Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Cada 16 horas se denuncia un delito sexual ante la justicia bahiense

Según estadísticas oficiales.Hasta mediados de agosto se iniciaron 333 causas.
Fotos: Pablo Presti-LN.

Pablo A. Pascual / ppascual@lanueva.com

“Recién ahora puedo hablar del tema sin llorar. Todo esto es una como una herida que cicatrizó, pero la marca va a permanecer para siempre a flor de piel”.

Mónica es mamá de una chica que cuando tenía 12 años fue violada por el amigo de otro de sus hijos, alguien que visitaba su casa con frecuencia. El ataque llegó desde el lugar menos esperado.

Delitos como el que le tocó sufrir a esta adolescente se denuncian a diario en la fiscalía bahiense.

“Nunca nos imaginamos que pudiera pasar esto. Era impensado que pudiera hacerlo alguien conocido de la casa. Es un antes y un después en su vida, y en la de toda la familia. Cambió la visión que uno tiene de las personas. Uno ve todo esto en las noticias y piensa que no te va a pasar”.

Cuenta que “esta persona la contactó por Facebook. Empezaron a charlar, la engañó y la convenció para salir de casa. Me lo contó pocas horas después, pero se lo tuve que sacar yo el comentario, porque tenía miedo y la había amenazado con que si lo decía me iba a pasar algo a mí o a sus hermanos”.

Lo sucedido marcó un punto de quiebre en la vida de su hija. Ya nada volvió a ser igual.

“Todo cambió muchísimo. Después de esto ella empezó a dormir conmigo. Retrocedió, era un bebé más. No quería estar sola y estuvo casi dos meses sin ir a la escuela. Cuando me iba a trabajar se quedaba acompañada, pero me llamaba a cada rato”.

Mónica afirma que, por suerte, “no me dejé estar y a los dos días (su hija) ya estaba iniciando un tratamiento psicológico”.

“Fue dada de alta, pero esto es algo que no se va a olvidar nunca. Ya pasaron casi cuatro años y ahora tiene novio, pero me cuenta que, más allá de andar de la mano y darse un beso, hay cuestiones en las que no puede avanzar porque todavía lo ve a 'él'”.

Sostiene que el acusado fue condenado, pero permanecerá en libertad hasta tanto el fallo quede firme (la apelación a la sentencia se encuentra en el Tribunal de Casación Penal bonaerense).

“Fue un encuentro de sentimientos. Más allá del consuelo de la condena, todavía estamos esperando la detención. A veces uno piensa que los tiempos de la justicia no son los mismos que los de las víctimas”.

Lo más complicado del caso es que esta persona sigue viviendo a pocos metros de su casa.

“Él pasaba por la puerta e insultaba y decía cosas. Tuvimos que pedir una restricción y ahora no molesta tanto como al principio. Uno llegó a evaluar hasta la alternativa de mudarnos, pero no es justo que toda la familia deba iniciar una nueva vida por esto. Lo charlamos con mi marido y tampoco la queríamos (por su hija) hacer sentir culpable de todos esos cambios”.

Considera también que “la gente se está animando a denunciar. Le perdió el miedo y dejó atrás el temor a ser estigmatizado o juzgado por lo sucedido”.

Una línea que se mantiene o se incrementa

El caso de la hija de Mónica es apenas uno de los tantos que cada día se denuncian ante las autoridades. Las cifras son importantes, mucho más de lo que uno puede llegar a imaginar.

En la fiscalía local, según estadísticas oficiales proporcionadas a La Nueva., se inicia en promedio una causa por delitos sexuales cada 16 horas.

En 2015 se pusieron en marcha en la UFIJ Nº 14, especializada en esta problemática, 542 instrucciones penales preparatorias.

Otro dato relevante es que ese número es un 20% superior al de 2014.

Y en lo que va de 2016 -computado hasta mediados de este mes-, se investigan otros 333 casos, por lo que la proyección anual marcaría que la línea se mantiene o se puede llegar a acentuar.

Para algunos esto no quiere decir que ahora ocurran más hechos de este tipo que en otras épocas, sino que la difusión de las condenas, la visualización del accionar de la justicia, la creación de fiscalías especializadas, la decisión por de parte de las víctimas de dejar atrás la vergüenza y el temor, y la actuación de ONG's que asesoran y acompañan, son decisivas para que se expongan más este tipo de situaciones.

Desde 2014, cuando el fiscal Mauricio del Cero se puso al frente de la fiscalía dedicada a la investigación de estos delitos, 79 causas llegaron a juicio y finalizaron con sentencias condenatorias y solo 8 terminaron en la absolución del acusado.

Del Cero considera que, al margen de las denuncias, en el aumento en la cantidad causas también tienen incidencia las investigaciones iniciadas de oficio o por información proporcionada a través de organizaciones.

