Bahía Blanca | Sabado, 05 de julio

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Buzios: un cálido otoño sin los matices dorados

Puede estar o no de acuerdo con lo que le vamos a decir: tenemos el convencimiento de que esta es la mejor época del año para conocer esas playas fantásticas.
Buzios: un cálido otoño sin los matices dorados. Domingo. La Nueva. Bahía Blanca

Por David Roldán / [email protected]

Cuando comenzamos a elaborar la idea de conocer algunas playas del Brasil y, más precisamente Buzios, tuvimos el presentimiento de que no nos equivocaríamos si elegíamos al otoño para viajar.

Suponíamos, por ejemplo, que pasada la Semana Santa, ese particular centro turístico estaría ingresando en una etapa de descanso, después de soportar la oleada de turistas propios, pero particularmente provenientes de Argentina, que encuentran en Brasil un verdadero remanso donde cargar pilas para iniciar un año más de rutina.

Estuvimos en lo cierto.

Porque cuando esta plaza deja de multiplicar por diez la cantidad de seres humanos que la habitan, agobiándose unos con otros, uno encuentra una paz que es interminable.

Y se tiene la oportunidad de poder conocer, un poco más en profundidad, la mayoría de las 23 playas situadas en pequeñas bahías que parecen mordiscos que la naturaleza le hubiese dado a la península.

Nos alojamos cerca de la playa de Geribá, uno de los bordes de arena fina más extensos. El océano Atlántico, que allí descarga sus últimas energías con olas para nada agresivas, le permite a uno ingresar muchos metros sin que ningún peligro aceche.

Eso sí, con una temperatura en el agua que cambia en forma permanente. Puede estar hoy tan fría como cálida una semana después.

"Son las corrientes...", explicaba Cristina, propietaria de una de las cientos de posadas que alojan con la mejor atención a quienes arriban.

"Es que nosotros sin los argentinos no podríamos vivir...", afirma, de manera rotunda, César, un argentino oriundo de Gualeguaychú afincado definitivamente allá.

Los días, en otoño, son muy parecidos.

Si usted se levanta tipo 8 de la mañana, puede desayunar y caminar plácidamente por la playa. Luego instalarse debajo de una sombrilla, que se alquila por 40 reales para 4 personas y, después, hacer lo que le plazca.

Tendrá todo el tiempo del mundo para borrar preocupaciones y soñar con quedarse allí el resto de su vida.

Sobre la arena, nadie piensa en los demás. Cada uno hace lo que le place pero con respeto.

Hasta que, tipo 4 o 5 de la tarde, la mayoría levanta sus cosas y se va, porque en otoño, a las 6 comienza a caer el sol.

Un buen baño, alguna ropa liviana y, partir hacia la parte céntrica.

Y caminar por la famosa "Rua das Pedras" o cualquiera otra de las peatonales, aprovechando, ellas, a mirar vidrieras y ellos, a disfrutar de un buen trago en algun sitio donde suenan los ritmos típicos del Brasil.

La cena puede tener muchas alternativas. Algunos, más tradicionales, piden pizza; otros prefieren un trozo de carne; están quienes prueban platos del lugar y los que buscan otras variedades, acompañando con una cerveza bien fría.

Mientras, los chicos revolotean muy cerca sin la preocupación de sus padres, porque si hay algo que caracteriza a Buzios es... la seguridad.

Cada día puede darnos la oportunidad de visitar una playa distinta. Algunas pequeñas, aunque profundas, semejando una verdadera olla con matices espectaculares. Otras, más suaves. Todas, con arenas finas y claras.

En Buzios, otoño es tiempo de calores que no agobian, de cielos claros y sin lluvia y de brisas refrescantes. Son aún días de playa y noches de paseos. Imperdibles...