Bahía Blanca | Martes, 30 de abril

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Miserias, irresponsabilidades y “travesuras”, en medio del dolor

Una joven de 13 años se hizo pasar por Micaela, se comunicó con la policía y con la madre de la menor: despertó expectativas y movilizó recursos sin sentido. Decenas de llamadas diarias formaliza el 911 con pistas falsas. Juan Pablo Gorbal / jgorbal@lanueva.com
Mónica Cid, la mamá de Micaela, pensó ayer que habían encontrado a la menor, aunque se trató de una "broma".

Si para gran parte de la sociedad es difícil (o imposible) entender que pueda haber algún adulto que hoy, a 12 días de la desaparición de Micaela, pueda proteger o encubrir su fuga, cómo explicar que existe gente que se “aprovecha” del dolor de la familia de la menor para satisfacer vaya a saber qué intereses.

Más allá de las cientos de comunicaciones informales que reciben a diario sus padres, no menos de 120 llamadas formalizó el 911 desde que “Mica” se fue de su casa, el sábado 23 de abril. Ninguna aportó nada de valor, solo confusión, pistas falsas y expectativas diluidas. Pero la del martes a la noche colmó la paciencia y golpeó definitivamente el ánimo de su madre, Mónica Cid.

Una chica de 13 años se comunicó con la comisaría Quinta --a cuya jurisdicción pertenece el domicilio de la chica-- simuló ser Micaela y no solo dialogó con el jefe de turno --ella y una amiga que dijo llamarse Antonella--, sino que ayer a la mañana volvió a comunicarse y habló con Mónica, que estaba convencida de que se trataba de “Mica”, después de escuchar los audios que habían grabado en la seccional y seguramente por la ilusión de cualquier madre que clama por el paradero de un hijo que desapareció.

“Estoy bien...”, “No quiero... (que me vengan a buscar)”, fueron algunas de las respuestas que recibieron, primero el policía y después la desesperada madre. A través de la charla, Mónica logró establecer el domicilio de origen de la llamada --una casa de la calle Tarija-- y hasta ese lugar llegaron ayer al mediodía ella, sus esperanzas, una comisión policial e instructores de la policía.

Todo se esfumó al comprobar que se trataba de una “broma”. El padre de la menor irresponsable arribó casi al mismo tiempo que la policía y se encargó de reprender a la joven, algunos dicen que más allá de las palabras.

Primero se pensó que podría existir alguna extorsión, porque la joven le reclamó dinero, aunque luego el fiscal Rodolfo De Lucía descartó esa posibilidad, ya que el pedido habría sido en el marco del ofrecimiento de la madre, cuando aún suponía que dialogaba con su hija.

En medio del aire positivo que había generado la novedad, la fiscalía giró oficios a las empresas de telefonía y se comunicó con la Side, a fin de agilizar la ubicación de la antena a la que corresponde el teléfono del que partieron las llamadas.

Es lo que se dice malgastar recursos y, lo peor, generar expectativas en medio de tanta incertidumbre y dolor.