Tango, baile y algo más
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- copiado al portapapeles
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La Feria Mundial de Hannover no tuvo, en el de Argentina, uno de los pabellones más cuidadosamente armados.
Es más, podríamos decir que, seguramente, fue uno de los más económicos.
En quince metros por diez, se veía un mostrador, detrás de este un mueble de punta a punta y frente a ellos, una pista circular.
Y unos pocos protagonistas para atender a la gente.
La mayor parte del tiempo, el lugar no tenía muchos visitantes, hasta que llegaban dos horarios de la tarde/noche en los que el lugar estallaba.
Era el momento en el que, quien estaba detrás del mostrador, no se descalzaba el delantal blanco y se sentaba al piano.
A su lado, llegaba quien dominaba el "fuelle".
Aparecían dos parejas de baile y se armaba la milonga.
Los muchos alemanes agolpados, abrían al máximo sus ojos que desbordaban de sorpresa, viendo los cortes, las quebradas y otros firuletes.
Hasta que les llegaba el turno a los que se atrevían y se cruzaban con los bailarines, que guiaban en los primeros pasos de baile. Hombres y mujeres que no creían que podrían moverse frente a la maravilla que habían visto. Y el stand se convertía en una fiesta.
Momentos para el baile, la posibilidad de ricas empanadas, un buen vaso de vino y lo que, en medio de la sencillez del lugar, los alemanes habían comenzado a conocer en su propio país: tango, baile, tango y algo más.