ITALIA: Pizzo, la “ciudad de hielo” de Calabria
Por Corina Canale / [email protected]
“Fuego”, gritó, con todas sus fuerzas, Joaquín Murat, duque de Berg y destituido rey de Nápoles, aquella mañana del 13 de octubre de 1815. Su última palabra fue para el pelotón de fusilamiento apostado frente a él. Llevaba hidalgamente su uniforme de mariscal de Francia, no aceptó sentarse ni permitió que le vendaran los ojos.
Poco antes besó un cristal de cuarzo con el nombre de su esposa y pidió “respetad mi rostro, apuntad al corazón”. Así, ordenando su propia muerte, dejó este mundo.
Murat, casado con Carolina, hermana de Napoleón, había partido de Ajaccio con 250 hombres, pero llegó a Pizzo, en Calabria, con sólo 30.
El pueblo no lo apoyó y por criticar a los Borbones lo sentenciaron a muerte; fue la culminación de una azarosa vida cuya declinación comenzó con la derrota bonapartista en Rusia. Cuando su cuerpo fue llevado sin honores a la iglesia de San Jorge, y arrojado a la fosa común, Fernando de Borbón ya gobernaba Nápoles.
Pizzo, un municipio de la provincia calabresa de Vibo Valentia, está en el extremo sur de Italia, en la punta de su famosa bota y abierta a los mares Tirreno y Jónico. De la bella Sicilia la separa el cercano estrecho de Mesina.
La ciudad, como toda Calabria, tendría sus raíces en la Magna Grecia, fundada por Nepeto, aunque sobre esto último no hay certezas.
Algunos documentos dejan entrever que desde el 1300 había allí un fuerte y un incipiente pueblo, en el que habían recalado los basilianos. El lugar ya era importante pesquero de atunes.
Precisamente, a los basilianos recolectores de coral,que llegaban desde Amalfi, se les atribuye la construcción de barcos y barcazas, fabricados con técnicas antiguas, y también el haber comenzado la producción artesanal de cerámicas, industria que aún tiene plena vigencia.
Lo que sí se sabe es que esa comarca es pródiga en iglesias, monasterios, palacios y castillos. Una de las iglesias más visitadas es la del Purgatorio, también conocida como “la iglesia de los muertos”, por los esqueletos que se encontraron en uno de sus sótanos.
La más famosa de sus iglesias es la de Piedigrotta, que según la leyenda surgió del ruego de unos náufragos, quienes en el 1600 prometieron construir un lugar de oración si se salvaban.
Cuando al fin llegaron a la costa, vieron allí un cuadro de la Madonna di Pompei, al que entronizaron en lo que primero fue una capilla.
Luego se agregaron grabados, se talló la porosa roca y se amplió su nave, hasta convertirla en una de los lugares de mayor peregrinación del sur de Italia, en especial de los marineros, ya que esa Madonna es su santa protectora.
Su nombre significa “pico de cuervo”, o “punta que sobresale”, lo que encaja con la forma del promontorio en que está emplazada, asomada al Golfo de Santa Eufemia.
La ejecución de Murat, cuyo nombre está junto al de todos los mariscales de Napoleón Bonaparte en el Arco del Triunfo de París, se realizó en el entonces Castillo Aragonés, actual Castillo Murat, que posee un oscuro mobiliario, armaduras y cañones que apuntan al mar.
Fue construido por Fernando I de Aragón y en él se destacan sus dos torres cilíndricas. La Fuente de Garibaldi, y la Plaza de la República, son otros atractivos cercanos al castillo.
Pero la elaboración del “gelato tartufo”, por el que se ganó el mote de “ciudad de hielo”, es lo que atrae a los visitantes.