“Más allá de las presentaciones particulares, que se mantuvieron constantes, se iniciaron actuaciones de oficio en la investigación de delitos como facilitación o explotación económica de la prostitución. También son muchas las que tienen relación con pornografía infantil y que comienzan a partir de datos brindados por alguna entidad”, afirma.

 “Una sentencia es una reparación histórica”

La abogada Viviana Lozano, quien representa legalmente a las familias de varias víctimas de abusos, sostiene que “la gente se anima más, tiene más conocimiento y está viendo resultados”.

“Cuando escuchás que alguien hizo una denuncia, que hubo un juicio y se llegó a una condena, resulta importante. Una sentencia es una reparación histórica para la víctima. Podemos estar de acuerdo o no con la pena, pero esa reparación implica confianza”.

Dice que esta situación se traduce en favor de la sociedad, “que comienza a perder el miedo y se anima a denunciar”.

Lozano explica que las situaciones que antes se ocultaban, ya sea por miedo o vergüenza, salen a la luz porque las personas entienden el daño que generan.

“El perjuicio no es solo en el presente, sino a futuro, porque estos delitos provocan secuelas muy grandes”.

Las sanciones -según admite- no siempre van de la mano con el perjuicio sufrido, aunque se trata de lo que marca el Código Penal.

“No digo que haya que aplicar perpetua o comparar la situación con un homicidio, pero son situaciones límite. El abusado sufre lo ocurrido durante toda su vida, al igual que su familia. Son hechos que retornan permanentemente. El recuerdo de una situación de abuso puede despertar por un olor, un sonido, una canción o una prenda de vestir”.

“Podés bloquear el recuerdo por mucho tiempo, y pensar que ya pasó, pero un buen día, una determinada circunstancia, lo dispara nuevamente. A la hora de evaluar las penas, tiene que ser tenida en cuenta esta situación”, opina Lozano.

Del mismo modo, considera que a lo largo del proceso penal la víctima es sometida en repetidas ocasiones a relatar su sufrimiento, lo que se considera una revictimización.

“Hay que pensar la cantidad de veces que tiene que contar lo que padeció durante toda la marcha de la causa. Está bien que hay que acreditar los dichos, pero sería ideal otro mecanismo para instrumentar esto, aunque lamentablemente no se me ocurre. Habría que reducir la cantidad de veces que el abusado tiene que contar lo sufrido. En oportunidades esto ocurre en el transcurso de meses y en otros casos a lo largo de años”, asegura.

No prescribe la acción penal en cuanto a menores

En octubre del año pasado, por iniciativa de la senadora Sigrid Kunath, la Cámara de Senadores de la Nación convirtió en ley un proyecto sobre la imprescriptibilidad de las acción penal en delitos contra la integridad sexual cuando la víctima sea menor de edad.

Esto quiere decir que el cierre de las causas queda suspendido cuando la víctima es menor de edad o hasta que ratifique la denuncia formulada por una tercera persona.

Así, la prescripción empezaría a correr desde que la víctima efectúa la presentación, modificando la denominada “ley Piazza”, en la cual el plazo se computaba a partir de que la víctima cumpliera la mayoría de edad.

En la resolución también se incorporó el delito de trata.

 Un caso referente, que concluyó con una severa sanción

El 6 de octubre del año pasado, la justicia sentenció a 30 años de prisión a Juan Martín Ferreyra, en lo que fue la cuarta condena más dura de la historia tribunalicia bahiense.

El procesado, quien ya contaba con antecedentes por el mismo delito, fue hallado culpable de violar a dos mujeres en 2013. A las víctimas las sorprendió en la calle y, por la fuerza, las trasladó hacia sectores descampados, donde finalmente las ultrajó.

Uno de los hechos se produjo el 5 de agosto de ese año, cuando interceptó a una de las chicas en Tucumán y la avenida La Plata.

La amenazó con un arma y la condujo hacia el ex Camino Sesquicentenario, donde la redujo violentamente y la mantuvo retenida durante tres horas, a lo largo de las cuales la violó en dos oportunidades.

El 15 de octubre -en lo que fue el caso más resonante de los dos, por la alarma que generó en la sociedad bahiense- Ana Paula de Haxthausen fue abordada por el individuo en Zelarrayán al 1000 y, mediante amenazas, la trasladó hacia el mismo sector del Sesquicentenario, donde también la sometió sexualmente.

“Fue bastante duro este proceso y ahora que se terminó siento una mezcla de alivio con nervios; nada del otro mundo. Supongo que estoy conforme con la sentencia que le impusieron”, dijo Ana Paula luego del fallo.

"Cuanto más cercano es el abusador, sufre más la víctima"

a ONG bahiense “Creer, Sí” trabaja en nuestra ciudad desde 2005 y se ocupa de la problemática del abuso sexual infanto-juvenil.

Su presidenta, Clelia Severini, menciona que atienden alrededor de 35 consultas mensuales de víctimas o sus familiares y que le brindan asistencia a 28 chicos y adolescentes que fueron ultrajados.

