos Aires es común ver mujeres entrenadoras: "En las categorías formativas somos casi todas mujeres. Las nenas son chiquitas y hay una afinidad mayor con la mujer".

   —¿Hay mujeres dirigiendo varones?

   —Sí, se da. En menor cantidad pero se da. A mí me ofrecieron dirigir varones en Lanús, pero no pude agarrar por una cuestión de tiempos.

   Laura se define como motivadora y exigente. Y reconoce que en la cancha suele enojarse cuando las cosas no salen, aunque siempre intenta encontrar el equilibrio.

   Para ella Lanús es su casa. Es el lugar que le permitió terminar su carrera como jugadora a los 36 años y llegar a la Selección: cuando tenía 28 la convocaron para jugar y estuvo un año; ahora dirige.

   —¿Cuál es tu sueño?

   —Creo que para un entrenador que dirige un club, su sueño es llegar a la Selección y yo estoy dentro de ese sueño. Lo más importante es seguir haciendo las cosas bien, que no es poca cosa, y seguir aprendiendo. Porque si cuando llegás a una selección decís 'ya llegué' y te sentás en una silla, perdiste. Si no querés aprender cada día, el lugar que ocupás está mal ocupado.

La Capital del Básquet

   Laura no descarta dirigir en Bahía, donde también nacieron Emanuel Ginóbili —campeón olímpico con Argentina y jugador de los Spurs en la NBA, equipo con el que ganó 4 anillos— y Sergio "Oveja" Hernández, entrenador de la Selección masculina.

   A Manu no lo conoce, pero le encantaría "hablar dos palabras con él". Con el Oveja sí tiene contacto.

   —Vino a darle una charla a las chicas. Si lo contactamos, él viene. Es accesible. El año pasado nos dejó ir a ver todas las prácticas —dice sobre su par.

   —¿Sabe que sos de Bahía?

   —No lo sé —dice y se ríe— Nunca me acerqué a molestarlo ni a decirle que soy bahiense. Siempre es un trato muy profesional.

   Laura admira la serenidad de Hernández al dirigir y destaca la labor de varios entrenadores: "Me gustan algunas cosas de cada uno, pero creo que al ser mujer también tengo que tener un estilo personal. Me gustan algunas cosas del Huevo Sánchez, de algunos entrenadores de la NBA y el estilo de Leandro Ramella.

   La entrenadora destaca el nivel del básquetbol masculino de Bahía y asegura que le encanta "la disciplina, el orden y el trabajo" que tiene Weber Bahía Basket con el Sepo Ginóbili.

   Sin embargo, reconoce que a nivel femenino falta más desarrollo y que las nenas —tal como le pasaba a ella cuando era chiquita— quieren ser vistas. Por eso, desde el 2011, ella y todo el cuerpo técnico de la Selección recorren distintos lugares del país para verlas, motivarlas, saber qué necesitan y apoyar a sus entrenadores. 

   —¿Qué mensaje les dejás a las nenas de Bahía?

   —Que le hagan caso a sus entrenadores. El límite se lo pone uno, pueden llegar adonde quieran, pero para eso hay que trabajar. No hay excusas.