Svalbard, aquel helado paisaje donde habitan los grandes osos polares
En Svalbard, (“costas frías” en noruego), hasta el siglo XX se extraía carbón para Europa, pero la explotación cesó y luego de una profunda crisis surgió la más impensada de las industrias: el turismo.
El archipiélago de las Svalbard está en el Océano Ártico, entre Noruega y el Polo Norte y sólo tres de sus islas están habitadas. Y en ellas apenas hay 46 kilómetros de rutas, por lo que en invierno sus habitantes se desplazan en motos de nieve y en trineos tirados por perros.
Y jamás olvidan llevar rifles de alta potencia porque hay unos 3 mil osos polares merodeando hambrientos luego de una larga hibernación.
La realeza de Europa fue quien puso de moda este destino de turismo exótico que el holandés Willem Barents descubrió en 1596, que fue base ballenera para ellos y también para los ingleses y españoles en los siglos XVII y XVIII. Y que siempre fue el punto de partida para las expediciones hacia el Artico.
Un destino que rápidamente se consolidó entre viajeros no convencionales, que comenzaron a llegar a Longyearbyen, la ciudad más poblada del norte de Europa y la capital y centro administrativo del archipiélago.
Allí el sol se pone por última vez el 25 de octubre de cada año y no se eleva hasta el 8 de marzo, un lapso de cuatro meses de total oscuridad que preceden al majestuoso espectáculo de la Aurora Boreal.
Longyearbyen significa “ciudad de Longyear” porque su fundador fue el estadounidense John Longyear, quien en 1906 instaló allí la Compañía de Carbón Boston del Ártico, destruida durante la Segunda Guerra Mundial.
Hoy esta ciudad situada en la isla de Spitsbergen ha desarrollado dos actividades, la industrial y la cultural, esta última con un extenso programa de conciertos, festivales y muestras artísticas.
También con el nivel de refinamiento de sus bares y restaurantes, que no es frecuente en una comunidad de poco más de 2 mil habitantes, que además tiene una Universidad, la más septentrional del mundo, a la que asisten estudiantes de 25 países que cursan biología, geología, geofísica e ingeniería.
En el gélido reino del oso polar hace unos 70 años que está prohibido morirse pues el pequeño cementerio dejó de recibir a los difuntos porque el frío mantiene los cuerpos congelados, algo que los científicos comprobaron al realizar excavaciones y hallar cadáveres intactos. Los que dejan esta vida también parten hacia zonas más cálidas.
Sucede que el suelo está congelado entre los 10 y los 40 metros de profundidad y que en verano sólo las capas de arriba se derriten con temperaturas sobre cero. No olvidemos que la temperatura promedio de invierno es de 14 grados bajo cero y la de verano de 6 grados sobre cero.
Es interesante visitar el asentamiento minero soviético de Barentsburg, convertido ahora en un moderno núcleo urbano cuya mayor población es de Ucrania, que tiene un museo, una sala de conciertos y una famosa cervecería.
Y recorrer la estación ballenera de Gravneset, fundada en el siglo XVI por marinos británicos, y Ny-Alesund, histórico asentamiento que nació como explotación minera y se desarrolló con la instalación de estaciones científicas internacionales, entre ellas el Instituto Polar Japonés.
Otro paseo es ir en barco hacia el imponente Glaciar Mónaco y hasta la Isla de Moffen, donde anidan aves árticas y hay un apostadero de morsas.
A través del Tratado de Svalbard, firmado por 70 países en 1920, Noruega ejerce soberanía sobre el archipiélago, pero a la vez dispone que ciudadanos y empresas de los estados signatarios gozan del derecho de ingreso y residencia. Argentina adhirió en 1927. Y recordar que es una arraigada costumbre sacarse los zapatos al entrar a casas, hoteles, museos y oficinas, que ofrecen abrigadas pantuflas con cargo de devolución.