La organización cuenta con cinco psicólogos que los atienden en sus consultorios de manera gratuita. Los tratamientos tienen una duración aproximada de entre 8 y 10 meses.

“Trabajamos sobre dos ejes: brindar asesoramiento a la familia y atención a las víctimas y, en segundo lugar, hacer campañas de prevención”, describe.

También advierte que en la actualidad se presentan una serie de circunstancias que colaboran con el creciente número de denuncias.

“Hay una respuesta legal y una institucional. Creer antes que se condenara a un abusador a muchos años también era impensable”.

Para Clelia, la visibilización de los casos a través de los medios “ayuda”, en la misma medida que apoyan y acompañan las instituciones como la que ella lidera. “Hay un conjunto de características que favorecen a que la gente se anime a denunciar”, reafirma.

La titular de “Creer, Sí” destaca otro logro desde lo legal, obtenido el año pasado.

“Tuvimos un avance muy importante con la no prescriptibilidad de estos delitos. En la psique y la vida de los abusados es algo que no prescribe. Es tan fuerte el impacto psicológico que provoca, que hay personas que no pueden decirlo hasta después de muchos años”.

Los menores, en especial, sufren un daño muy profundo, que incide “negativamente” en su evolución.

“Por suerte se les puede brindar tratamiento psicológico y eso permite una sanación. La denuncia y la posterior condena también tiene un efecto reparador”.

“Mientras más vulnerable es la víctima, más grave es el dolor. Y cuanto más cercana es la persona que comete el abuso, sufre más la víctima”, continúa.

En este sentido, destaca que “el abuso de un padre es difícil de aceptar por un chico, porque es la persona que debe cuidarlo y protegerlo. Entran en un estado de confusión terrible”.

Por último, menciona que “el grooming es una de las formas de abuso infantil. Por suerte, en el último tiempo se está visibilizando y permite que las familias tomen ciertos recaudos”.

Película y debate: El jueves próximo, a las 18.30, en Colón 80 (UNS), con entrada libre y gratuita, la ONG “Creer, Sí” proyectará la película “Elisa K”. Luego, una psicoanalista realizará una interpretación del film y se debatirán las conclusiones.

Las condenas no mitigan el sufrimiento

María Elena Leuzzi sufrió de cerca el martirio del abuso sexual, cuando en abril de 2001 su hija fue salvajemente golpeada y violada por un hombre.

El 24 de junio de 2003, un día después que un tribunal de San Isidro condenara a 28 años de cárcel a Javier Emilio Posadas por ese hecho, se puso al frente de la ONG Ayuda a Víctimas de Violación (A.VI.VI).

“Empece por mi hija, cuando vi lo que pasaba y los derechos que eran vulnerados, por lo que decidí armar algo y ahí empezó todo esto”, señala a La Nueva.

En la entidad, que funciona en la casa de Leuzzi, en la localidad de Virreyes, se brinda asistencia, asesoramiento legal y se realizan charlas de prevención.

“A una víctima le cuesta mucho salir adelante, cada día de su vida intenta dejar atrás lo ocurrido. Necesita tratamiento psicológico y acompañamiento. También cambia la vida del resto de su familia”.

Consultada sobre la cantidad de denuncias que se reciben en la justicia, Leuzzi considera que “hay más fiscalías especializadas y hoy una causa tiene mucha agilidad. Se ve que hay más trabajo en la justicia y los casos llegan a juicio más pronto”.

También reconoce que las víctimas sienten tanta vergüenza que muchas veces optan por no hablar del tema por años y, en el mismo sentido, reconoce que una sentencia condenatoria “calma pero no cura”.

“La peor condena la tiene la víctima, porque hasta el último día de su vida va a saber lo que le pasó”.

Finalmente, coincide con Lozano en que las penas nuncan alcanzan a responder por el daño que el abusador provoca.

“Una víctima queda marcada para el resto de su existencia; en cambio, a un violador le dan 14 años de prisión, pero por buen comportamiento y otros beneficios termina no cumpliendo mas que la cuarta parte de la pena”, afirma Leuzzi.

79 penas desde 2014

2014: 19 causas instruidas por la UFIJ Nº 14 finalizaron con una condena, 14 de ellas en debate oral y 5 mediante la modalidad de juicio abreviado. En 4 se arribó a una absolución, aunque luego de la apelación, Casación revocó dos de ellas y ordenó nuevos juicios. En las otras dos el recurso está pendiente de resolución.

2015: El fiscal Mauricio Del Cero alcanzó condenas en 26 causas (21 en debate oral y 5, abreviados). Un juicio finalizó con una absolución y el fallo fue apelado.

2016: Van 34 sentencias condenatorias, 6 por juicios abreviados. Hubo tres absoluciones que fueron apeladas por la fiscalía.